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Margot Martínez, la voz de los arrullos infantiles

En 1964, la HJCK lanzó en Colombia el primer disco para niños de larga duración del que se tenga registro. Hablamos con Margot Martínez Restrepo, la artista que inmortalizó su voz en esta colección infantil.

Margot Restrepo.jpg
Margot Martínez reside en Barcelona, España, desde 1971.
Archivo particular

"De figurita menuda, sonrisa franca, mostrando unos dientes blancos, cabellos claros y mirada viva, esta mujer se convirtió en el mes de diciembre en el arrullo de los niños colombianos". Así describía la revista Mujer a Margot Martínez Restrepo, la dulce voz de una artista que se inmortalizó en la colección infantil que lanzó la emisora HJCK en 1964 y cuyo éxito en la nochebuena de ese año, agotó rápidamente los pesados discos de vinilo que los niños querían tener como regalo en casa.

Este primer lanzamiento incluía catorce canciones compuestas por Ignacio de Narváez entre las que se incluía el vals La Feria , la marcha Las Brujas y El Coco , la rumba El juzgado de la Lora, y La Boda Real , tema con el que abría el volumen. La producción de este disco de larga duración contó con la asesoría del folklorista Jesús Pinzón y fue grabado por la HJCK. Las ganancias de la ventas de los discos que se recaudaron en ese año se donaron al Hospital Infantil y al Instituto Roosevelt.

Este álbum es considerado una auténtica joya en la historia discográfica del país al ser la primera grabación hecha para niños en el país. Para que este proyecto se llevara a cabo, Margot, Ignacio y Lucía presentaron las pistas interpretadas en las oficinas del sello Fonotón, y con el respaldo de Álvaro Castaño Castillo, fundador y entonces director de la emisora HJCK, se llevaron a cabo las grabaciones, cuya masterización se realizó con los equipos de más alta calidad de Radio Sutatenza.

En la HJCK conversamos con Margot, quien reside en España desde 1971 y recordamos cómo fue el despegue en su larga carrera musical y su paso por los escenarios de los que aún no se despide.

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"Trabajábamos como las brujas", dice Margot cuando recuerda con nostalgia cómo durante el primer periodo de grabación del disco, se reunían Lucía Casabianca y su esposo Ignacio Narváez junto con los demás productores en su casa hasta altas horas de la madrugada, ensayando y perfeccionando una a una las canciones que luego habrían de grabarse y pasar bajo la pesada prensa del vinilo.

"Trabajábamos como las brujas", dice Margot cuando recuerda con nostalgia cómo durante el primer periodo de grabación del disco

Pero la aparición de Margot Martínez en el firmamento artístico no obedece a algo inesperado: desde muy joven, su pasión por la pedagogía la llevó a instalar en el sótano de su casa la escuela de ballet, música y teatro infantil Capezzio, de la que fue su fundadora y directora, y en la que además se organizaron ciclos de muestras artísticas y teatrales. "Mi propósito era lograr que los niños se convirtieran en auténticos maestros", recuerda mientras desempolva algunas viejas fotografías.

Coleccion Literaria HJCK.jpg

Desde entonces, han sido muchas las inquietudes que han vinculado a Margot con el mundo de la música, la literatura y la poesía. Nacida en Buga, Valle del Cauca, a muy temprana edad se trasladó con su familia a Bogotá. Varios años después, en ese cruce de paisajes y gentes, viajó a estudiar en Luisiana y luego de vivir unos años en la isla de San Andrés, migró finalmente a Europa, radicándose en Barcelona, España, donde aún vive con su familia desde 1971.

Pese a la distancia y tras vivir cinco décadas en Europa, donde asegura que ya ha plantado sus raíces, no ha borrado la admiración por su tierra natal, por lo que se dedicó a escribir El romancero criollo , una obra que, como el Mascarón de Proa , pretende trazar las rutas de la historia común entre Europa, América y África y donde brotan las inicios de la cultura latinoamericana.

Respecto a la música, de la que asegura que sigue siendo aficionada, para Margot fue significativo este reencuentro con la HJCK, una casa que, en sus propias palabras, la acogió para grabar por primera vez su voz en un disco de larga duración. "Guardo un profundo agradecimiento por ese entrañable momento en mi vida", afirma quien entre sus múltiples talentos hoy pasa sus días siendo profesora de idiomas, sobre todo de castellano para los extranjeros que llegan a ese país. "El hecho de haber participado con mi voz, afianzó en mí la seguridad de proyectarme, entendiendo que además de la melodía, era la palabra la que constituía el elemento fundamental para trascender".

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Actualmente, tiene un proyecto junto al músico y cantautor argentino Alejandro Leguizamo con quien ha desarrollado una sesión de grabación en el estudio de la asociación musical La Nave, fundado por él mismo junto con su grupo de músicos. También realizó otras composiciones con los arreglos musicales de Juan Mario Cuellar, concertista de guitarra clásica española y latinoamericana.

Mágicamente, en el acontecer de la vida, con esa empatía y entusiasmo pero sobre todo con el impulso que despertó la alegre dinámica del trabajo en equipo, fue lo que motivó en ella la convicción de compartir su obra como una artista que se ha dedicado a explorar al detalle la identidad cultural de la América indígena, la América criolla, la América africana y la América latina.