El 20 de julio, cuando la película sobre el "padre" de la bomba atómica J. Robert Oppenheimer debutó en salas comerciales, hacía una década que en Uruguay no se estrenaba en cinta tradicional, algo que la industria cinematográfica abandonó por la tecnología digital.
"Todo surge de que Christopher Nolan, que filma en celuloide y es activista por la protección de los archivos fílmicos, pide que en todos los países donde se pueda proyectar en soporte fílmico, ya sea en 70mm o en 35mm, se haga en esa forma ", cuenta a la AFP Lorena Pérez, coordinadora del Archivo Fílmico de Cinemateca Uruguaya.
El cineasta británico, autor de "Memento", "Dunkerque" y la trilogía "Batman", rodó "Oppenheimer" en alta resolución para exhibición ideal en 70mm, algo poco común. Pero Cinemateca Uruguaya, una institución privada que muestra asiduamente su acervo fílmico, sí tenía los medios para exhibir la película en 35mm, un soporte que respeta la obra original mucho más que el digital.
"En el fílmico, los negros son más negros y los blancos son más blancos y en el medio hay una gama mucho más grande. Y al proyectarse, cada fotograma es diferente. El digital es mucho más chato. No es mejor ni peor, es diferente", explica Pérez.
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Y agrega: "Nolan pensó 'Oppenheimer' para que se vea en pantalla grande. No es igual la experiencia de verla en el celular o en un plasma en tu casa. En el cine es mucho más envolvente".
"Una especie de DJ"
Son las 20H45 de una noche fría y ventosa de invierno. Los espectadores llenan la sala 2 de la sede de Cinemateca Uruguaya en la Ciudad Vieja de Montevideo. Está por comenzar "Oppenheimer" y en la cabina está todo listo para la función de tres horas. "Son nueve rollos, es una película larga", dice el proyeccionista Martín Ramírez, que ya enhebró los dos primeros.
Los dos proyectores Kinoton permiten no tener que empalmar las cintas. Cuando está por acabar el rollo de 20 minutos, una marca indica cuándo largar el siguiente. "Somos como una especie de DJ y los cambios tienen que salir de la mejor manera. La idea es que no se note", añade Ramírez, de 47 años, sobre un oficio que aprendió en la práctica hace 12, aunque considera "en extinción".
"Termina el primer rollo, se rebobina para el día siguiente y así con todos, por eso es un poco mecánico el trabajo, requiere igual mucha atención", continúa, mientras el sonido de la película se mezcla con el zumbido del proyector.
Para Ramírez, ver cine en 35mm tiene un poco el "encanto de escuchar vinilos". Un reto adicional de la proyección de "Oppenheimer" es que la copia requiere subtitulado electrónico en español. "Hay una persona en la sala con una computadora, con los subtítulos que ya están traducidos y cuando hago el cambio de rollos tiene que acoplarse", dice Ramírez.
Argentina, Ecuador y México
"Oppenheimer" también se está exhibiendo en 35mm en Argentina, Ecuador y México, según datos de la oficina regional de Universal Studios. Además, se enviaron copias en 35mm a Alemania, Austria, Australia, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Hong Kong, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido, República Checa y Suecia.
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En Uruguay, la respuesta del público superó con creces las expectativas. Al finalizar la tercera semana de exhibición, la vieron más de 2.300 personas en 35mm, con "casi 100% de ocupación en cada función", dijo a la AFP Carlos Parodi, gerente de ventas de RBS, la distribuidora de "Oppenheimer" en el país.
"Traer la copia a Uruguay costó 4.500 dólares, pero ya fue recuperado por la taquilla de Cinemateca", indicó. Pérez no se sorprende. "Uruguay es un país cinéfilo", dice.
Cinemateca Uruguaya nace en 1952 a partir de cineclubistas que querían acceder a más copias y generar muchos más ciclos. En 1972 pasa a ser una asociación civil sin fines de lucro y se convierte en un referente cultural. Actualmente tiene más de 15.000 obras en formato fílmico. Socios y no socios se encuentran regularmente en las tres salas del moderno complejo inaugurado en 2018.
Nadie sale indiferente de la película de Nolan, y muchos son jóvenes. "Sin duda es muy impactante. Es de las primeras veces que veo una película en 35mm, o sea que fue toda una experiencia" , dice Martina Grande, de 29 años. "¡Desde 1974 con 'Tiburón' no venía tan entusiasmado al cine!", exclama Víctor Reolón, un jubilado que compró su entrada con una semana de antelación.
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