El realizador argentino Hernán Rosselli, que estrenó este jueves su película Algo viejo, algo nuevo, algo prestado en la Quincena de Cineastas de Cannes, asegura que el sector está "en estado de completa alarma" por los recortes del Gobierno de Javier Milei, que "ataca" al cine todo el tiempo.
"Estamos todos en estado de completa alarma. En principio porque el INCAA (el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina) está paralizado desde diciembre y desde el Gobierno de Javier Milei se ataca todo el tiempo al sector de la cultura y del cine", lamentó Rosselli.
"Da la sensación -prosiguió- de que entendieron que ahí había una batalla, una batalla cultural por dar, como que sintieron que había mucha gente de izquierda de repente en el cine. Y la verdad que es bastante desalentador el panorama".
Con el INCAA ya paralizado en la primera mitad del año, "la industria "ya cree que este es un año perdido", advierte Rosselli, dado que "ya no va a haber más rodajes" al margen de algunas películas de grandes plataformas este año.
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"Los técnicos se van a disputar por trabajar y es la pérdida de miles y miles de puestos de trabajo", denuncia más allá del aspecto puramente artístico este cineasta, que acude por primera vez a Cannes gracias al tercer largometraje de su carrera.
Pese a todo, la ofensiva contra la industria cinematográfica lo que ha logrado es "unir al sector", considera el Rosseli, algo que no es fácil normalmente.
Y es que el cine argentino es "único en la región", sostiene Rosselli, y "probablemente el más diverso de Latinoamérica", con grandes películas industriales, mucho cine independiente, revistas y cineclubes, que demuestran que es "un pueblo muy cinéfilo".
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Una matriarca del juego clandestino
Algo viejo, algo nuevo, algo prestado cuenta la historia de los Felpeto, una familia que regenta un negocio clandestino de lotería y apuestas en los suburbios de Buenos Aires.
Tras la muerte del padre, es la matriarca la que debe hacerse cargo de las quinielas ilegales, las cuentas y las relaciones con otros corredores.
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Pero la película, que utiliza metraje antiguo de los verdaderos Felpeto que participan en la película y que usa un estilo muy documental, se asemeja más a una inmersión en la vida real -con tintes de cine de mafia- de una familia verdadera.
"Evidentemente es una ficción, porque yo estoy accediendo a momentos de intimidad muy grandes que en un documental no sería posible", matiza.
Lo que busca Rosselli es que la audiencia "se esté un poco preguntando todo el tiempo por la naturaleza del material", y sobre si las personas que está viendo en la pantalla son actores interpretándose a sí mismos o si por el contrario son personas reales.
"Eso me parece interesante", detalla el cineasta, que ve en esa propuesta diferente una de las claves por las que su obra fue seleccionada para la Quincena de Cineastas (antes Quincena de Realizadores).
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"La gente que está acostumbrada y trabaja de ver películas se vuelven como una especie de taxistas audiovisuales, donde están acostumbrados a ver lo mismo, incluso los tópicos del cine de autor, que a veces es más pesado. Es preferible ver una buena película industrial que una mala película de autor", opina.
"Y creo que cuando aparece algo que un poco se desvía en la lógica de dar la información de siempre y te logra cautivar a pesar de que trabajas bien 200 películas, como que ahí, según me dijeron, eso les atrapó", concluye.
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