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Músico de la semana: Franz Schubert

Schubert fue uno de los principales músicos del siglo XIX. Su música no fue reconocida durante su vida y fue a partir de finales del siglo XIX cuando la música de Schubert se interpretó con más frecuencia. El virtuoso compositor murió el 19 de noviembre de 1828.

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Aunque su música no fue reconocida durante su vida y fue a partir de finales del siglo XIX cuando la música de Schubert se interpretó con más frecuencia.

Schubert fue uno de los principales músicos del siglo XIX; fue el único nacido en la que fue capital musical europea a finales del siglo XVIII y principios del XIX: Viena. Vivió 31 años, tiempo durante el cual consiguió componer una obra musical excelente, en especial en la última etapa de su vida, en la cual estaba ya tremendamente enfermo. Su música no fue reconocida durante su vida y fue a partir de finales del siglo XIX cuando la música de Schubert se interpretó con más frecuencia.

El 30 de octubre de 1822 comenzó su Sinfonía en si menor pero, tras dos movimientos en una partitura de orquesta cuidadosamente pasada a limpio, y de empezar el tercero, la abandonó. El manuscrito con ambos movimientos completos pasó a manos de su amigo, An. Hüttenbrenner, quien los conservó en un cajón durante más de 40 años. En 1865 se los entregó al director de orquesta Johann von Herbeck, quien en diciembre de ese mismo año dirigió el estreno de la obra incompleta.

No hay una conclusión a la cuestión sobre los motivos que condujeron a Schubert a dejarla inconclusa; una posibilidad sugiere que parte del manuscrito se perdiera. También se ha sugerido que el Entreacto de la música de escena para Rosamunda, de 1823, fuera en realidad el último movimiento sinfónico, pues las coincidencias en orquestación con ambos movimientos existentes, incluido el añadido de los tres trombones incorporados a la orquesta clásica convencional.

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A pesar de todo, la explicación más verosímil para la crítica es la que cuestiona la madurez autorial para completar dos movimientos más con la misma altura y calidad expresiva de los previos. Así, la obra queda tal como la conocemos hoy: un díptico asimétrico, pero equilibrado: primero un Allegro moderato, en el que se contraponen la tensión dramática inicial y la naturalidad lírica, seguido de un Andante con moto en mi mayor, pleno de un agitado y tumultuoso vagabundeo, que alcanza al final el descanso en una coda, cuya serenidad parece trascender el mundo.