"Esta noche me dais la palabra y no puedo contentarme con expresar mi felicidad por el premio", dijo la realizadora francesa al subir al escenario junto a todo su equipo para recoger la Palma de Oro.
Recordó que este año se ha vivido en su país "una protesta histórica, extremadamente potente y unánime contra la reforma de las pensiones, protesta que ha sido negada y reprimida de forma chocante".
"Y ese camino de poder dominador es cada vez más descarado" y estalla en todas las áreas. Aunque socialmente es dónde más se nota, es algo que se puede ver "en todas las áreas de la sociedad y el cine no se escapa a ello".
"La mercantilización de la cultura que el gobierno neoliberal defiende está rompiendo la excepción cultural francesa -medidas para proteger e incentivar el arte francés frente a la globalización-. Esa misma excepción cultural sin la cual yo no estaría delante de ustedes hoy", agregó la directora.
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Por eso, dedicó su premio a las y los jóvenes realizadores y a todos los que ahora no pueden rodar. Y que no tienen un espacio "que yo ocupé hace 15 años en un mundo que era menos hostil y que permitía pensar que era posible equivocarse".
Un discurso muy reivindicativo de una realizadora que ha conseguido la Palma de Oro por una película muy íntima, que se centra en las sospechas que recaen sobre una mujer (interpretada por la alemana Sandra Hüller) tras la muerte de su marido, que en un primer momento se consideraba accidental. No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.