Este imponente edificio blanco fue la última morada de los monarcas de Portugal, la dinastía de los Bragança, antes de la llegada de la república en 1910.
"Después del trauma del sismo y el tsunami, en 1755 la realeza decidió instalarse aquí, lejos del río y en una zona menos expuesta a la actividad sísmica", explicó José Alberto Ribeiro, director del palacio y museo.
El palacio de estilo neoclásico mantuvo su ala oeste inacabada durante más de dos siglos por falta de fondo o por los cambios de régimen político.
Una inversión de 31 millones de euros permitió finalmente construir el ala que faltaba.
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La inauguración el jueves era muy esperada por la importancia de la colección que reúne cerca de 1.000 objetos, algunos de los cuales son exhibidos por primera vez.
Hasta ahora, las obras estaban dispersas e inaccesibles al público.
El valor de las piezas, algunas de las cuales exceden el millón de euros, impuso medidas de seguridad especiales, para lo cual el diseño del palacio ayudó.
"El palacio de Ajuda era el lugar ideal para crear este museo ya que ya albergaba una parte de esta colección (...) y todo el edificio fue concebido para evitar cualquier sorpresa desagradable", indicó Ribeiro.
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