En una entrevista con EFE a horas de inaugurar la sala de la galería Henrique Faria New York que le ha invitado en esta ocasión, la sexta vez que participa en ARCO, cuenta que la obra que expone, Cartográfica, está formada por tres ejes: su reciente viaje a Angola, la migración en el Mediterráneo y esta conversión entre "el sur del mundo".
"Estoy contando la relación con el sur, de América Latina con África, que es donde estuve pasando una residencia, en Angola, y noté que el vuelo de São Paulo a Luanda dura escasas 7 horas, estamos más cerca de lo que creemos", narra.
Al respecto, explica que a través de esa residencia de tres semanas en el país africano trabajó "en la cercanía de estos continentes que estaban unidos geológicamente" hace unos 150 millones de años cuando los territorios que hoy son Brasil y Angola estaban unidos.
Para representar esa unión, uno de los trabajos de la muestra consiste "en un mapa con unas fotos cosidas, unas piezas de algodón y unos grabados históricos del cruce del mar con los esclavos". "Fuimos lo mismo, somos lo mismo", asume el artista, quien con este proyecto quiere "asumir" su "identidad latinoamericana" así como de "exiliado y nieto de exiliados".
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"El texto principal de la muestra dice la esclavitud es tortura en portugués porque lo hice en Angola, y no olvidemos que los principales transportadores de esclavos fueron los portugueses", recuerda.
Un diálogo "que no tenga que pasar por Nueva York, París o Madrid"
El artista pide que ambas regiones del mundo que tanto compartieron desde el comienzo de la tierra, mantengan un diálogo nuevo que "no tenga que pasar por Nueva York, París o Madrid" sino que sea sin intermediarios para poder solucionar también sus problemas comunes. "Un diálogo sur-sur directo porque los latinoamericanos hemos perdido cierto enamoramiento con Europa por el trato que le dieron a los migrantes en los últimos años, ves una conducta que es una vuelta atrás al fascismo más absurdo, moralmente no reivindicable", critica.
Brodsky, conocido por su arte político y su fuerte compromiso con la memoria histórica, cree que ese tipo de arte "durante muchos años no se consideraba un producto" propio de esa industria sino "propaganda". "Ahora es tendencia, pero yo tuve que vivir 30 años sin que lo fuera, ahora el tipo de arte que hago o la trayectoria que tuve me permite dedicarme a esto", expresa.
A su juicio, el arte político ha llegado a ser aceptado como tal porque "los artistas hablan de lo que sienten y están afectados por la realidad política. "Yo tengo un hermano desaparecido, yo hago un arte político de la memoria, trabajo con eso, es aceptado por la sociedad civil que es mucho más importante que el mercado, el mercado se incorpora porque el coleccionista es un tipo sensible y estos temas le interesan o le afectan", subraya.
Por todo ello, asegura que le importa "un carajo" que su arte se ajuste a las leyes del mercado y pide a los que vienen por detrás de él en esta profesión "creatividad, originalidad y compromiso con lo que hacen: "es la única forma, hay que creérselo uno, sin copiar a nadie".
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