A diferencia de sus contemporáneos (Schöenberg, Stravinski, o Prokofiev), Dmitri Shostakovich nunca, en sus setenta años de vida, se atrevió a hablar libremente sobre sus motivaciones estéticas. Tampoco salió nunca de Rusia, que entonces era la Unión Soviética, salvo en pequeños viajes siempre organizados por el Partido Comunista. Es decir, fue un caso totalmente diferente del de Prokofiev o Stravinski, que vivieron también una vida propia en Occidente.
Su arraigo le llevó a recibir influencias como la del pueblo judío uno de los pueblos más numerosos de la zona. Es así como en sus obras encontramos muchos ritmos y modos tomados del pueblo judío, e incluso canciones concretas.
Cuando Stalin ascendió al poder Dmitri Shostakovich estableció una férrea distinción entre los géneros considerados mayores (sinfonías, conciertos) y los géneros menores (música de cámara, obras para instrumento a solo, lieder).
De este modo, las obras mayores, cuya representación estaba controlada por el poder soviético, siempre trataban de adherirse a las directrices del partido. En cambio, en las obras menores, Shostakovich podía permitirse un mayor grado de libertad.
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De esta forma su música de cámara es mucho más interesante y original que su música sinfónica, e incorpora elementos incluso de la vanguardia de los años sesenta. Por ejemplo, de todos los cuartetos de Shostakovich, el N° 8 Op. 110 ha llegado a ser el más difundido.
El autor lo dedicó A la memoria de las víctimas del fascismo y de la guerra. En julio de 1960 el compositor se encontraba en Dresden, dedicado a la composición de Mayo 5, música para una película producida juntamente por la Unión Soviética y la Alemania Oriental; la tremenda trama de esta película impresionó fuertemente a Shostakovich. Y entonces compuso en tres días el cuarteto Octavo, bajo la impresión de esta profunda experiencia. En esta obra por vez primera, Shostakovich aprovechó temas de obras suyas, de la ópera Katerina Ismailova, del Trío con piano, de la Décima sinfonía, del Concierto para violoncello y otras.
A fines de la década de 1920 y principios de la de 1930, Shostakovich estaba vinculado con el TRAM (la clase social de los asalariados, aquellos miembros de una sociedad cuya única posesión de valor significativo es su fuerza de trabajo, su capacidad de trabajo), que lo protegió del ataque ideológico. Gran parte de este período lo dedicó a escribir su ópera Lady Macbeth of Mtsensk, que se representó por primera vez en 1934. Inicialmente, tuvo un éxito inmediato, tanto a nivel popular como oficial. Fue descrita como el resultado del éxito general de la construcción socialista, de la política correcta del Partido y como una ópera que solo podría haber sido escrita por un compositor soviético educado en la mejor tradición de la cultura soviética.
De las quince Sinfonías de Shostakovich, la N° 9 en mi bemol mayor, compuesta en un mes, agosto de 1945 y estrenada al mes siguiente bajo la dirección de Evgeni Mravinski, es la más corta, la más ligera, pero también la menos popular. Como la Octava está escrita en cinco movimientos: Allegro, Moderato, Presto, Largo, Allegretto. Los tres últimos se encadenan.
Las partes más originales son el Moderato con su melodía un poco orientalizante con el clarinete, y el Largo, único momento dramático, con graves sonidos en los trombones y de bellos recitativos de fagot. Estrenada después de finalizar la guerra, ella provoca, según el propio compositor, la cólera de Stalin.
Dmitri Shostakovich buscó inspiración en la música antigua, descubierta a través de su maestro Glazunov, verdadero especialista en Josquin y Lasso. Esta influencia se ve sobre todo a través de la importancia que da al empleo y resalte de las voces internas.
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Existe también una importante presencia tanto en los ballets y Canciones de Shostakovich como en sus sinfonías, de los poetas y escritores antiguos y contemporáneos: Chéjov, Yevtushenko, Ilf y Pétrov, Maiakovski o Blok. La mayoría de estos autores son cómicos, otros satíricos.
Al compositor no le gustaba, en general, sentarse a reflexionar sobre inquietudes filosóficas. De hecho, cuando alguien intentaba explicarle que se sentía intelectualmente incapaz, traumatizado artísticamente o algún otro concepto enrevesado, solía contestar simplemente, bebe menos vodka.
Podrá escuchar obras seleccionadas y más datos acerca del pianista Dmitri Shostakovich el próximo 25 de septiembre en nuestra nueva edición de El músico de la semana a las 3:00 p.m. por nuestra señal en vivo.
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