Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

push logo
Sabemos que las notificaciones pueden resultar horribles, pero prometemos no abusar. Entérate de todo el mundo cultural en HJCK.
No, gracias.
¡Claro que sí!

Publicidad

Haydn y Schubert: similitudes y contrastes

Ambos fueron miembros del coro infantil de la Catedral de San Esteban, en Viena, en donde se formaron artísticamente y aguantaron hambre muchas veces. Sus creaciones musicales son muy diferentes, pero los une la inmortalidad.

Haydn y Schubert.jpeg
El Cartagena Festival de 2019 esté dedicado fundamentalmente a estos compositores.
Cortesía

Es muy curioso que de los tres grandes nombres de lo que se considera la escuela clásica vienesa, Haydn, Mozart y Beethoven, ninguno haya nacido en Viena. Claro que en la Viena de esos tiempos se concentró la gran música de la época, así solo uno de los grandes compositores que allí crearon fuera vienés. Me refiero, claro está, a Franz Schubert (1797-1828), otro gran nombre de la historia de la música, quien sí nació en esa ciudad, que se convirtió por muchos años en uno de los grandes centros intelectuales del mundo.

El hecho de que el Cartagena Festival Internacional de Música de 2019 esté dedicado fundamentalmente a esos nombres, con un gran énfasis en Schubert, hace que valga la pena hablar un poco de la relación musical y humana que hubo entre él y Joseph Haydn (1732-1809), ya que uno se encuentra con asombro de que, si se fuera a imitar a Plutarco y escribir vidas paralelas, los contrastes entre los dos son grandes, pero también hay algunos parecidos que vale la pena destacar.

Dos niños coristas

Lo primero que hay que anotar es la curiosa coincidencia de que ambos fueron miembros del coro infantil de la Catedral de San Esteban, en Viena. En ese coro se reclutaban niños de buena voz a los que enseñaban música y los mantenían. El hecho es que si bien los rudimentos de la música entraban a las mentes de los muchachitos, lo que les daban de comer no era demasiado, tanto que algunos biógrafos acusan a la mala alimentación por la debilidad y baja estatura de Haydn. Schubert al menos tenía a su padre, un maestro de escuela menor, con quien podía siempre comer algunos trozos adicionales, lo cual sin duda lo salvó de la inanición.

Los que manejaban el coro no solo escatimaban con los medios de subsistencia, sino que, además, no tenían mucha consideración con los niños. Cuando cambiaban de voz y ya no eran útiles en el coro, los echaban inmisericordemente y eso les pasó tanto a Haydn como a Schubert. Para Haydn, eso implicó que tuvo que buscar un empleo para poder subsistir y muy pronto lo consiguió para comenzar una larga carrera como director musical en los castillos de nobles melómanos. La suerte de Schubert fue diferente y a pesar de que sus deseos eran poder dedicarse al arte musical, no tuvo más remedio que irse al lado de su padre y ayudarlo en su labor como maestro de escuela.

Publicidad

Los músicos como criados

Haydn pasó unos meses infelices en Viena, en donde se desempeñó incluso como serenatero. Además, tuvo la buena suerte de estar al lado de Nicolás Pórpora, buen músico, para afinar su educación en el arte, y a partir de entonces fue creando una pequeña reputación que le permitió dar lecciones de piano a una condesa. Ahí se empleó con el barón Furnberg, de donde pasó al servicio del conde Morzin y, como se consideró bien instalado, se casó y protagonizó uno de los matrimonios más infelices de la historia de la música.

Lo que consideraba buena suerte tampoco le duró mucho, porque Morzin se arruinó y despidió a Haydn. Él, alicaído, entró como asistente del director musical en la casa Esterházy, y fue ahí donde vivió los siguientes treinta años de su vida. Claro que no eran las mejores condiciones. Un músico, así fuera gran compositor, no era sino un criado más y su contrato lo obligaba a usar medias blancas, evitar ser vulgar al comer y beber, además de obedecer las órdenes del cocinero, su superior. Sin embargo, este empleo le proporcionó la habilidad para desarrollar sus importantes aportes a la música, que lo convirtieron para los musicólogos del futuro en padre no solo de la sinfonía sino también del cuarteto de cuerda.

Schubert, mientras tanto, buscaba inútilmente que sus obras fueran publicadas y cuando las tocaban completas era en un pequeño círculo de amigos que escuchaban con atención lo que había creado, pero sin recibir ninguna compensación monetaria, lo cual implicaba que no podía vivir de la música como él deseaba ardientemente. Por ejemplo, cuando pudo vender uno de sus lieder a un editor este le pagó la suma de diez coronas, con lo cual podía comer día y medio.

Desarrollos musicales

Haydn codificaba la sinfonía y el cuarteto de cuerdas, pero de todas formas también Schubert creó con sus canciones una nueva e intensa forma de expresión. Igualmente, mientras que Haydn es claramente un compositor del clasicismo, con su modo de aferrarse a las reglas, a Schubert no se le puede clasificar en ninguna categoría ni época musical. Sus obras son al mismo tiempo clásicas, posclásicas y hasta románticas, como acertadamente señalaba Rosen, quien agregaba que en el caso de Schubert cualquier generalización es peligrosa porque su genio siempre estaba un paso adelante.

Sin embargo, es claro que en su obra sus cuartetos y sinfonías dan un paso adelante con respecto a lo que hacía Haydn y algunos de ellos se acercan a lo que hacía el gran ídolo schubertiano, Beethoven, con quien coincidió en tiempo y lugar sin que probablemente nunca se conocieran. Se sabe, no obstante, que Schubert fue uno de los que cargó el ataúd en el entierro de Beethoven.

La muerte de ambos fue igualmente contrastada. Haydn falleció mientras las tropas francesas culminaban su invasión a Viena, mientras que Schubert acabó, años más tarde, pobre de solemnidad, víctima de la sífilis que lo hizo sufrir los últimos años de su vida, complicada con una fiebre tifoidea.

Publicidad

Haydn se cubría de honores, incluso un doctorado de Oxford, mientras que Schubert era ignorado por el mundo musical. A pesar de haber tenido unas vidas tan disímiles sí tuvieron en común eso tan poco frecuente, el genio de ambos. Que su creatividad se manifestara de manera distinta en cada uno no importa, porque la herencia artística que dejaron les garantiza la inmortalidad.