"Los emigrantes, ahora", de Eduardo Galeano
Desde siempre, las mariposas y las golondrinas
y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua.
No son libres, en cambio, los caminos del éxodo humano.
En inmensas caravanas, marchan los fugitivos de la vida imposible.
Viajan desde el sur hacia el norte y desde el sol naciente hacia el poniente.
Publicidad
Les han robado su lugar en el mundo. Han sido despojados de sus trabajos y sus tierras. Muchos huyen de las guerras, pero muchos más huyen de los salarios exterminados y de los suelos arrasados.
Los náufragos de la globalización peregrinan inventando caminos, queriendo casa, golpeando puertas: las puertas que se abren, mágicamente, al paso del dinero, se cierran en sus narices. Algunos consiguen colarse. Otros son cadáveres que la mar entrega a las orillas prohibidas, o cuerpos sin nombre que yacen bajo tierra en el otro mundo adonde querían llegar.
Publicidad
Sebastião Salgado los ha fotografiado, en cuarenta países, durante varios años. De su largo trabajo, quedan trescientas imágenes. Y las trescientas imágenes de esta inmensa desventura humana caben, todas, en un segundo.
Suma solamente un segundo toda la luz que ha entrado en la cámara, a lo largo de tantas fotografías: apenas una guiñada en los ojos del sol, no más que un instantito en la memoria del tiempo.
"La bestia" (fragmento), de Daniel Rodríguez Moya
Tan filoso es el viento que provoca
la marcha de la herrumbre
sobre largos raíles,
travesaños del óxido…
Y qué difícil es
ignorar el cansancio, mantener la vigilia
desde Ciudad Hidalgo
hasta Nuevo Laredo,
sobre el ‘Chiapas-Mayab’ que el sol inflama.
Nadie duerme en el tren,
sobre el tren.
Agarrados al tren
todos buscan llegar a una frontera,
a un sueño dibujado como un mapa
con líneas de colores:
una larga y azul que brilla como un río
que ahoga como un pozo.
Publicidad
Atrás quedan los niños y su interrogación,
las manos destrozadas de las maquiladoras
que en un gesto invisible
dicen adiós,
espérenme,
es posible que un día me encarame a un vagón.
Queda atrás Guatemala,
Honduras, Nicaragua, El Salvador,
un corazón de tierra que late acelerado.
Las gentes congregadas muy cerca de la vía
con un trago en la mano,
el olor a fritanga y a tortilla
como si fueran fiestas patronales,
esperando el momento para subir primero,
y no quedarse en el andén del polvo,
montar sobre ‘La Bestia’, en el ‘Tren de la Muerte’
o esperar escondidos adelante,
en los cañaverales,
con un rumor inquieto.
Y esquivar a la migra.
Después habrá silencio durante todo el día,
un silencio asfixiante,
como un arco tensado que no escogió diana
y una tristeza
de funeral sin cuerpo
y paz de cementerio.
Publicidad
Es mejor no pensar en las mutilaciones,
en la muerte segura que hay detrás de un descuido
o en los rostros tatuados.
Amenazan igual que los jaguares,
aprovechan la noche y sus fantasmas
y ya todo es dolor y más tragedia.
Es tan lenta la noche mexicana…
Bajo la luna inquieta
una herida de hierro y de listones
traza un perfil oscuro,
un reguero de sangre que seguir.
El olor de la lluvia sobre la tierra seca
Se corrompe mezclado con sudor y gasóleo.
Es agua que no limpia, que no calma la sed,
que sucia se derrama
entre las grietas de la vieja máquina,
una oscura metáfora del animal dormido.
"Anfibios", de Joseph O. Legaspi
Los anfibios viven en ambas.
Los migrantes dejan su tierra,
endurecen en el mar.
Fuera del agua.
En griego, anfibio significa
“en ambos lados de la vida”.
Terra et Aqua. Costa.
En agua fresca:
los anfibios dejan
huevos sin hueso;
los migrantes dan luz
a americanos.
Publicidad
Renacuajos y ranillas
se transforman: branquias
a edad temprana. En tierra,
a los anfibios les crecen pulmones.
A los migrantes les crecen pulmones.
Con la piel húmeda,
los anfibios se oxigenan.
Los migrantes se desgastan
y duermen sin aliento.
Piel que da glándula.
Ojo que da párpado.
Los anfibios buscan tierra; los migrantes otras tierras.
Sus colores brillan, camuflaje.
Se sabe que caen
del cielo.
Bajo la lluvia se sienten en casa.
Publicidad
💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.
"Bajo la lluvia ajena V", de Juan Gelman
de los deberes del exilio:
no olvidar el exilio/
combatir a la lengua que combate al exilio
no olvidar el exilio/ o sea la tierra/
o sea la patria o lechita o pañuelo
donde vibrábamos/ donde niñábamos/
no olvidar las razones del exilio/
la dictadura militar/ los errores
que cometimos por vos/ contra vos/
tierra de la que somos y nos eras
a nuestros pies/ como alba tendida/
y vos/ corazoncito que mirás
cualquier mañana como olvido/
no te olvides de olvidar olvidarte
"Mitad mexicano", de Juan Felipe Herrera
Extraño es ser mitad mexicano, déjame ponerlo de este modo
yo soy mexicano + mexicano, entonces, queda la cuestión de la mitad
decir mexicano sin la mitad, bueno, eso quiere decir otra cosa
uno puede decir solamente mexicano
y entonces pensar en pirámides, vetas de obsidiana, códices de fuego, diosas con
rostros desollados, zarpas en los pies y cráneos como cinturones
—esto no es mexicano
estas son existencias, eso es decir:
esclavitud, tendones, corazones destazados sacrificios por el continuum
galaxias y quarks, la leche cósmica que fluye al interior de los árboles
luego oscuridad
Qué es lo otro —Sí,
eso también es mexicano, aun sin forma, salpicado de partículas.
Piezas europeas? Decir Colonia o Poder es incorrecto
mejor pensar en Kant en su diminuto cuarto
arrastrando sus calcetines negros en busca de la noción del tiempo
o Einstein volviendo sobre la ecuación errónea
acerca del modo en que la luz se curva —todo esto tiene que ver con
El medio, el medio-algo, cuando se es medio-alguien
Tiempo
Luz
Publicidad
Cómo ellos te acechan y cómo tú les imploras,
todo esto se convierte en tu proyecto de por vida, esto es
tú eres mexicano. Una mitad mexicano la otra mitad
mexicano. Entonces, la mitad en contra de sí misma.
🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.