En esta ciudad del norte de Inglaterra, la economía se basa en "el fútbol y los Beatles", resume Victoria McDermott, directora de marketing de Cavern City Tours, empresa propietaria de los "Magical Mystery Tours" y del famoso Cavern Club, donde dieron sus primeros pasos los "cuatro fantásticos".
Los cerca de cuarenta pasajeros bajan del autocar para fotografiar o posar frente a la casita de ladrillo donde creció Paul McCarney, cerca de la famosa Penny Lane o del parque Strawberry Fields.
"Estoy muy emocionado", dice Graham Biley, músico "semiprofesional" que recibió esta visita como regalo por su 70º cumpleaños. "No tarden o se quedarán en Strawberry Fields... forever", bromea Roberts, en una referencia al título de una de sus canciones más conocidas ante las risas de su público.
"La primera vez que oí 'The long and winding road when I was 10', lloré", explica Hiromi Beckstrom, una japonesa de 56 años, fan del legendario cuarteto, que ahora vive en Estados Unidos y hace este peregrinaje con su hija Alexandra.
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Liverpool construyó su prosperidad en los siglos XVIII y XIX gracias al llamado "comercio triangular", es decir el tráfico de esclavos y materias primas, en los albores de la revolución industrial, cuenta Roberts por la megafonía entre dos paradas.
Cuatro golpes de suerte
Pero dos guerras mundiales, la Gran Depresión y la desindustrialización sumieron a la ciudad en un largo declive. Liverpool "se benefició entonces de cuatro golpes de suerte ¡John, Paul, George y Ringo!", dice el guía sobre esta "pequeña ayuda" que recuerda al título de otra icónica canción.
Estatuas de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Star pueden verse por toda la ciudad. Liverpool tiene dos museos dedicados a ellos, así como innumerables restaurantes, bares, tiendas de recuerdos... que generan grasos beneficios.
Un 48% de los impuestos comerciales recaudados en Liverpool provienen del turismo, explica el concejal Harry Doyle. Se estima que el legado de los Beatles aporta unos 100 millones de libras (127 millones de dólares) anuales a las arcas municipales. Solo el Cavern Club reivindica 800.000 visitantes al año.
Pero no hay sólo leyendas del pasado. Maria Morgado, de 53 años, ha venido desde Portugal con su pareja para asistir a un concierto de la banda de ska Madness. Tras una noche "increíble", también visitaron el museo de los Beatles.
En el resto del Reino Unido, los nostálgicos de Oasis se dirigen a Mánchester, los de Belle & Sebastian a Glasgow y los fans de la cantante de soul Amy Winehouse a Camden, en Londres, para recogerse ante su estatua. Hiromi y Alexandra también tienen prevista una visita a los célebres estudios Abbey Road, en la capital británica.
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Grandes festivales
Por no hablar de la avalancha de grandes festivales de verano que acoge el país. El más mítico, Glastobury, que comenzó el miércoles, atrae cada año a unas 200.000 personas a las afueras de un pueblo medieval del suroeste de Inglaterra. El cartel de este año incluye a los artistas británicos Elton John, Arctic Monkeys, Cat Stevens, Alison Goldfrapp, los estadounidenses Lizzo y Lana del Rey, y muchos más.
En total, la música, incluidas las grabaciones, generó 4.000 millones de libras en el Reino Unido en 2021, según las últimas cifras disponibles. Está aún muy lejos de los 5.800 millones de libras anteriores a la pandemia, pero la industria cree que el repunte está lanzado.
Otros países también sacan provecho de sus artistas: Graceland y Memphis, en Estados Unidos, por ejemplo, atraen a los fans de Elvis Presley, y el recuerdo de Bob Marley es un maná para Jamaica.
Un ejemplo del peso económico de las superestrellas musicales: el concierto de la estadounidense Beyonce en mayo en Estocolmo "probablemente" generó hasta 0,3 puntos porcentuales de inflación, según un economista de Danske Bank. Esto se debió a la afluencia de turistas que abarrotaron hoteles, restaurantes y tiendas, explica. Recuerde conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
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