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120 años del nacimiento de Silvina Ocampo

Se conmemoran los 120 años del nacimiento de la célebre escritora argentina Silvina Ocampo, una figura icónica en la literatura latinoamericana del siglo XX. Le aquí su historia y algunos de sus poemas.

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El primero libro de Silvina Ocampo "Viaje olvidado" (1937) y el último "Las repeticiones", publicado póstumamente en 2006.
Archivo

Silvina Ocampo nació el 28 de julio de 1903 en Buenos Aires, Argentina, en una familia de la alta sociedad. Desde temprana edad, mostró un profundo interés por la literatura y las artes. Su educación privilegiada le permitió desarrollar una perspectiva única del mundo y una sensibilidad especial hacia la naturaleza humana.

En 1937, publicó su primera obra literaria, Viaje olvidado, un libro de cuentos que llamó la atención de la crítica por su estilo innovador y temas psicológicos profundos. Este fue solo el comienzo de una carrera literaria fructífera que abarcó varias décadas.

En los años 40, Ocampo fundó junto a su esposo Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges la revista literaria "Sur", que se convirtió en una plataforma importante para escritores y artistas de la época. En esta revista, Silvina publicó varios de sus cuentos y poemas, que destacaron por su prosa lírica y su exploración de los misterios de la existencia.

A lo largo de su vida, produjo una serie de libros de cuentos que la establecieron como una maestra del género. Entre sus obras más destacadas se encuentran Cornelia frente al espejo, Las invitadas y La promesa. Sus cuentos a menudo se caracterizan por la presencia de elementos fantásticos y surrealistas, así como por una mirada aguda y crítica sobre la sociedad y la condición humana.

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Sin embargo, la versatilidad de Silvina Ocampo no se limitó a la narrativa corta. También escribió poesía, obras de teatro y ensayos. Su poesía, recogida en libros como Espacios métricos y Los nombres, se distingue por su lenguaje evocador y su capacidad para expresar emociones complejas.

Además de su faceta como escritora, Silvina Ocampo también se destacó en el ámbito artístico. Realizó numerosas exposiciones de sus pinturas y dibujos en Argentina y en el extranjero, demostrando su talento y sensibilidad en las artes visuales.

La vida de Silvina Ocampo estuvo marcada por una intensa relación con otros grandes escritores y artistas de su tiempo, como Borges, Bioy Casares, Victoria Ocampo, entre otros, lo que enriqueció aún más su obra y su visión del mundo.

Tres poemas de Silvina Ocampo

Al rencor
No vengas, te conjuro, con tus piedras;
con tu vetusto horror con tu consejo;
con tu escudo brillante con tu espejo;
con tu verdor insólito de hiedras.
En aquel árbol la torcaza es mía;
no cubras con tus gritos su canción;
me conmueve, me llega al corazón,
repudia el mármol de tu mano fría.
Te reconozco siempre. No, no vengas.
Prometí no mirar tu aviesa cara
cada vez que lloré sola en tu avara
desolación. Y si de mí te vengas,
que épica sea al menos tu venganza
y no cobarde, oscura, impenitente,
agazapada en cada sombra ausente,
fingiendo que jamás hiere tu lanza.
Entre rosas, jazmines que envenenas,
¿por qué no te ultimé yo en mi otra vida?
Haz brotar sangre al menos de mi herida,
que estoy cansada de morir apenas.

El sueño recurrente
Llego como llegué, solitaria, asustada,
a la puerta de calle de madera encerada.
Abro la puerta y entro, silenciosa, entre alfombras.
Los muros y los muebles me asustan con sus sombras.
Subo los escalones de mármol amarillo,
con reflejos rosados. Penetro en un pasillo.
No hay nadie, pero hay alguien escondido en las puertas.
Las persianas oscuras están todas abiertas.
Los cielos rasos altos en el día parecen
un cielo con estrellas apagadas que crecen.
El recuerdo conserva una antigua retórica,
se eleva como un árbol o una columna dórica,
habitualmente duerme dentro de nuestros sueños
y somos en secreto sus exclusivos dueños.

Las huellas
A orillas de las aguas recogidas
en la luz regular del suelo unidas
como si juntas siempre caminaran,
solas, parecería que se amaran,
en la sal de la espuma con estrellas,
sobre la arena bajo el sol las huellas
de nuestros pies desnudos
tan lejanos, y mudos.
Dejando una promesa dibujada
nuestra voz entretanto ensimismada
se divide en el aire y atraviesa
la azul crueldad de la naturaleza
mientras solos cruzamos
la playa y nos hablamos.

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