
Ignatieff, de 77 años, exlíder del Partido Liberal de Canadá y antiguo profesor en algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, como Cambridge, Oxford y Harvard, sostiene que el regreso de Trump a la Casa Blanca no solo representa una amenaza para Europa, sino también un revulsivo.
"Europa debe hacer sentir su propia fuerza, superar los traumas de la descolonización y del pasado, y avanzar. Todo el mundo sabe cuáles son los desafíos: Europa no quiere convertirse en un museo", asegura en una entrevista con EFE en Viena, donde reside y da clases en la Central European University (CEU).
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Pagar la cuota del club
La UE, según Ignatieff, tiene una gran fortaleza, pero sigue atrapada en una mentalidad de dependencia respecto a Estados Unidos y no puede esperar ya que Washington resuelva sus problemas.
Como ejemplo, señala que España podría tener un mayor liderazgo si aumentara su gasto en defensa: "España no puede seguir destinando apenas el 1,3 % de su PIB en Defensa. Si estás en un club, debes pagar la cuota", afirma en referencia a la OTAN. Además, para que la UE pueda competir con EE.UU. y China, debe superar la fragmentación de su sistema financiero y aplicar de forma práctica sus avances en innovación.
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Europa necesita también transformar su innovación en liderazgo industrial. "Europa tiene universidades fantásticas, pero tiene que encontrar una manera de comercializar la innovación", resume.
El éxito de Airbus, un consorcio paneuropeo que lidera la aviación civil frente a la estadounidense Boeing, demuestra que la UE puede competir cuando coordina esfuerzos y tiene una estrategia clara.
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Unos EE.UU. postatlánticos
Según Ignatieff, Trump ha provocado la mayor ruptura en la política exterior estadounidense de los últimos 80 años. "Es el primer presidente estadounidense para el que los lazos históricos con Europa no significan nada. El primero que piensa que Europa es un competidor económico y un modelo social fracasado", resume.
"La Administración Trump ve las alianzas como cargas y no como beneficios, lo que supone una ruptura total con la visión de EE.UU. como garante del orden liberal internacional", agrega.
Las consecuencias geopolíticas de este giro son enormes, destaca Ignatieff, que teme "si Trump permite un acuerdo que traicione a Ucrania, lo que estaría haciendo es otorgar a Rusia una esfera de influencia desde el Báltico hasta el Mar Negro", lo que desestabilizaría Europa del Este.
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También existe la posibilidad de que Trump acepte en Asia, de alguna forma, una esfera de influencia de China. "Creo que no quiera luchar por Taiwán más de lo que quiere luchar por Ucrania", expone.
Esto último podría redefinir las relaciones internacionales y tener profundas repercusiones en aliados tradicionales de Estados Unidos en Asia, como Japón y Corea del Sur, que podrían acabar solos ante la amenaza de China.
Un segundo mandato radical
El segundo mandato de Trump es mucho más radical que el primero, algo que Ignatieff atribuye a que el republicano sabe que éste es su último periodo en el poder. "Trump sobrevivió a un proceso de destitución, a juicios penales y a un intento de asesinato, y cree que el sistema democrático se ha puesto en su contra. Ganó las elecciones con un furioso sentido de reivindicación. Y buscaba venganza", resume.
Además, al no poder optar a la reelección, "su sentido de las consecuencias se ha transformado", ya que no necesita preocuparse por mantener una imagen moderada para atraer votantes, señala el historiador.
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Uno de los elementos clave de este mandato es la puesta en marcha de una agenda radical basada en el llamado 'Proyecto 2025', un plan elaborado por think tanks ultraconservadores para transformar la administración estadounidense.
Durante la campaña, Trump se distanció de este proyecto, pero, una vez en el poder, está aplicando muchas de las medidas previstas de forma muy agresiva, destaca Ignatieff.
'Proyecto 2025' busca desmantelar la burocracia federal tradicional, eliminando a decenas de miles de funcionarios considerados "desleales" al trumpismo y debilitar regulaciones ambientales, derechos laborales y limitar la actuación de la Justicia.
Y todo ello de forma muy rápida en muchos ámbitos a la vez. Porque -concluye el historiador- Trump está aplicando la táctica conocida como "shock and awe" (impacto y asombro, en español), una estrategia militar basada en una acción abrumadora para desconcertar al adversario.
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