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La fe y el movimiento, una conversación con la cineasta Jessica Beshir

En el año 2021, la cineasta mexico-etiope Jessica Beshir estrenó su película "Faya Dayi", un viaje al interior de la migración etíope y los rituales del Khat. Esta película es un puente entre los orígenes de la propia Beshir y la situación actual de miles de jóvenes que tienen que escapar de Etiopía en búsqueda de una vida digna.

Faya Dayi
"Faya Dayi" es una película documental dirigida, escrita, protagonizada y producida por Jessica Beshir. Puede verla en la plataforma Mubi.
Cortesía

Mastícala, no va a doler. Mastícala, una dos tres veces. Llévala a los molares, desintégrala con la losa de tus dientes, aunque no se pierda del todo: el khat nunca se va del todo. Agarra la hoja, desmenúzala, ¿parece otra cosa? No otra cosa, cualquier otro árbol, una hoja ordinaria del Cuerno de África o de las Américas, pero el khat no es alguna hoja, es la flor del paraíso: lo dicen los cantos antiguos. Así que mastícala, medita en ella, rompe el tiempo. Distrae tu estómago, no hay comida, el camino es largo. Somos hombres escapando del origen, estamos solos y al mismo tiempo nos posee la humanidad entera. ¿Dónde estamos ahora? En Etiopía. Habrá que seguir caminando para encontrar un destino, pero el destino no existe, solo su promesa, solo la fe y todo hombre necesita tener fe. Mastica el khat, te digo, que los días se estiran cuando las piernas no alcanzan. Mastícalo, que no hay lugar a donde llegar y, sin embargo.

*

La cineasta etíope-mexicana, Jessica Beshir recuerda un sueño. En él, un hombre que está invadido por el miedo, recibe un mensaje de dios que lo obliga a buscar el agua sagrada. En la batida, el tipo recorre el mundo y cuando cree que ha llegado al origen de la bebida, su peregrinación vuelve y comienza. Beshir se conmueve con la escena del hombre. Piensa que todos estamos buscando algo, y regresa a sí misma y su pesquisa. Se le cruzan las imágenes de su padre africano y un origen disperso en el tiempo. “Yo tenía esa necesidad, ese anhelo de reconectar con mis raíces. Regresar a Etiopía”.
La única forma que encontró para recorrer el camino de vuelta fue haciendo una película que retratara lo que el movimiento significa para sus ancestros, pero, sobre todo, lo que el movimiento es hoy para los jóvenes etíopes. Hacer la cinta le llevaría más de diez años, la titularía Faya Dayi, y hoy podemos verla a través de Mubi.

Faya Dayi
El Khat es al cuerno de África lo que la hoja de coca es a los Andes latinoamericanos.
Cortesía

En la historia, un grupo de jóvenes que al inicio de del filme son apenas unos niños, se preguntan todo el tiempo cómo salir de Etiopía, cómo resbalarse entre las grietas de la represión estatal y escapar de una pobreza que los asfixia sin misericordia. Deciden emprender la huida caminando hacia la fronteras masticando sin cesar el Khat, un estimulante vegetal originario de las zonas tropicales de África oriental, usada desde hace siglos en Yemen, Yibuti, Etiopía, Somalia, kenya, Tanzania, como parte fundamental en sus ritos espirituales. El Khat es al cuerno de África lo que la hoja de coca es a los Andes latinoamericanos.

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El viaje lleva a Mohammed Arif, Ibrahim Mohammed y a Biniam Yonas por un recorrido geográfico a través de Harar, ubicada al este de Etiopía y capital de la Región de Harari. Ellos, que actúan de sí mismos y al mismo tiempo de todos los jóvenes migrantes del país, mientras que abandonan su patria repasan en su boca el Khat. "Las reflexiones que surgen en el ritual del Khat tienden a ser casi que metafísicas, yo vi a estos niños al principio, luego jóvenes, durante diez años y cuando comenzaron su travesía no era demente que lo hicieran también en el Khat. Qué dice más de nosotros que el movimiento, no lo sé. Yo siento que toda mi vida ha sido una búsqueda. Todos los hombres y mujeres estamos buscando algo parecido a la fe, ¿por qué?, me lo preguntas. Porque no podemos estar con el corazón vacío", dice Jessica Beshir, a través de una pantalla.

El trabajo de Beshir en esta película es algo más que contemplativo, es una aproximación al migrante de forma íntima y compleja. Se da, sobre todo, porque es ella misma el espejo de esa migración. Una mujer que regresa a su tierra a escuchar en una lengua que pareciera que no le pertenece, las historias de viejos zapateros y viejos comerciantes sobre el padre suyo, ese padre de Etiopía al que ella conoció en México. ¿Cómo habitan en una persona dos lugares que parecen tan cercanamente distintos? Para qué sirve preguntarnos sobre nuestro origen si no nos atrevemos a ir y verlo de frente. Beshir en Faya Dayi intenta la valentía de ver esa herida y contarla como puede, logra entonces una cinta estrecha y al mismo tiempo enorme. Que cruza la grieta de la memora y crea una idea física, masticable y poderosa del amor y el encuentro.