La mayor parte de su vida y obra la pasó en Paraguay aunque nació en España, "en un faro de la Isla de Lobos en Fuerteventura", en el archipiélago de Canarias en el Atlántico, "donde vivió muy aislada hasta los 5 años", cuenta en una entrevista con EFE María Blanco, comisaria de exposiciones y conservadora de arte.
Blanco, tras dar una conferencia en la Casa de América en Madrid con motivo de estos 120 años, explica que Josefina se casó joven con el artista paraguayo Andrés Campos Cervera y "dedicó su vida a que la obra de su marido permaneciese viva, y si su nombre no ha caído en el olvido es gracias a su incansable labor".
Sin embargo, Andrés Campos no es conocido en el arte con el apellido de su familia, sino por el seudónimo de Julián de la Herrería, pues "él no quería ser reconocido por el nombre de su familia y ella le propuso el seudónimo que utilizaría hasta su fallecimiento", narra Blanco.
Josefina Plá, fallecida en 1999, “fue una mujer increíble que nunca vivió a la sombra de su marido”, quien falleció durante la Guerra Civil española, porque "por motivos económicos no pudieron regresar a tiempo a Asunción", relata. En 1959 fundó el museo Julián de la Herrería en el Centro Cultural de España Juan de Salazar en Asunción, “el centro más antiguo de todos" en Iberoamérca, que lleva 45 años en funcionamiento.
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Precursora del feminismo
María Blanco destaca cómo el marido de Josefina nunca quiso hijos, pero a pesar de ello y de no haber vuelto a contraer matrimonio, Plá sí tuvo uno, Ariel Tabare Plá. "Ella supo siempre la identidad del padre, pero según Ariel me contó, el hombre le ofreció ponerle sus apellidos al niño" a cambio de que el patrimonio de las cerámicas de Herrería pasase a estar bajo su cargo, a lo que ella se negó, “algo único y muy raro en la época”.
Según Blanco, Josefina es "una de las mujeres más influyentes del siglo XX", pero en la época de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) muchos coetáneos de Plá emigraron a Argentina, aunque ella permaneció. "Ella consideró que Asunción era su ciudad y Paraguay su patria, aunque nunca abandonó su condición de española", subraya.
Sus cerámicas
Plá destacó en la escritura, donde fue propuesta en dos ocasiones para el Premio Cervantes, pero otras de sus pasiones fueron la pintura y la cerámica. En esta última, una de sus fuentes de inspiración “tras la muerte de su marido”, cuenta Blanco, fue "la cultura de los payaguá", etnia indígena que se extendía en el cauce del río Paraguay.
Las piezas cerámicas de esta colección, que María Blanco cataloga como “divertidísima”, retratan escenas de la vida cotidiana de este pueblo, como bodas o entierros, pero también a personajes mitológicos de sus leyendas.
A pesar del enorme aporte a la cultura paraguaya de Josefina Plá, su importancia no fue reconocida hasta la década de 1990, pues "ella no hacía otra cosa que trabajar, no le interesaba nada más que no fuese crear".
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