"El papa lidera a 1.600 millones de cristianos, de alguna manera es el mayor dictador del mundo, el Vaticano es una dictadura donde una sola persona lo decide todo", dijo el director alemán en la segunda jornada competitiva del festival.
Protagonizada por Ralph Fiennes y basada en la novela homónima de Robert Harris, la película se adentra en el corazón de uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo, la elección de un nuevo Papa, e imagina lo que sucede detrás de las puertas cerradas del Vaticano.
Su anterior trabajo, con el que Berger obtuvo nueve nominaciones a los Óscar y ganó cuatro, incluido el de mejor película internacional, era un filme "violento y con poco diálogo" y esta historia le interesó por ser todo lo contrario.
"También era una batalla pero a puerta cerrada y con las palabras como armas", afirmó.
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A un nivel más profundo, precisó, se trata de una historia sobre la crisis de fe que atraviesa el personaje principal, el cardenal Lawrence (Fiennes), encargado de dirigir el cónclave y una reivindicación de la duda frente a los discursos totalitarios.
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Berger sostiene que las dinámicas que se generan en torno al acceso al poder son similares en cualquier entorno, sea el Vaticano, un partido político o un periódico y que a veces "ocurren cosas inesperadas que hacen que la opinión pública se desvíe repentinamente hacia otro lado".
En el filme, que tiene un sorprendente y contundente giro final, muestra también el ensimismamiento de las instituciones frente a la realidad exterior, que les explota, literalmente, en la cara, una parábola sobre la crisis la democracia.
"Empezando por Estados Unidos y Rusia, en todo el mundo la gente ha empezado a cuestionarse si la democracia es el mejor sistema y hablamos de instituciones que nos han traído la paz durante décadas, es algo realmente problemático", dijo Berger.
Acompañan a Fiennes en el reparto Stanley Tucci, Sergio Castellito e Isabella Rossellini, cuyo papel de una monja en el Vaticano saca a relucir la cuestión de la participación de las mujeres en la Iglesia.
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"No le está permitido hablar, solo servir, cuidar a los hombres y asegurarse de que pueden llevar a cabo su trabajo, pero cuando circunstancialmente alza la voz consigue un cambio profundo en los otros", describe Berger.
En una rueda de prensa posterior el director explicó que se ha inspirado en los thrillers políticos de los 70 de Alan Pakula y que le interesa trasladar al espectador "la experiencia visceral" de un personaje, en este caso el cardenal Lawrence.
"Ralph es un actor que te introduce en su alma sin hablar, puedes ver en sus ojos lo que siente, es magia", afirmó.
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