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El músico de la semana: Serguéi Rachmaninov

En esta edición de El músico de la semana traemos al compositor y pianista ruso Serguéi Rachmaninov, quien nació hace 150 años y falleció hace 80. Le contamos un poco de su historia.

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Serguéi Rachmaninov proveniente de una familia de músicos, su abuelo fue pianista aficionado alumno de John Field, su padre también pianista y su madre su primera maestra, no es de extrañar que haya seguido el camino musical.

La primera composición de Rachmaninov fue una Polka inspirada en un tema improvisado de su padre. Tenía entonces catorce años y comenzó así a desarrollar sus extraordinarias habilidades como pianista. Aconsejado por su primo, el célebre pianista y director de orquesta Alexandre Siloti, Rachmaninov se trasladó al Conservatorio de Moscú y trabajó el piano con Zverev. En 1888 estudió piano con su primo, y composición con Tanéyev y Arenski. Conoció a Chaikovski, que apreció su talento y le brindó sus consejos de amigo. A los 19 años compuso su Preludio Op. 3 N° 2 en do sostenido, que llegó a ser una de las piezas para piano más célebres del mundo.

Su primera sinfonía fue estrenada en Moscú en 1897, con muy poca acogida. Lleno de ira destruyó el manuscrito; sin embargo, el material alcanza a ser salvado, y después de la muerte del compositor la sinfonía fue reconstruida y estrenada en Moscú en 1945. Luego de esta decepción, Rachmaninov emprendió una serie de giras por Rusia con la violinista italiana Teresina Tua. Dio recitales de piano y comenzó a convertirse en un célebre virtuoso.

En 1901 da un concierto dirigido por su primo Siloti en Moscú y estrena su segundo concierto para piano, que llegó a convertirse en el concierto más célebre del siglo XX, por particular encanto y que, sin exagerar se puede afirmar, sirvió de modelo a la mayoría de los conciertos para piano de los compositores rusos modernos.

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Casi ocho años después apareció el Tercer Concierto para piano y orquesta. La obra fue completada en octubre de 1909 y la gira comenzó en noviembre. Unos días después, el concierto fue estrenado con el compositor como solista y la Orquesta Sinfónica de Nueva York dirigida por Walter Damrosch. La partitura fue nuevamente interpretada en enero de 1910 en el Carnegie Hall, esta vez con la Filarmónica de Nueva York bajo la conducción de Gustav Mahler.

El Concierto N° 3, al igual que la Segunda Sinfonía, demuestra el estilo melódico característico de Rachmaninov, pero hay mayor confianza en el manejo de las estructuras a gran escala. El uso de la orquesta es muy variado y, estructuralmente, existe más continuidad en el Tercer Concierto que en cualquiera de los otros escritos por Rachmaninov. Por esto y otras características, se considera a esta obra como el mejor aporte del compositor al género.

A finales de 1916, la situación interna en Rusia estaba en caos y el descontento popular contra el zar iba en aumento. Ante esto, Serguéi Rachmaninov buscó la manera de dejar su patria y, aprovechando una invitación, partió a Estocolmo junto a su familia unos días antes de Navidad. Y a fines de 1918, observando que los Estados Unidos podrían ofrecerles una solución a sus problemas, se embarcó junto a su familia hacia América, arribando a Nueva York en noviembre. Su actividad como concertista fue agotadora, llegando a dar 40 recitales en cuatro meses. Sólo para la temporada 1923-1924, disminuyó, y no fue sino hasta fines de 1925, que el músico pudo dedicar algún tiempo a componer.

Después del Cuarto Concierto para piano se produjo un vacío dentro de la labor creativa de Rachmaninov provocado por su dedicación exclusiva a dar recitales. Su siguiente obra, las Variaciones sobre un tema de Corelli, recién aparecieron en 1931. Basadas en un tema antiguo que Corelli había empleado, estas Variaciones muestran un cambio notable en su escritura pianística, especialmente en lo que a textura y ritmo se refiere. De hecho, mostraron el sentido creativo que tomaron sus últimos trabajos, como es el caso de la Rapsodia sobre un tema de Paganini escrita en 1934.

Esta partitura se basa en uno de los Caprichos para violín solo del italiano, y, en cierto modo, Rachmaninov trató de representar en ella el virtuosismo y la personalidad de Paganini. Tal característica motivó al famoso coreógrafo Mikhail Fokin a realizar un ballet basado en la legendaria vida de Paganini utilizando la música de su compatriota. El ballet fue estrenado en el Covent Garden en 1939 y, aunque no pudo asistir a la presentación, el compositor tomó parte importante en la versión coreográfica de su partitura.

Los últimos aportes musicales de Serguéi Rachmaninov son todos orquestales y revelan el interés del compositor en las cualidades tonales de los instrumentos. A la Rapsodia sobre un tema de Paganini siguió una tercera sinfonía completada en 1936, pero revisada en 1938, y las Danzas Sinfónicas, escritas en 1940.

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En su construcción armónica y en su vitalidad rítmica, estas danzas representan el mejor ejemplo del estilo tardío del compositor, y en la utilización de temas basados en cantos eclesiásticos, revelan la fascinación que Rachmaninov tenía por la música sacra, una fascinación que se acentuó en sus últimos años de vida. No sin razón, Rachmaninov sabía que su fin se acercaba y escribió, al final de la partitura, ‘Te lo agradezco, Señor’.

Escuche el homenaje completo en la próxima edición de El músico de la semana, el lunes 27 de marzo a las 3:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.