En enero de 1692, comenzó en Salem, Massachusetts, un juicio contra varias mujeres que enfrentaban acusaciones de brujería. Un grupo de adolescentes, que actuaron como denunciantes, empezaron a experimentar convulsiones y espasmos incontrolables durante un proceso que lamentablemente culminó con la pérdida de veinte vidas.
La señora Tyler dijo que cuando la detuvieron no albergaba ningún temor y creía que nada podría obligarla a confesar contra sí misma. Pero desde entonces, ha descubierto con gran aflicción que ha faltado a la verdad y se ha acusado falsamente.
Dijo que cuando la llevaron a Salem, su hermano Bridges fue con ella y que durante todo el camino desde Andover a Salem no dejó de decirle que tenía que ser bruja, pues las personas afectadas la acusaban y se curaban de sus ataques cuando las tocaba, y la instó a que confesara.
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Ella insistió en que no era bruja, que no sabía nada de brujería y le rogó que no le pidiera que confesara. Pero cuando llegó a Salem, la llevaron a una habitación, y su hermano a un lado y el señor John Emerson al otro le dijeron que indudablemente era bruja y que en ese momento tenía al demonio ante sus ojos (y el mencionado Emerson intentó golpearlo con la mano para apartarlo de allí). Y de tal manera la incitaron a que confesara que hubiera preferido verse en una mazmorra a que la trataran así.
El señor Emerson le dijo una y otra vez: «Bueno! ¡Ya veo que no quiere confesar! Te dejare, pero te condenarás en cuerpo y alma para siempre jamás. Su hermano también la incitó a que confesara, y le dijo que si lo hacía no mentiría. A lo cual ella replico: «Hermano mío, no digas eso, pues si con mentiré, y ¿quién responderá ante Dios por mi mentira?» El siguió insistiendo dijo que Dios no permitiría que tantos hombres buenos cayeran en el error, y la ahorcarían si no confesaba. Y continuó tanto tiempo obligándola a con que [ella] pensó que la vida la abandonaba y se asustó de tal modo que aceptó casi todo lo que le propusieron.
Pero al hacerlo traicionó su conciencia. Había cometido un grave pecado y desea llorarlo mientras viva.
Esto dijo, y mucho más, con tan grande aflicción, pena, lástima y dolor las palabras no pueden expresarlo ni describirlo.
Relato, quizás a cargo de Thomas Brattle,
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fechado el 19 de octubre de 1692
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