Cantantes como Abraham Vázquez, de 22 años, o Vivir Quintana, de 32, son algunos de los nuevos rostros de este género surgido durante la Revolución Mexicana (1910-1917) como relato alternativo a la historia oficial, según investigadores del estado de Sinaloa (noroeste).
Sus propuestas en este terreno libertario asimilaron toques de hip hop, como en el caso de Vázquez, y una estética punkera en el de Quintana, de mechón rubio, tatuajes y vestimenta negra.
Se adaptan así a realidades como los servicios de música en línea o la omnipresencia del género urbano. Y sus líricas, a la mutación de los capos o el rechazo a la violencia criminal, que deja unos 340.000 muertos y miles de desaparecidos en México desde 2006.
Vázquez, originario de Chihuahua (norte), registra 1,1 millones de oyentes mensualmente en Spotify y su narcocorrido "El de las dos pistolas" (2019) reporta 52,7 millones de reproducciones en esa plataforma.
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El video de la canción exalta el mundo de los mafiosos con fajos de dólares, armas y mujeres en una piscina. Tiene 27,7 millones de vistas en YouTube.
Refugio digital
Harta de que sus alumnos escucharan ese tipo de canciones, Quintana, maestra de Coahuila (norte), adoptó el "anti-narcocorrido" -surgido hace cinco años- para denunciar la violencia machista y criminal.
Recientemente lanzó "El corrido de Milo Vela", tributo al periodista Miguel Ángel López, asesinado en 2011 junto con su esposa e hijo en Veracruz.
"Era quitar a los narcos y poner a los que defienden realmente el país, a los que defienden la verdad (...) porque creo que estamos en un momento muy crítico", explica la artista a la AFP, aludiendo al crimen de once reporteros mexicanos solo este año.
Por considerarse una apología del crimen, la difusión de narcocorridos está prohibida en los estados de Sinaloa (pionero en 1987), Baja California y Chihuahua (donde los castigos van desde 36 horas de arresto hasta multas de 20.000 dólares).
Los sanciones han alcanzado a la famosa banda Los Tigres del Norte, multada en Chihuahua en 2012 y 2017, y a Los Tucanes, vetados en Tijuana desde 2008.
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Pero esta expresión musical está a salvo de la censura y halló una catapulta en las plataformas digitales, que facilitan la producción, acceso e interacción entre artistas y audiencias, dice a la AFP el investigador Juan Antonio Fernández.
"Con las plataformas veo muy difícil que pueda controlarse porque desafortunadamente los jóvenes ven al narcotráfico como una actividad aspiracional, donde pueden conseguir el dinero fácil", advierte el académico.
Presidente fan
La popularidad del género también se ve favorecida por la transformación de sus personajes.
"Hay todo un imaginario del narcotraficante que pasa de ser el individuo de extracción rural, sembrador de enervantes y que va escalando posiciones, a ser un narcotraficante más urbanizado, mediatizado, conectado más con la juventud de hoy", añade el experto.
La mezcla de ritmos cautiva igualmente a los jóvenes con estilos como los tumbados y el corrido alterado, populares en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos, con letras sobre el consumo de drogas y la guerra entre cárteles.
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En 2019, durante el festival californiano Coachella, cientos de muchachos bailaron con Los Tucanes usando poleras con la imagen de Joaquín "Chapo" Guzmán, preso en Estados Unidos.
En la visión gubernamental, los narcocorridos -tres de cuyos intérpretes han sido asesinados desde 2006- promueven la cultura mafiosa y representan un "riesgo social" que hay que perseguir, observa Fernández.
Pero Teodoro Bello, veterano compositor de famosas canciones de Los Tigres del Norte, rechaza esa etiqueta por considerarla estigmatizante. Para él, solo existe el corrido.
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Ha retratado a capos como Amado Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo, quien por años se pensó que había inspirado la canción "Jefe de jefes" (de 1997 e interpretada por Los Tigres del Norte) y famoso por controlar el tráfico hacia Estados Unidos en los años 1980.
"'El jefe de jefes' es aquel que es el mejor en su profesión: un doctor, un abogado o hasta un periodista", comenta a la AFP.
Al margen de la vertiente que coquetea con la delincuencia, la popularidad de los corridos es tal que hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador pone canciones de Los Tigres del Norte en su conferencia diaria para refutar, por ejemplo, comentarios del gobernador de Texas, Greg Abbott, sobre migración.
Esta semana publicó una 'playlist' de Spotify en la que incluyó tres corridos de esa banda con temática social.
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