Pensar en vampiros implica hacerlo como una representación de los tiempos y los contextos. Los monstruos no siempre han sido los mismos, sin embargo, guardan un continum. El cine, como otros lenguajes, hacen metáforas, símiles, parábolas del ejercicio del poder. En esta oportunidad, para indagar sobre los vampiros en occidente, dos disciplinas nos otorgaran algunas pistas, la antropología y el cine. La primera, inspirada en Carlos Guillermo Páramo y su conferencia “Drácula desconectado” y, la segunda, inspirada en la fascinación de Luis Ospina por estos seres.
Las películas de cine b son aquellas donde la violencia y la sangre son explícitas, además, su producción no precisa de altos costos, pues la puesta en escena, en algunas ocasiones, parece hecha con comida, como "The Devil Death" (1981) de Sam Raimi. Este cine ha cautivado a muchas personas por hacer representaciones de la oscuridad y la condición humana desde el horror. El cine clase b y de terror fascinó a Luis Ospina desde pequeño y fue un gusto que mantuvo hasta el final de sus días. Todo comenzó en su infancia, cuando su padre proyectaba películas en el garage de la casa y allí, daba seriales con el actor Buster Crabbe quien interpretaba a Flash Gordon. El mundo acartonado y de fantasía tan falso, lo sedujo. Posteriormente, veía las películas de terror japonesas que siempre terminaban en la destrucción de Tokyo, con animales que mutaban, una gran mariposa, un gran lagarto, Godzilla. Más adelante, cuando estudiaba cine en los Angeles, compartía apartamento con un mexicano, quien tenía un televisor muy pequeño y en este, en las noches veía películas de serie b, fue ahí, donde su gusto por ese cine de horror que navega entre la risa y el miedo, se implantó.
¿Por qué son tan fascinantes los vampiros?
La respuesta puede partir de una obviedad, es casi universal la obsesión cultural por los esperpentos y monstruos succionadores de sustancias vitales. Respuesta que trae consigo la pregunta ¿qué tanto tienen estos seres de nosotros? y la respuesta, precisamente, se construye a modo de genealogía. El vampiro más famoso en occidente es Drácula, pero su representación, la iconografía del vampiro, nos siempre fue la misma. En 1608, un monje ambrosiano se remonta a la tradición de la cacería de brujas de finales del siglo XV, donde del "Martillo de las Brujas" recoge el precedente del martillo, que también se encontrará en Drácula. Drácula y el mundo vampírico aparecen en las páginas del "Compedivm Maleficarvm" de 1608, sin llamarlos por ese nombre. Sin embargo, sí, aparece la idea de los muertos vivientes, de los seres que regresan sedientos de sustancias vitales. En la imagen de este texto, aparece el monstruo compartiendo libros a los humanos, pero estos libros, significaban la idea de la peligrosidad y la contaminación. Justamente Drácula habla sobre la peligrosidad, de la contaminación y de la extracción. En 1897, en Inglaterra, aparece Drácula, el vampiro más famoso. Una novela de Bram Stoker. Un conde que anda buscando a seres vivos para convertirlos en seres de mal. Una historia donde los deseos profundos emergen de la noche. A diferencia de los textos anteriores al siglo XIX, en Drácula, la monstruosidad está dentro de nosotros, pues en los siglo pasados, la monstruosidad estaba en el bosque, en la distancia, en lo desconocido. Drácula es el parásito del mal. Drácula es una enfermedad, es la enfermedad del distanciamiento, de la estigmatización, de la desconfianza, de la misoginia y del extractivismo.
Publicidad
Estos son los recomendados de Luis Ospina
Para Luis Ospina, el vampiro es una parábola del poder y fue lo que quiso representar en su película “Pura Sangre” 1982. Para su creación unió tres personajes: El monstruo de los mangones, Drácula y Howard Hughes. Los vampiros fueron uno de los denominadores comunes con Andrés Caicedo. "Cuando yo conocí Andrés Caicedo coincidimos en esta fascinación por los vampiros, claro que él todavía la tenía más que yo, porque él sí se la creía; yo nunca me la creí del todo" Exclamó Ospina en 2019. Y aunque nunca se lo creyó del todo, su fascinación por estos seres siempre estuvo. A continuación, sus recomendados de vampiros.
Nosferatu (1922) de Friedrich Wilhelm Murnau
Inspirada en la novela de Bram Stoker, "Nosferatu" fue la décima película del director alemán, F.W. Murnau, cuando tenía 34 años. El guion de la película fue elaborado por Henrik Galeen. A pesar de contar con una recepción inicialmente modesta, la película se vio envuelta en una polémica legal debido a una denuncia de plagio presentada por los herederos de Stoker. Esto llevó a la prohibición de la película, aunque algunas copias lograron sobrevivir, lo que finalmente la convirtió en una obra de culto en el mundo del cine.
Vampire (1932) de Carl Theodor Dreye
Se basó en los relatos "Carmilla" y "La posada del dragón volante" de Sheridan Le Fanu. Es interesante notar que "Carmilla" fue una influencia en la famosa novela "Drácula" de Bram Stoker. Sin embargo, Dreyer nunca consideró adaptar la obra de Stoker, ya que en ese momento Tod Browning había obtenido un éxito estruendoso con su versión de "Drácula", protagonizada por Bela Lugosi, que sigue siendo una de las adaptaciones más famosas.
Publicidad
Drácula (1958) de Terence Fisher
Esta película se estrenó el 16 de junio de 1958 , contó con Christopher Lee en el papel del Conde Drácula y Peter Cushing en el papel del Doctor Van Helsing.
Publicidad
Drácula de Andy Warhol (1974)
"Blood for Dracula", también conocida como "Andy Warhol's Dracula" en inglés, o en español como "Sangre para Drácula" o "Drácula de Andy Warhol", es una película británico-italiana dirigida por Paul Morrissey y producida por Andy Warhol y Andrew Braunsberg. La película está protagonizada por Udo Kier en el papel de Drácula, Joe Dallesandro, Maxime Mckendry, Stefania Casini y Arno Juerging.
La película es una adaptación única y a menudo peculiar de la historia de Drácula. Además de Udo Kier en el papel de Drácula, la película cuenta con la aparición de Roman Polanski en un cameo y Vittorio de Sica en un papel secundario.
No olvide sintonizar la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar