Antón Rubinstein tuvo un innato sentido musical que fue bien encaminado por su madre. Después de algunos años de enseñanza, se trasladó a Europa donde tuvo contacto con Liszt, Mendelssohn y Siegfried Dehm, con este último estudió composición.
En esos años se destacó como concertista y dio recitales en Holanda, Inglaterra, Suecia y Alemania. De regreso a su patria comenzó una intensa producción de Operas, Sinfonías, conciertos y obras diversas y fundó en 1862 el Conservatorio de San Petersburgo , primer establecimiento de enseñanza musical en Rusia, organizado según los modelos de los conservatorios occidentales. El mismo ejemplo lo siguió su hermano Nicolás quien fundó en 1866 el Conservatorio de Moscú.
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Antón Rubinstein fue uno de los mejores pianistas de su tiempo y para su instrumento compuso cinco conciertos y numerosas piezas sueltas, así como sonatas para violín, violonchelo, cinco tríos, diez cuartetos, dos quintetos, dos conciertos para violonchelo, diez óperas profanas y tres de tema religioso, seis sinfonías y un total de 125 melodías, entre las que los Cantos persas destacan por su belleza y musicalidad.
Las composiciones de Antón Rubinstein, escritas en un estilo germano conservador, se asemejan a las obras de Mendelssohn, Weber y Schubert. No aceptaba del todo la emergente escuela nacional rusa encabezada por Balakirev, Borodin, Mussorgsky, Cui y Rimsky-Korsakov. Y aunque sus obras fueron muy populares mientras vivió, desaparecieron rápidamente de la escena después de su muerte.
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Aunque Antón Rubinstein adquirió una reputación más como pianista y director de orquesta que como compositor, dejó tras de sí una obra impresionante obra que cubría todos los géneros principales y dentro de ellas tres poemas sinfónicos que dan expresión musical a temas literarios como Iván el Terrible, Fausto y Don Quijote .
Aproximadamente treinta años antes del famoso poema sinfónico de Richard Strauss de las aventuras del llamado caballero Don Quijote, Rubinstein tomó este mismo tema de Miguel Cervantes (escrito entre 1605 y 1615) y compuso su Humoresca para orquesta Op. 87 ‘Don Quijote’. Además de la versión original, también preparó un arreglo para dos pianos.
Como ya hemos dicho anteriormente, Antón Rubinstein tuvo influencia importante sobre la vida musical rusa de su época como compositor, pianista y animador musical. Pero a pesar de esa labor, a su obra muy extensa, por cierto, los críticos le advierten falta de profundidad y consistencia, sin descartar que algunas de ellas contengan pasajes de ternura íntima y gracia delicada.
Hoy es un músico olvidado salvo, quizás, en su propio país. Parece mentira dado el gran renombre que tuvo y las labores pedagógicas realizadas. Escuche algunas de sus piezas en nuestro programa El músico de la semana, el próximo lunes 21 de noviembre a partir de las 3:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.