Serán casi las siete en Milán. El Giuseppe Meazza, estadio que ha presenciado gestas históricas, añadirá una más a su colección. El onceavo colombiano viene de perder con Yugoslavia después de haberle ganado a Emiratos Árabes en el primer partido del grupo D. Alemania lleno de figuras que serán campeonas mundiales y solo empatarían un partido en su camino de Italia 90 son el rival a enfrentar.
Pero esa tarde del 19 de junio de 1990 nadie lo sabía aún. Y la selección Colombia solo necesitaba de un empate para clasificar por primera vez en la historia a Octavos de final y por supuesto, seguir con el sueño de la Copa Mundial. El protagonista del que se ha considerado uno de los goles más importantes de nuestra historia, fue Freddy Rincón que lo anotaría al minuto 47 del segundo tiempo. Solemos recordar su corrida inmortal frente al arco tras un pase del Pibe Valderrama y una narración inmortal de William Vinasco: "Bendito para el Pibe, el Pibe para Rincón, viene Colombia. Dios mío".
Aunque en 1968 el escritor uruguayo Eduardo Galeano ya le había dedicado todo un libro al deporte rey llamado Su majestad el fútbol, para 1995 después de su retorno a Uruguay debido al exilio por la dictadura, publicó su libro El fútbol a sol y sombra: una serie de escritos que hablan sobre figuras como Pelé y Maradona, sobre la pasión del hincha y las montañas de dinero detrás del deporte.
Según en las propias palabras del autor: "Este libro rinde homenaje al fútbol, música en el cuerpo, fiesta de los ojos, y también denuncia las estructuras de poder de uno de los negocios más lucrativos del mundo".
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Entre esos acontecimientos destacados y selectos se encuentra el gol de Freddy bajo el título: El gol de Rincón. Este es el relato completo:
“La pelota llegó al centro de la cancha. Ella iba en busca de una corona de electrizada pelambre: Valderrama recibió la pelota de espaldas, giró, se desprendió de tres alemanes que le sobraban y la pasó a Rincón, y Rincón a Valderrama, Valderrama a Rincón, tuya y mía, mía y tuya, tocando y tocando, hasta que Rincón pegó unas zancadas de jirafa y quedó solo ante Ilgner, el guardameta alemán. Ilgner tapaba el arco. Entonces Rincón no pateó la pelota: la acarició. Y ella se deslizó, suavecita, por entre las piernas del arquero, y fue gol”.
En la historia del deporte en Colombia hay tantas historias y leyendas cómo es posible imaginar. La de Rincón, anotando y sembrando en los pechos de todos los colombianos el fuego, es una de las que más se ha descrito. Al fin y al cabo, estos mitos terminan dándole forma a lo que concebimos como nación.