Después del estreno de Debí tirar más fotos , el más reciente álbum de Bad Bunny, Puerto Rico y su historia le han dado la vuelta al mundo, la primera colonización de la isla, el origen de su bandera y de himno son algunas de las historias que han protagonizado este álbum.
Este disco además de presentar al mundo detalles hasta ahora desconocidos por muchos, como que el sapo concho es la única especie de ranas endémica de la isla y está en peligro de extinción, también mezcla ritmos latinos, el bolero, la salsa y los estándares musicales de ayer y de hoy de Puerto Rico: la plena y el reguetón.
A finales del siglo XIX en la ciudad de Ponce, al sur de la isla, donde estaban las azucareras, los trabajadores encontraron en la música una forma de contar las historias que les ocurrían, las injusticias sociales que los rodeaban. A la plena se le conoció también como "el periódico cantado" porque tradicionalmente permitía comentar sobre eventos sociales, o criticar situaciones políticas, muchas veces de forma humorística o sarcástica a través de este ritmo.
Con panderos, también llamados pleneras, güiros, cuatros y coros, los trabajadores y habitantes de los barrios marginados de Ponce hicieron de la plena una herramienta, que mezcla de tradiciones africanas, taínas y españolas, para expresar la voz del pueblo.
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El etnomusicólogo y coautor del libro Puerto Rico y su plena: nuevas fuentes para su estudio (2018), Emanuel Dufrasne González, dijo a un medio local que “la identidad nacional puertorriqueña se enriquece con otro aspecto de cultura que tiene su carácter propio, tiene sus formas de hacerse. Me refiero a que la plena recoge influencias de cosas que ya existían se añade a todo lo que ya existía y en ese sentido enriquece lo que había”.
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Además, en su libro, escrito junto al historiador boricua Nestor Murray Irizarry, explica que a diferencia de lo que se cree, la plena no surgió en el siglo XX, sino antes, pero fue sobre la década de 1920 que este ritmo se popularizó en toda la isla.
Los cantos de la plena, sus bailes e historias coinciden con la necesidad de la gente de informarse y de manifestarse ante el cambio cultural que suponía la invasión de Estados Unidos a la isla cuando el 12 de mayo de 1898 ese país bombardeó San Juan, capital de Puerto Rico.
En las décadas siguientes, en el siglo XX, la plena se consolidó como un ritmo boricua, que pese a fusionarse con el merengue, la salsa, el mambo y otros géneros tropicales de populares en los años sesenta y setenta, mantuvo su esencia y perdura hasta la actualidad, siendo referente de la cultura de la isla.
El auge del reguetón desde finales de los noventa hizo de la isla de la bomba y la plena (ambos ritmos de Puerto Rico aunque con orígenes, instrumentos y propósitos diferentes) la isla del reguetón ante el mundo. Y aunque eso no es negativo, sí es un panorama que pone en riesgo el olvido de ritmos tradicionales, de ahí la importancia cultural que tiene incluir este ritmo en un álbum de consumo tan masivo como Debí tirar más fotos y su canción homónima, ejemplo de la mezcla de la plena con ritmos urbanos.
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Además de ser el ritmo oficial de las protestas en la isla, los puertorriqueños también han cuidado y resguardado la plena a través de fiestas y celebraciones. Antes del reguetón, en 1979, crearon el Festival Nacional de la Plena, uno de los eventos culturales más importantes de Puerto Rico, especialmente para Ponce, que este año se celebrará desde finales de febrero.
Las voces y leyendas de la plena
Desde su origen, los principales exponentes de la plena han sido natales de Puerto Rico y han compuesto letras que impulsan el arraigo cultural del ritmo. Uno de los nombres más sonados al hablar de la plena es el de Manuel Jiménez, conocido como “el canario” y quien sería de los primeros en llevar esta música de las calles a los estudios de grabación. Una de sus canciones más sonadas es Santa María , donde relata la historia de un barco que naufragó en Ponce.
En la década del cuarenta Mon Rivera fue conocido por modernizar la plena. Introdujo arreglos más elaborados y grandes bandas en la interpretación de este género. Su canción Askarakatiskis es un ejemplo clásico de cómo mezcló la plena con otros géneros tropicales.
Años más tarde Rafael Cortijo y su Combo revolucionaron la plena al combinarla con otros géneros, como la salsa y el jazz. Junto a su cantante principal, Ismael Rivera, llevaron la plena a un público internacional, especialmente en los años 50 y 60. Canciones como El bombón de Elena y Juan José son clásicos que reflejan la esencia de la plena.
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Otro grupo que propagó el ritmo, esta vez por Estados Unidos, fue Los Pleneros de la 21, un grupo fundado en Nueva York en 1983, pero con fuertes raíces puertorriqueñas que desde entonces se dedican a preservar y promover la plena y la bomba, mezclándola con otras influencias contemporáneas.
Si quiere escuchar lo más reciente de la plena también puede acercarse a la música de la banda boricua Plena libre, quienes se han encargado de llevar el ritmo por el mundo desde los años noventa.
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