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Lea aquí tres poemas sobre Bogotá

La ciudad caótica y monstruosa con una belleza inigualable cumple 486 años. Traemos una selección de poemas escritos para Bogotá que reflejan su historia e identidad.

Bogotá

"Bogotá, 1982", de María Mercedes Carranza

Nadie mira a nadie de frente,
de norte a sur la desconfianza, el recelo
entre sonrisas y cuidadas cortesías.
Turbios el aire y el miedo
en todos los zaguanes y ascensores, en las camas.

Una lluvia floja cae
como diluvio: ciudad de mundo
que no conocerá la alegría.
Olores blandos que recuerdos parecen
tras tantos años que en el aire están.

Ciudad a medio hacer, siempre a punto de parecerse a algo
como una muchacha que comienza a menstruar,
precaria, sin belleza alguna.
Patios decimonónicos con geranios
donde ancianas señoras todavía sirven chocolate;
patios de inquilinato
en los que habitan calcinados la mugre y el dolor.

En las calles empinadas y siempre crepusculares,
luz opaca como filtrada por sementinas láminas de alabastro,
ocurren escenas tan familiares como la muerte y el amor;
estas calles son el laberinto donde he de andar y desandar
todos los pasos que al final serán mi vida.

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Grises las paredes, los árboles
y de los habitantes el aire de la frente a los pies.
A lo lejos el verde existe, un verde metálico y sereno,
un verde Patinir de laguna o río,
y tras los cerros tal vez puede verse el sol.

La ciudad que amo se parece demasiado a mi vida;
nos unen el cansancio y el tedio de la convivencia
pero también la costumbre irremplazable y el viento.

"El transeúnte", de Rogelio Echavarría


Todas las calles que conozco
son un largo monólogo mío
llenas de gentes como árboles

batidos por oscura batahola.
O si el sol florece en los balcones
y siembra su calor en el polvo movedizo
las gentes que hallo son simples piedras

que no sé por qué viven rodando.
Bajo sus ojos que me miran hostiles
como si yo fuera enemigo de todos
no puedo descubrir una conciencia libre
de criminal o de artista
pero sé que todos luchan solos
por lo que buscan todos juntos
son un largo gemido
todas las calles que conozco.

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"Ciudad de los vientos", de Eugenia Sánchez Nieto

Los vientos se toman mi ciudad
recorren el amanecer con el canto de los pájaros
despeinan a las colegialas, levantan sus faldas
el sueño se despereza, huele a pan fresco

transeúntes del día con sus múltiples oficios
el hombre jalado por sus perros, la muchacha y su blanco delantal
la mirada perdida del oficinista
la maestra agobiada por el murmullo infinito de sus estudiantes
el conductor con su alegre tonada, el ciclista apuesta contra el viento
la modelo en sus tacones haciendo malabares
la amante incansable en busca de su lugar perdido
el guardián abismado en su deseo, el deportista elevando su cometa
calles infinitas recorren los barrios de la macarena, la soledad, Teusaquillo.

el viento murmura una canción al oído de los tristes
eleva a los ebrios, los jalona por calles que no conducen a ningún lugar
el viento los abraza y los deja dormir
mi ciudad insondable con sus secretos profundos
con calles asombrosas que nos conducen a vértigos desconocidos
calles azules, blancas, grises, rosadas,
puertas falsas, invisibles, puertas abiertas al viento, puertas sin cerradura

la ciudad de las furias con rostros bárbaros y miradas de miedo
los visitantes que desdeñan mi ciudad la injurian la maldicen
y sin embargo siempre se quedan
mi ciudad verde asomada al sol del atardecer
con heridas que lentamente va restañando

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en medio de los cerros me elevo recorro la sabana
su verde profundo me abraza
mis deseos mas sentidos caen como lluvia
cruzo alucinada por puertas invisibles, tejas naranjas, ventanas al cielo
paseo por lugares perdidos, soy de esta ciudad de este clima
de este comportamiento distante, ambiguo, critico
los amigos de otros días con rostros transformados,
los amigos idos, el hilo roto

allí en medio de la plaza jóvenes cantan con sus banderas al aire
muchachas con su belleza pálida sonríen a hombres enlutados
viajo por mi ciudad me recuesto en el verde jardín
estoy atada a ella por todos los costados
la tierra me jalona, me atrapa
coros inusitados penetran las blancas paredes
jóvenes resueltos tiemblan en su sueño el cielo abierto los saluda
mi querida ciudad abandonada y plena en busca de la más propia humanidad.

No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.