Acusado de aumentar la censura y los ataques a la disidencia, el gobierno nacionalista del primer ministro Narendra Modi emitió un aviso en 2020 a los cineastas de que cualquier guion sobre las fuerzas armadas necesitaría autorización previa.
Onir, una de las primeras figuras de Bollywood en admitir su homosexualidad, quedó prendado por la historia del comandante J. Suresh, que protagonizó titulares en 2020 al dejar el armario y anunciar: "¡Fuera! ¡Orgulloso! ¡Liberado!". "Soy gay, y estoy muy orgulloso de que soy gay", escribió en su blog el excomandante, que sirvió en una de las regiones más complicadas de India, Cachemira. Después ofreció una entrevista a la televisión nacional que se hizo viral en este país socialmente conservador.
A partir de allí, el cineasta Onir escribió "We Are" (Nosotros somos), narrando las historias de una mujer trans, una lesbiana, un bisexual y un amor ficticio entre un militar gay y un chico de Cachemira. Cuando solicitó al ministerio de Defensa un "certificado de no objeción", que la mayoría de estudios, productoras y plataformas de visionado tratan ahora de conseguir por precaución, este fue rechazado. "Me dijeron que el hecho de que retrata un soldado como gay es ilegal", dice este cineasta, que solo utiliza un nombre.
"Barómetro del patriotismo"
India no despenalizó las relaciones entre personas del mismo sexo hasta 2018 con una sentencia del Tribunal Supremo, pero la homosexualidad y el adulterio siguen siendo castigados en la Ley del Ejército con penas de hasta 10 años de cárcel.
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El viceministro de Defensa Ajay Bhatt confirmó al Parlamento la semana pasada que no se autorizó la película por "el retrato de una relación romántica entre un soldado en Cachemira y un chico local que deja en mal lugar al ejército indio y genera preocupaciones de seguridad".
También defendió que la autorización previa al rodaje no era anticonstitucional ni negaba la libertad de expresión y que el gobierno quería asegurarse que las fuerzas armadas "no fueran retratadas de una forma que conllevara desprestigio".
Pero el cineasta residente en Bombay, de 52 años, asegura que las películas con soldados que se enamoran de mujeres nunca son rechazadas. "¿Por qué la sexualidad de uno se convierte en el barómetro del patriotismo o la habilidad de defender la nación?", se pregunta.
"Todo el mundo parece ofenderse por pequeñas cosas, ¿pero qué pasa con la creatividad y los sentimientos de los artistas?", añadió. "Nosotros no importamos". Varias de sus películas abordaron cuestiones homosexuales, como "Mi hermano Nikhil", la historia del campeón de natación indio Dominic D'Souza que fue detenido en los años 1980 tras dar positivo al VIH.
Otra obra suya "I Am", compuesta por cuatro historias de relaciones homosexuales, fue nombrada la mejor película del año en India, pero nunca ha sido emitida en televisiones por satélite.
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Modi "ha invocado al ejército"
Algunas de las series y películas bélicas más populares en India recientemente han sido de corte nacionalista, con soldados heroicos, como una película inspirada por una operación ordenada por Modi en la zona de Cachemira controlada por Pakistán, "Uri: The Surgical Strike" (Uri: el ataque quirúrgico).
La populista visión del primer ministro de una India poderosa liderada por la mayoría hindú le ha brindado múltiples victorias electorales y un fuerte apoyo entre las fuerzas armadas, cuyos presupuestos y beneficios ha aumentado.
Pero los críticos aseguran que dar a los militares este control sobre cómo son retratados no es apropiado en un país democrático. "Es problemático", dijo Hartosh Singh Bal, editor político de la revista Caravan. "¿Cómo puede el ejército decidir cómo es retratada, vista o criticada por la gente?", lanzó.
Las fuerzas armadas indias han estado tradicionalmente apartadas de la política interna, a diferencia de lo ocurrido en los vecinos Pakistán, Bangladés o Birmania, que han vivido varios golpes militares.
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Pero el gobierno de Modi "repetidamente ha invocado al ejército con su patriotismo en la política interna" y ahora generales veteranos han "empezado a hacer comentarios políticos", dijo Bal. "Se me ocurre un paralelismo democrático en que el ejército tiene derecho a controlar la libertad de expresión: al otro lado de la frontera, en Pakistán", explicó. "Pero a nadie del gobierno le gusta esta comparación", añadió.