Ryu era estudiante cuando fue reclutado para luchar por Corea del Sur después de la invasión del Norte comunista iniciada el 25 de junio de 1950 con el objetivo de reunificar a la fuerza la península dividida por Moscú y Washington al final de la Segunda Guerra Mundial.
Con 91 años, lo único que Ryu quiere ver antes de morir es el fin real de la guerra en la que luchó. Si bien un armisticio puso fin a las hostilidades el 27 de julio de 1953, nunca se firmó un tratado de paz, por lo que las dos Coreas siguen técnicamente en guerra.
Y las relaciones entre ambas se encuentran ahora en uno de sus peores momentos: la diplomacia está empantanada, el líder norcoreano Kim Jon Un amenaza con la "aniquilación" del vecino meridional y el Sur refuerza la cooperación militar con su tradicional aliado estadounidense.
"He vivido 70 años con una bala de un arma comunista china clavada en el centro de mi cuerpo", dice el veterano Ryu, que todavía guarda recuerdos horrorosos de los sangrientos combates que vivió como adolescente.
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"No se debería permitir que ocurriera una guerra otra vez", afirma ante sus crecientes temores de una reanudación de los combates en lo que muchos llaman la última frontera de la Guerra Fría.
Ryu quedó gravemente herido en los compases finales del conflicto, al encontrarse cara a cara con un soldado chino en la batalla de Kumsong. Pero una vez recueprado, se volvió a alistar. "Era mi deseo reunificar el Norte y el Sur con mis manos, conseguir una península reunificada", dice.
"Sufrimos la guerra, pero el sufrimiento no mereció la pena dado que estamos entregando un país cortado por la mitad a las generaciones futuras", lamenta.
Caminos divergentes
La península de Corea continúa dividida por una zona desmilitarizada. Y las trayectorias de ambos países se han separado enormemente, especialmente en años recientes.
El empobrecido Norte, donde ha habido informaciones recientes de hambrunas, está dirigido por la tercera generación de la familia Kim, obsesionada en el desarrollo de armas nucleares.
El Sur se ha convertido en la décima economía del mundo, una democracia a veces escandalosa y una potencia cultural global. Otros veteranos que lucharon como Ryu explican que los recuerdos de los compañeros fallecidos los han perseguido hasta la vejez.
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Kim Young-ho, de 92 años , terminó su entrenamiento el 30 de mayo de 1951 y fue desplegado a Yanggu, escenario de una de las mayores batallas de la guerra.
"Mis compañeros eran disparados y morían", recuerda. "A lo mejor es porque me acerco a la muerte yo mismo, pero me acuerdo mucho de ellos".
El número exacto de víctimas es imposible de establecer por la magnitud del conflicto y los balances contradictorios de ambos campos, pero se calcula que hasta tres millones de coreanos murieron, en su mayoría civiles.
Según el Ministerio de Defensa surcoreano, 137.000 de sus soldados murieron, contra 520.000 del Norte. Las bajas de China, aliada de Pyongyang, están muy disputadas: las estimaciones occidentales calculan unas 400.000, mientras que las fuentes chinas hablan de unas 180.000.
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También murieron casi 37.000 soldados estadounidenses.
La culpa del superviviente
El teniente general Andrew Harrison, subcomandante del Comando de Naciones Unidas que vigila la tregua de la guerra de Corea, dice que "la escala de la devastación" provocada por el conflicto en la península "se ha pasado por alto en gran parte".
"Me inclino por la tesis que muchos han defendido de que, a pesar de los aproximadamente tres millones de personas que murieron entre 1950 y 1953 , la guerra de Corea sigue ovlidada por mucha gente en todo el mundo", dijo a la prensa.
Shin Jong-kyun, de 91 años, no puede contener las lágrimas al evocar sus recuerdos de la guerra en una conversación con la AFP. "Todos los que se alistaron conmigo durante la guerra de Corea murieron. Me siento mal por estar vivo", afirma.
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Todos los veteranos entrevistados lamentan que los jóvenes coreanos sepan tan poco de los horrores de la guerra, especialmente en un momento en que Pyongyang intensifica sus amenazas.
Este mes, Corea del Norte disparó su misil balístico intercontinental más potente, un Hwasong-18 de combustible sólido, y su líder Kim Jon Un ordenó a sus tropas intensificar los ensayos de preparación para una "guerra real".
"La guerra puede estallar en cualquier momento en un alto el fuego", dice Lee Choon-ok, veterano de 88 años. Y "estos norcoreanos van siempre a por Corea del Sur", alerta. Le invitamos a conectarse con nuestra señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.