Are you ready? Pregunta Lucas “Fats” Gonder, el famoso pianista de Georgia que le enseñaría a tocar el piano a Little Richard. Es el maestro de ceremonias ese 24 de octubre de 1962 en el mítico Teatro Apollo de Nueva York. Nadie estaría listo para lo que se vendría: James Brown & The Famous Flames grabarían uno de los mejores discos de la historia. El soul, encontraría esa noche dos profetas. El primero en el escenario: ”Mr. Dynamite” haciendo de las suyas, rompiéndose la voz. Ha pagado por grabar la presentación en vivo de su bolsillo, llevándole la contraria a todos los que le dieron un no rotundo. Es su noche y escribe su nombre en la historia. A partir de allí, “el hombre más trabajador del mundo” cosecharía éxito tras éxito. El otro profeta, está en el público. Él aún no lo sabe, no lo sabrá sino hasta cincuenta años después. Tiene 14 años, su hermana lo ha llevado. El espectáculo del Padrino del soul lo marca para siempre. Llega a casa, lo imita, trata de bailar como él. Se mira al espejo y copia de memoria los pasos, los gestos, la forma de cantar. Brown ha encendido la chispa en Charles Bradley.
Why is it so hard?
I was born in Gainesville, Florida / I traveled for and wide / Then I moved to brooklyn, New York / Had hard times / So I say to myself / Looks like nothing gonna change
La vida se asemeja al boxeo. Casi siempre estás contra las cuerdas, viendo como aguantar los golpes, subiendo el brazo para cubrir el mentón y la cien evitando el nocaut. Es duro vivir en América , cantaba Charles en uno de sus primeros sencillos. Su vida, más que un encuentro en un ring, fue una pelea en el asfalto por sobrevivir. Su cuarto, era un viejo sótano sin piso, solo arena. Escapó de casa a los 14, quizá pensando que era el único modo de perseguir sus sueños. Vivió en la calle, pasó frío, hambre. Es un niño negro sin hogar en Estados Unidos. Más de setecientos días durmiendo entre vagones del metro hasta que Williard Wirtz, secretario del Departamento de Trabajo de Estados Unidos crea el "Job Corps". Una asociación de educación vocacional para personas de escasos recursos. Charles aprende que el sistema no necesita del arte para existir, necesita mano de obra.
Ahora es cocinero. Está en Bar Harbor, la ciudad turística del noreste estadounidense. Tiene una pequeña banda que desaparece cuando sus amigos son reclutados para Vietnam. El sueño se escapa. Vuelve a New York, cocina para 3.500 enfermos mentales por nueve años. Parece que nada va a cambiar , reza la misma canción en medio de un lamento. Asediado por la conciencia de estar perdiendo el rumbo, inicia una larga peregrinación en forma de autostop hasta llegar a Alaska. Un hombre en el camino le confiesa que ha matado a su esposa e hijos. El camino no solo es duro, es peligroso, el mal acecha.
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Llega hasta Canadá, pero no se halla. Es esa clase de personajes que buscan una escapatoria exterior cuando adentro de sí todo arde. Volvería a EE.UU para trabajar veinte años más en una cocina. Quizá los sueños no se cumplen, él lo sabe. Ya están perdidos hace mucho. Solo quiere el confort de un hogar, vivir por fin. Justo antes de tener la cuota inicial para su casa, es despedido. Una vez más, la vida le da un puñetazo. Es hora de volver Bushwick, el lugar de donde salió huyendo cuando era un adolescente.
Han pasado 40 años desde que escapó. La depresión llega. 40 años siendo James Brown o Screaming Eagle of Soul en algunas noches con suerte donde tuvo un público al que presentársele. No hay éxito, no hay sueños cumplidos. Pero todavía como un milagro hay una llama que no se apaga. Charles gasta sus ahorros en equipos musicales y trajes. Ve la muerte a los ojos cuando tiene una reacción alérgica a una dosis de penicilina; la ve también cuando asesinan a su hermano al frente de su casa. Es el período más difícil de la vida de Bradley, sin embargo, es cuando la suerte le sonríe, cuando la moneda por fin cae de la cara de la fortuna.
No Time for Dreaming
Dream while your sleeping / Tired of slowly creeping / Open up your eyes / Before it's too late / Try, a little harder / Stop wasting over yonder / Wake up!
El tiempo se escapa entre las manos. Toda la vida es un eterno frenesí en clave de pasado. No hay tiempo para soñar, jamás habrá suficiente. Charles ahora es Black Velvet. Está decidido a poner su corazón por encima de todo. Actúa tanto como puede, él es el espíritu del soul, ese que se esconde de los grandes escenarios y aparece en la penumbra. Es 1996 y Bosco Mann, el cofundador de Daptone Records, un sello independiente enfocado en artistas funk. Él lo lleva a conocer Thomas Brenneck, guitarrista de The Bullets. Ellos saben del negocio, Bradley es una joya escondida. Le pide que cante algo mientras él toca. Charles improvisa y la magia surge. Algunas de estas grabaciones salen en 2002. Trabajó con el sello como corista. Vive ahora de la música, pero todavía no era suficiente.
En una noche le cuenta su historia a Brenneck. Él lo convence de ponerle música al dolor. Tres años después, en 2011, cuando Charles tenía 61 años, sale al mercado su primer álbum y el mundo estalla con su belleza en medio de esa herida abierta con la que crea su arte. Sale de gira con The Mehanan Street Band por el mundo, ya no es un imitador, es la voz del soul en el siglo XXI.
Para 2012, es grabado un documental llamado "Soul of America" que cuenta su historia en medio de su gira por distintos festivales en varios continentes. En 2013, sacaría su segundo álbum llamado "Victim of Love" y para 2016 llegaría el tercero, llamado "Changes". Pero recordemos que el tiempo ha pasado. Seis décadas no son simples números. Su cuerpo ese mismo año falla. Cancela conciertos, después giras. Solo lleva algo más de seis años cumpliendo su sueño, pero el tiempo es una ilusión que se escapa entre parpadeos. Un cáncer de estomago se lleva a Charles Bradley en septiembre de 2017 y a nosotros nos queda un sentimiento de injusticia, desazón, tristeza. ¿Cómo puede ser?
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Han pasado cinco años desde que partió. Millones te escuchan a diario, Charles, quizá como siempre soñaste. Ahora el tiempo por fin no importa, esa herida donde quiera que estés, puede cicatrizar.
Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.