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El gaucho sobrevive en el siglo XXI como emblema rebelde e inasible

Eterno y a la vez esquivo: 150 años después de su "nacimiento" en la literatura, el gaucho sigue en el seno de la "argentinidad", a medio camino entre mito y testimonio de cómo se construyó, percibió y transformó el país.

Gauchos, 83 Festival en San Antonio de Areco
Los gauchos montan sus caballos durante la 83ª Fiesta de la Tradición en San Antonio de Areco, Argentina, el 12 de noviembre de 2022. Los jinetes con boinas, alpargatas y pañuelos tradicionales en el cuello destacan sobre una nube de polvo que envuelve un tumulto de cientos de caballos, mientras arrean con destreza a los animales. Los jinetes son gauchos, hábiles jinetes que ocupan un lugar especial en la psique argentina, entre la leyenda y la realidad.
LUIS ROBAYO/AFP

Un remolino de polvo envuelve la alocada cabalgata de cientos de caballos. En el centro, los jinetes se esmeran por mantener junta a la tropilla de siete u ocho ejemplares sin que se pierda uno ni se interrumpa la carrera de los otros, en una muestra de virtuosismo de la monta.

Es el "entrevero de tropillas", clave en la Fiesta de la Tradición que se celebra cada año en San Antonio de Areco.

Esta localidad a tan solo 120 kms de la moderna y cosmopolita Buenos Aires, parece otro país: territorio de hombres a caballo, la pampa, la tradición gauchesca. Boina, alpargata, guitarra y facón al cinto. Cada 6 de diciembre, Argentina celebra el Día Nacional del Gaucho.

Su figura está igualmente presente en Uruguay y con variantes en Paraguay y el sur de Brasil, Bolivia y Chile. Pero en este 2022 en que se cumplen 150 años de la publicación en 1872 de "Martín Fierro", poema fundacional del argentino José Hernández, los actos conmemorativos se multiplicaron con exposiciones, conferencias e interrogantes sobre la identidad.

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"Aquí me pongo a cantar / al compás de la vigüela, / que el hombre que lo desvela / una pena estraordinaria, / como la ave solitaria / con el cantar se consuela"./ (...) / "Mi gloria es vivir tan libre / como el pájaro del Cielo, / no hago nido en este suelo / ande hay tanto que sufrir; / y naides me ha de seguir / cuando yo remonto el vuelo".
Fragment de "El gaucho Martín Fierro" de José Hernández

Ni tan blanco

"Martín Fierro" combina estrofas sextillas y de cuatro versos para cantar la epopeya melancólica de un gaucho de la primera mitad del siglo XIX, que disfruta de la libertad y de la vida nómada, a la vez que sufre injusticias y discriminación por su origen mestizo.

Rebelde, reacio a la autoridad, ladrón de ganado y de a ratos pendenciero, Martín Fierro es también valiente, solidario y leal. "El gaucho se convirtió en ídolo popular, mucho antes de que los intelectuales y el Estado lo propusieran como emblema nacional", dice a la AFP el historiador Ezequiel Adamovsky, investigador en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

El poema, traducido hoy a 50 idiomas, se publicó en folletos baratos y fue en su momento "un furor de ventas". En 1913 se consagra como poema nacional.

Los sectores más nacionalistas "intentaron presentar al gaucho como un heredero directo de los conquistadores españoles, que no se había cruzado con ningún habitante local, lo cual es una fantasía insostenible. Intentaron proyectar en el cuerpo del gaucho la imagen de lo blanco y lo europeo", afirmó Adamovsky, autor de "El gaucho indómito".

A su vez, los anarquistas, por el rechazo a la autoridad; los comunistas, en nombre de la lucha de clases, y los peronistas, por el apoyo de los trabajadores del campo, reivindicaron a lo largo de la historia el alma del gaucho, una disputa que de algún modo persiste hasta ahora, describió el historiador.

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La gaucha y la gauchada

Con un toque de rebeldía feminista, Gabriela Cabezón Cámara publicó en 2017 la novela "Las aventuras de la China Iron", en la cual recrea la figura de Martín Fierro desde la mirada de su compañera, quien abandonada por el gaucho deja la estancia y parte con una amiga a descubrir el país y la libertad.

En San Antonio de Areco también se recrea la imagen del gaucho, pero sobre todo se la preserva, con magníficos caballos que montan con destreza tanto niños como ancianos.

"El hombre a caballo sigue trabajando y es imposible reemplazarlo, porque si bien muchas veces anda en un vehículo, hay lugares a los que es imposible penetrar de otro modo", dice a la AFP Victoria Sforzini, directora de Cultura y Patrimonio de la municipalidad de San Antonio de Areco.

"También hay muchos usos y costumbres que pasan de generación en generación", como la manera de enlazar a un animal o la práctica de arrear el ganado, refiere Sforzini.

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En 2022 resulta difuso determinar quién es el gaucho: los jinetes que exhiben sus destrezas en las estancias para turistas o los peones rurales de modestos salarios. O quizás el abañil Julio Casaretto, hijo, nieto y sobrino de gauchos que los fines de semana enseña a su pequeña hija a montar a caballo "porque es lo que llevamos en la sangre".

"El gaucho fue siempre, desde muy temprano, una figura literaria", tercia Adamovsky, para quien "sigue existiendo esa visión de una figura caballerosa, valiente, fiel a los amigos. Incluso se usa la expresión 'hacer una gauchada' para decir 'hacer un favor'", concluye. Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.