En un encuentro con periodistas, el irlandés, que recientemente también ha llegado a las librerías con la novela 'Long Island', habló este jueves sobre su nueva obra, quince ensayos breves sobre artistas y sus obras, con un prefacio en el que sugiere que "seguramente" se debe a la pintura que se iniciara en la escritura.
Marcado de por vida por su estancia en Barcelona cuando apenas contaba con 21 o 22 años, en el libro rememora cómo le fascinó en aquella época, a mediados de los años setenta, visitar el Museo de Arte Moderno, donde descubrió a pintores catalanes como Joaquim Mir o Isidre Nonell, artistas que una y otra vez pintaban el mismo cuadro.
En el caso de Nonell, le llamó la atención que hubiera ido a París y hubiera vuelto luego a España, a diferencia de lo que ocurrió con otros como Pablo Picasso. "Me pareció muy interesante la idea de la repetición constante, la modestia de esos artistas, que no se hubieran querido quedar en París", precisó.
Lo que esconde una cara
Por otra parte, siempre se ha fijado mucho en las caras de las obras de los grandes clásicos, ya sean las realizadas por Vermeer, Rembrandt o Velázquez.
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Gracias a sus lienzos, argumentó, se puede ver "la mucha vida y sensibilidad que se puede esconder dentro de una cara, de unos ojos, una nariz, algo que como novelista me parece fascinante".
Asimismo, se rinde a los retratos de Goya, más que a sus grabados o sus grandes pinturas de guerra, por lo que le llegan a sorprender.
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"Es un poco la idea de que no necesitas a la sociedad como telón de fondo, que no necesitas de la política, sino que te puedes concentrar, trabajar exclusivamente en el espíritu de la persona individual, en un rostro, donde todo encaja, donde todo tiene un orden", dijo.
Todo ello, aclaró, no significa que como escritor busque que sus novelas sean apolíticas o antipolíticas, pero sí que apueste, por ejemplo, cuando trata sobre la emigración, por centrarse en un personaje y describir su rostro melancólico.
"En ese momento estoy lanzando un mensaje político, pero es una versión más amable que hablar de la historia de la gran inmigración que hay al sur de España, que es muy violenta y dura. Explicando cómo es esa mujer lituana, esa emigrante, se la ve como una persona, como lo que somos todos", apuntó.
Sobre el título de 'La mirada cautiva', no escondió que se trata de un término un poco "vago". "Sólo quiere decir que me interesa mirar", apostilló.
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Con Miquel Barceló en la matanza del cerdo
Del mallorquín Miquel Barceló cuenta diferentes momentos en los que han estado juntos, desde una matanza del cerdo en Mallorca hasta una convivencia en una misma casa.
"Fue una época un poco extraña -confesó- en la que yo escribía en la sala de la casa y él pintaba en otra estancia. Yo tenía mucho interés en ver lo que hacía, pero él no me invitaba cada día a ver lo que pintaba. Lo que sí veía es que cada noche leía una novela y me pareció perfecto que le interesara tanto la literatura".
Respecto a Antoni Tàpies, ha dicho que de él le interesa, especialmente, la "repetición", que descubriera un método, que hiciera obras con diferentes materiales y que eso se prolongara a lo largo de más de cuatro décadas.
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En su caso, cuenta con seis novelas en las que habla de un pueblo muy pequeño, con los mismos personajes y la misma meteorología.
"El mundo puede estar quemándose y yo estoy hablando de este pequeño pueblecito. ¿Tiene alguna lógica? La cuestión es que repito este patrón, igual que hace Francis Bacon con sus caras, que son como de monstruo, como de animal. Este es el vínculo que puedo encontrar entre literatura y pintura", indicó.
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