El pasado 5 de junio finalizó la intervención de la fachada del Cementerio Central, la cual estuvo a cargo del Equipo de Intervención de Fachadas y Espacio Público del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural – IDPC, en una acción colaborativa con la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos.
"El Cementerio Central constituye uno de los inmuebles más representativos de la ciudad, no solo por los personajes que se encuentran enterrados allí, sino por que por mucho tiempo ha albergado un imaginario relacionado con las diferentes formas en que se concibe la muerte y los rituales fúnebres en las y los habitantes de Bogotá", se menciona en un comunicado del IDPC.
Estas acciones de mantenimiento y conservación de la fachada principal fueron ejecutadas por la Brigada de Intervención al Patrimonio, un grupo de obra conformado por ocho personas con amplia experiencia en la recuperación de Bienes de Interés Cultural, quienes cuentan constantemente con el acompañamiento y seguimiento del equipo del programa conformado por arquitectos residentes y arquitectos restauradores, entre otros profesionales.
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“Uno de los objetivos del programa del cuidado de fachadas y de las Brigadas de Intervención es evidenciar que el patrimonio está vigente, que está vivo y no abandonado, porque aunque sabemos que hay intervenciones no autorizadas, desde el IDPC estamos en permanente monitoreo y cuidado de cada Bien de Interés Cultural. El mensaje desde el Instituto es el del acompañamiento y el cuidado sobre las narrativas de estos bienes en los que -más allá de su materialidad- están las historias que cuentan y ahí es donde se debe escuchar y abrir el espacio al diálogo, destacando el valor de la palabra, para lograr acuerdos mucho más concertados”, comentó Eduardo Mazuera, director del IDPC.
Dentro del punto de vista histórico y estético, la fachada del Cementerio Central representa el cambio de una concepción que parte de interpretar la ciudad de mediados del siglo XIX y comienzos del XX, pasando de la arquitectura colonial a la republicana, marcado por materiales y formas características de cada una de las épocas, lo que ha dado como resultado su estado actual, en el que a pesar de las afectaciones, se mantiene tangible, resistiendo variables ambientales, sociales, políticas y económicas por casi 200 años.
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Para Mazuera, “no se puede permitir que se continúen interviniendo estos espacios interminablemente, capa sobre capa, como un palimpsesto infinito de superficies gráficas. Como Instituto hay que hacer ese esfuerzo por volver a dar una nueva oportunidad a estos patrimonios y establecer diálogos con la comunidad, que en el caso del Cementerio Central es la entrada a la ciudad, es la conexión internacional de Bogotá con el centro de la misma”.
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