"¿De dónde venimos? Del sexo. Como dice mi abuela, estamos aquí porque nuestros ancestros han derramado muchísima leche a lo largo de la historia", cuenta Casquet (Sabadell, 1992), sin pelos en la lengua, en una entrevista con Efe para hablar de su más reciente bilogía, "Cuerpos" y "Almas", publicada por Penguin Random House, bajo el sello Ediciones B.
En ella, Ruth, una joven treintañera que de pronto se tiene que enfrentar con la enfermedad terminal de su madre y con su posterior muerte, navega en una realidad en la que no sabe quién es y qué es lo que la lleva a ser otras versiones de sí misma con las que experimenta y evade una realidad casi insoportable.
En esta bilogía hablas de uno de los tabúes más grandes de nuestra sociedad: el sexo.
Sí, creo que de algún modo la sexualidad, el erotismo y el sexo se ha tratado de una forma muy banal, muy superficial y muy física. Pero es que la sexualidad es todo y nos puede llevar a todo (...) Es la herramienta más poderosa que tenemos los seres humanos para acceder a nosotros mismos. ¿De dónde venimos? Del sexo, como dice mi abuela: Estamos aquí porque nuestros ancestros han derramado muchísima leche a lo largo de la historia.
Somos fruto de dos células sexuales, por lo tanto, que veamos el sexo de una forma física y superficial es faltarle al respeto al origen de nuestra existencia total, y el propósito es un poco naturalizarlo.
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Y también hay tabúes dentro de los tabúes?
El sexo no lo tenemos que normalizar, sino naturalizar. Cuando normalizamos algo siempre pasa por una estructura social y requiere aceptación. Por eso todas las prácticas como el BDSM o el sexo en la vejez son mucho más tabúes. ¿Qué pasa que cuando dejamos de normalizar las cosas y empezamos a naturalizarlas? Es ahí cuando nadie nos puede decir nada porque lo natural es incuestionable, es que ya es.
Esto es por lo que siempre abogo que la gente haga lo que quiera, siempre y cuando en el sexo haya consenso, que ambas partes estén de acuerdo en hacer lo que sea y que ambas partes sean seres conscientes.
¿Y tú lo abordas desde una mirada femenina?
Sucede que los libros comerciales, de literatura romántica o erótica siguen teniendo la misma fórmula sistémica que nos sigue oprimiendo. Al final, pese a que son voces femeninas la gran mayoría, porque el deseo se ha configurado dentro de lo femenino, (...) se ha configurado toda esta forma del deseo (estereotipado).
Además, ¿cuántas veces has visto a un hombre leer literatura erótica? Somos más las mujeres que leemos. Dentro de esta configuración, que para mí tiene que ver con el deseo y con la masculinidad tóxica que se ha configurado en la sociedad, está la parte de cómo seguimos reproduciendo esos modelos que nos siguen oprimiendo.
Se perpetúa, una y otra vez, como si necesitáramos de alguien externo y, especialmente, siendo mujeres de un hombre, para poder tener esa introspección hacia nuestra identidad, identificarnos a nosotras mismas sobre quiénes somos y, al mismo tiempo, también encontrar nuestra liberación, incluso sexual, en manos de un hombre.
Esa configuración de lo que ha sido la literatura romántica y sexual o erótica comercial es un poco lo que intento romper a través de estos libros.
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Además de presentar el libro, has tenido dos charlas en Colombia en el Festival Internacional de Artes Eróticas (Aefest). ¿Colombia es una sociedad más conservadora?
Es una sociedad muy conservadora, pero con mucha sed de información. Siento que cuando les rompes los esquemas, por ejemplo, con cuestiones como la no monogamia, cuestiones más estructurales (...) la gente se interesa. La gente quiere aprender porque nadie nos ha educado.
Al final nos genera mucho interés, un interés natural inherente en el ser humano, querer saber más de quién eres como especie. Esa información nos la deben como humanidad, porque la gran pérdida de la humanidad ha sido olvidarnos de dónde venimos y hacer de ello un tabú.
Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
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