Desarrolladas en Europa a lo largo de los siglos XVIII y XIX, las sinfonías hacen parte fundamental de la música clásica y es en este género en el que han surgido obras maestras de grandes compositores como Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven o Johannes Brahms.
Pese a las diferencias estilísticas y estéticas que han variado a través de los años, los distintos tipos de sinfonías comparten características que las hacen fáciles de identificar. Por ejemplo, desde su composición, una sinfonía está pensada para ser interpretada por una gran orquesta sinfónica; es una obra completa, y a la vez compleja, que consta de varios movimientos conectados a través de motivos musicales recurrentes.
En su mayoría, las sinfonías están compuestas por cuatro movimientos tradicionales: Allegro, Adagio, Minueto y Finale. Ahora, si bien esta es la estructura tradicional, la cantidad de movimientos y su organización puede variar según el compositor y la época en que se escribió.
La Sinfonía n.º 5 en Si bemol mayor, Op. 55 , compuesta en 1937 por el director de orquesta y pianista soviético Dmitri Shostakovich es un ejemplo de sinfonías en tres tiempos. En este caso, una variación que además responde a la evolución de este género durante el siglo XX.
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Para hacerse idea de cómo suenan los movimientos tradicionales de una sinfonía esta es una breve explicación que le ayudará a identificarlos: El movimiento inicial, Allego, generalmente es rápido y en forma sonata, lo que significa un contraste entre dos temas musicales.
En segundo lugar, el Adagio se caracteriza por ser más lento y por tener una expresión lírica y emotiva. A menudo, este movimiento proporciona un contraste con el primer movimiento en términos de tempo y estado de ánimo.
El tercer movimiento, tiene una variación importante a través del tiempo. En el siglo XVIII es un Minueto, pero en el siglo XIX, este movimiento suele ser un Scherzo, más rápido y enérgico. Finalmente, el último movimiento, Finale, busca un cierre dramático de la obra, rápido y en forma de sonata.
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¿Cuáles son los tipos de sinfonía?
Pasando de los movimientos y lo que tienen en común las sinfonías, a través del tiempo han surgido diferentes corrientes en el género sinfónico. Tienen variaciones en sus estilos y en algunos casos, en su estructura.
La Sinfonía de la era clásica es tal vez, la más conocida. Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart y Ludwig van Beethoven son algunos de los compositores más relevantes de este movimiento que se caracteriza por obras con un equilibrio formal, claridad estructural y desarrollo temático. Se desarrollaron durante el período clásico, aproximadamente entre los siglos XVIII y principios del XIX.
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Siguiendo con Beethoven como referente, el compositor alemán también cuenta con obras pertenecientes a la Sinfonía romántica . Su Sinfonía No. 3 en Mi bemol mayor, Op. 55 , mejor conocida como la Sinfonía Heroica es un claro ejemplo de esta corriente; más expansivas en términos de longitud y de contenido emocional, con un reflejo del espíritu revolucionario y heroico que caracteriza al Romanticismo.
La sinfonía romántica expandió los límites estructurales y expresivos que venían de la forma era clásica durante el siglo XIX. Johannes Brahms, Pyotr Ilyich Tchaikovsky y Gustav Mahler fueron otros de los artistas que desarrollaron obras bajo este tipo de sinfonía.
Otro tipo de sinfonía es la Sinfonía programática. Estas obras de larga duración hacen de la música un recurso descriptivo, que narra una historia. Usualmente estas obras están inspiradas en un argumento literario o en una narración propia del compositor que se ve reflejada en cada movimiento de la sinfonía.
Eventos históricos, paisajes, literatura o una autobiografía son algunos de los temas que se pueden apreciar en estas obras. Escrita en 1830, Sinfonía Fantástica del compositor francés Hector Berlioz, es un ejemplo de este movimiento, en su obra narra una historia autobiográfica a través de la música.
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Finalmente, nos encontramos con las Sinfonía de vanguardia . Adentrada en el siglo XX, en este tipo de sinfonía los compositores hacen cambios en la estructura e incluso en la instrumentación. Pueden llegar a ser experimentales, cambiando de ritmos, armonías y estructuras.
Un ejemplo es la Sinfonía de los Cantos de las Aves de Olivier Messiaen compuesta en 1956. Esta obra explora los sonidos de las aves y la naturaleza utilizando técnicas musicales no convencionales y una amplia gama de colores orquestales.
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