Manuel de Falla y Matheu, uno de los compositores españoles más importantes de todos los tiempos, perteneció a una acomodada familia de comerciantes gaditanos y recibió formación musical desde su infancia, tanto piano como solfeo. Continuó sus estudios con varios profesores y, gracias a las amistades familiares, entró en los círculos culturales de la ciudad, particularmente en la casa de Salvador Viniegra. Allí, conoció las obras de importantes compositores. Su primera interpretación pública fue con su madre en el recital para piano de Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz de Joseph Haydn.
Una de las obras de Manuel de Falla es El amor brujo que, concebido en primera instancia como ballet, y bajo el título de Gitanería en un acto y dos cuadros, fue escrito y dedicado a la bailaora y cantaora Pastora Imperio. De Falla empezó la composición en 1914 y el 15 de abril de 1915 tuvo lugar el estreno absoluto de la obra en el Teatro Lara de Madrid. A partir de este momento, se realizan varias versiones de la obra en los siguientes diez años hasta terminar en 1925 con la versión definitiva para orquesta sinfónica.
Este ballet cuenta la historia de Candela, una muchacha gitana, cuyo amor por Carmelo se ve atormentado por su irreverente antiguo amante.
La obra es de carácter marcadamente andaluz, tanto en lo musical como en lo literario. El libreto fue escrito por Gregorio Martínez Sierra en dialecto andaluz, si bien se ha llegado a poner en duda su autoría, en favor de su mujer, María de la O. Lejárraga García, feminista apasionada que publicó obras bajo el nombre de su marido. La música contiene momentos de gran belleza y originalidad, e incluye las famosas Danza del fuego fatuo y Danza del terror.
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Las Siete canciones populares españolas fueron escritas por Manuel de Falla en los últimos meses de su estancia en París en 1914 y tras el anhelado y triunfal estreno de la ópera en dos actos La vida breve, que estrenó en idioma francés, sobre una adaptación de Paul Millet, en el Casino Municipal de Niza, el 1 de abril de 1913.
Estas Siete canciones populares españolas constituyen una de las obras más conocidas de De Falla y su máximo punto de acercamiento a la realidad del folclore español, al menos en la parte del canto.
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Publicadas en 1922, conocieron pronto multitud de adaptaciones: para violín y piano; violoncello y piano, en vida del compositor y luego otras muchas.
Las cuatro piezas españolas para piano fueron esbozadas por Manuel de Falla en Madrid y terminadas en París al poco tiempo de llegar a la capital francesa.
Interpretadas en primera audición el 27 de marzo de 1909 en la Sala Érard por Ricardo Viñes, determinaron en parte el porvenir del compositor. En efecto sus amigos franceses, entre los que destacaban Ravel, Debussy y Dukas, hicieron posible que el editor Durand las publicara.
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Esto facilitó a Manuel de Falla instalarse de forma más duradera en París y le confortó en sus proyectos de creación valiéndose del interés que se le manifestaba.
Manuel de Falla al comentar las cuatro piezas españolas escribió: Mi idea principal al componerlas ha sido la de expresar musicalmente el alma y el ambiente de cada una de las regiones indicadas en sus títulos respectivos. Salvo raras excepciones, que ya indicaré, más que utilizar severamente los cantos populares he procurado extraer de ellos el ritmo, la modalidad, sus líneas, sus motivos ornamentales melódicos característicos, sus cadencias modulantes...Y todo ello subordinado a un único fin: Evocar el alma del pueblo que canta o danza.
Según el pianista inglés Lionel Salter: Manuel de Falla fue el primer compositor de la era moderna en escribir un concierto para clavecín, instrumento cuya resurrección debemos, en gran medida, a Wanda Landowska, tras haberlo interpretado en el estreno de la obra musical para marionetas de Manuel de Falla, El retablo de maese Pedro en 1923, escrito y dedicado a Winnaretta Singer, princesa de Polignac (mecenas musical y heredera de la empresa de máquinas de coser Singer Corporation).
Landowska deseaba ahora una obra para ella misma y Manuel de Falla accedió a su petición. La composición comenzó en octubre de 1923, pero los trabajos avanzaron lentamente. Landowska en un principio programó la pieza para la temporada 1923-24. Cuando Falla se dio cuenta de que le iba a ser imposible cumplir con el plazo, Landowska habló con Leopold Stokowski para tocarlo durante la temporada 1924-25 de la Orquesta de Filadelfia, pero de nuevo Falla no pudo terminar la obra en el tiempo. El estreno tuvo lugar finalmente en Barcelona el 5 de noviembre de 1926.
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Entre 1918 y 1919 Manuel de Falla escribió su ballet El sombrero de tres picos por sugerencia de Sergei Diaghilev. El libreto de Gregorio Martínez Sierra se basa en la novela del mismo título de Pedro Antonio de Alarcón, que Falla ya había llevado a la escena antes de su encuentro con Diaghilev en forma de pantomima musical. El gran empresario de ballet la conoció cuando durante la primera guerra mundial encontró asilo en España con su compañía ya entonces mundialmente famosa, los Ballets Rusos, coincidiendo con la misma época, en que un gitano andaluz de nombre Félix le dio a conocer la peculiaridad del baile flamenco de su tierra.
Diaghilev sugirió a Manuel de Falla transformar su pantomima en un gran ballet de acción, reducir la partitura añadiendo una serie de piezas específicamente creadas para la danza. Bajo el influjo del mencionado Félix, que se movía constantemente en el entorno de Diaghilev, encontró el compositor modelos típicos de la música andaluza gitana, que adaptó a su propio lenguaje musical.
Así surgió la Danza del Molinero en forma de farruca, mientras el gran solo de la molinera es un fandango. Entre las piezas de nueva creación más inspiradas se cuenta la Danza de los vecinos a modo de seguidilla de un fascinante encanto melódico, y la arrebatadora Danza final llena de alegría, una jota final que es uno de los números más conocidos de la obra, ejemplo de estilización del folclor tanto en el baile (en el que todavía prevalece coreográficamente el elemento ruso) como en la música del maestro Falla.
Manuel de Falla falleció la noche del 13 de noviembre de 1946, nueve días antes de su setenta cumpleaños, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio mientras dormía.
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Podrá escuchar obras maravillosas de Manuel de Falla en la nueva edición de El Músico de la semana el lunes 11 de noviembre a las 3:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.