"Handbook of the Ainu Language" (Manual de la lengua ainu), de la editorial De Gruyter Mouton, aborda a lo largo de aproximadamente 700 páginas la historia del estudio de este idioma, los obstáculos y problemáticas durante el mismo , y sus particularidades. El ainu es una de las denominadas lenguas aisladas, como el euskera de la Península Ibérica o el yagán de Sudamérica, un idioma sin parentesco genético con ninguna lengua viva o muerta conocida.
La investigación lingüística propiamente hecha del ainu comenzó a principios del siglo XX. Es un idioma extensamente documentado, con recursos de libre acceso en línea como un corpus de folclore o un glosario de conversación del Instituto Nacional de Lengua y Lingüística Japonesas (NINJAL), pero la mayoría de los diccionarios y gramáticas existentes se centran en un dialecto particular.
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Una ventana al pasado
La lengua ainu tiene tres grupos dialectales, el de la isla de Hokkaido, en el norte de Japón; el de la isla rusa de Sajalín, al norte de la mencionada ínsula nipona; y el de las islas Kuriles, al noreste de Hokkaido, que murió a principios del siglo pasado. El nuevo manual "intenta cubrir todas las áreas hasta cierto punto", explica en una entrevista con EFE la lingüista Anna Bugaeva, quien ha encabezado la edición del libro.
Afincada en Japón desde hace casi tres décadas, Bugaeva llegó al país en 1996 para profundizar en su estudio del japonés, que inició en la Universidad de San Petersburgo (Rusia). Su interés por los orígenes del idioma mayoritario del archipiélago y sus dialectos la llevó a plantearse cuál era su relación con la lengua ainu. "De alguna manera, después de escribir mi tesis de graduación, tuve la impresión de que el ainu no está relacionado con el japonés, es muy enigmático en ese sentido", explica la lingüista.
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Existen unos seis mil idiomas en el mundo y unas dos mil familias lingüísticas, y también algo más de un centenar de lenguas no relacionadas con ellas, las lenguas aisladas. "Probablemente no fue siempre así. Solían tener parientes, solo que murieron y ellos son los retales de otras lenguas que se extinguieron, así que, (las lenguas aisladas) pueden convertirse en una vía para desentrañar el pasado", reflexiona Bugaeva.
El idioma ainu posee características muy particulares, explica la académica, entre ellas algunos tipos de incorporación nominal muy raros. " Si lees libros de lingüística dicen: 'Es imposible incorporar el sujeto de verbos transitivos', pero el ainu puede hacerlo hasta cierto punto. Es bastante raro, pero no imposible" . Bugaeva considera que perpetuando el estudio de "una reliquia" lingüística como ésta "es posible contribuir a la teoría lingüística al descubrir algo particularmente nuevo" y así "enriquecer nuestro conocimiento sobre el lenguaje humano en general".
Una comunidad menguante
Este nuevo manual sobre el idioma ainu ha sido escrito para ser accesible a cualquier lingüista sin conocimiento previo del mismo, para sentar referente en la citación académica y con cierta esperanza de generar interés por su estudio. Diecisiete investigadores han participado en su concepción, toda la comunidad lingüística del ainu, cuenta Bugaeva, cada vez menor. A las limitadas salidas laborales se una la agonizante comunidad de hablantes nativos.
Incluso a finales de los años 90 quedaban apenas una decena de hablantes. Que el idioma sea de tradición oral ya dificultaba entonces el trabajo con estas personas, ya muy envejecidas. Otras siguen hoy ocultando sus orígenes o simplemente los desconocen. Los ainu fueron sometidos a una represiva asimilación por parte del Gobierno japonés a partir de 1899. Se les forzó a dar la espalda a su idioma y a su cultura, sus tierras les fueron expropiadas y se les diseminó por todo el país, además de ser discriminados.
No fue hasta 2019 que el parlamento nipón aprobó la primera normativa que reconocía expresamente como indígenas a esta comunidad de fisionomía similar a la esquimal y tradiciones propias. En los últimos años, el Ejecutivo y asociaciones ainu han aumentado la promoción de la cultura y del estudio del idioma, muchos de cuyos estudiantes son los propios descendientes de la comunidad, buscando reconciliarse con sus orígenes. Esta renovada concienciación "es positiva, pero llega bastante tarde. Ojalá hubiera sido así en los años 80 o 90", dice Bugaeva, que espera que su manual aporte su granito de arena en la preservación del idioma ainu.
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