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El músico de la semana: Rudolf George Escher

En esta nueva edición de El músico de la semana nuestro invitado es el compositor holandés Rudolf George Escher, quien falleció el 17 de marzo de 1980. Le contamos sobre su vida y obra.

Rudolf George Escher

Nacido en Amsterdam y fallecido en De Koog el 17 de marzo de 1980, los primeros recuerdos juveniles de Rudolf Escher están vinculados a la isla de Java (Indonesia), en donde su padre trabajó de geólogo de 1916 a 1921. Él le dio las primeras lecciones de música. Cuando cursaba la escuela secundaria, Rudolf Escher se dio cuenta de que deseaba ser compositor.

En 1931 estudió composición en el “Toonkunst conservatorium” de Rotterdam bajo la dirección de Willem Pijper. Con el desastroso bombardeo que sufrió Rotterdam, en mayo de 1940, donde Escher vivía desde 1935, se perdieron casi todas sus composiciones.

Por haberse negado a ser miembro de la “Kultuurkamer” -institución creada por los nazis- las condiciones de vida de Rudolf Escher fueron muy precarias durante la Segunda Guerra Mundial.
Terminada la guerra Rudolf Escher presentó en 1947 su Musique pour l’esprit en deuil (Música para el espíritu en duelo) en la que se observa que su idioma musical había llegado a cristalizarse casi completamente.

En esta composición ocupa un lugar central su preferencia por las estructuras lineales, poli melódicas y ágiles, que van enganchándose hasta convertirse en texturas cargadas y complejas según la técnica del contrapunto, pero siempre modeladas con claridad.

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Después de 1946, Rudolf Escher se hizo amigo del compositor holandés Matthijs Vermeulen. Compartían los mismos intereses sociales y literarios e ideales comunistas. Tenían suficiente confianza el uno en el otro para poder escribir críticamente sobre las composiciones de los demás.

Los ideales comunistas de Escher se expresaron en su pertenencia al Partido Comunista (de 1934 a 1940). Escribió algunas críticas para el periódico mensual comunista Politics and Culture, utilizando el seudónimo de A. Leuvens. Durante la década de 1950 se volvió crítico del comunismo ruso, que consideró un fracaso.

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Rudolf Escher fue profesor, pintor y poeta, además de compositor. Como resultado, estaba muy consciente de la conexión entre el texto y la música, que también provenía de su amor por la música coral del Renacimiento.

El estilo de escritura de Rudolf Escher fue tal que desafió la clasificación con el uso de polimelody, ritmo antimétrico y armonías cromáticas. Entre las piezas de la obra coral a capella de Rudolf Escher figuran sus Canciones de amor y eternidad con poemas de Emily Dickinson.

En su época, digamos, mediados del siglo XX, Rudolf Escher ocupó una posición ambigua. Si bien denotaba interés por los últimos avances en el seno de la vanguardia de posguerra y experimentaba a conciencia con las series dodecafónicas, la música serial y electrónica, daba la impresión de no estar mentalmente en condiciones de romper el nexo con la tonalidad. Es más, él mismo describió su actitud de la siguiente manera: "El hecho de que yo me siga aferrando a la armonía, dinámica, ritmo, métrica y tiempo, y todo ello en el significado de una estructura compositiva perceptible y diferencial, no entraña que lo haga por un tradicionalismo apático, sino porque estoy convencido de que la música, sencillamente, sin la cooperación de estos elementos no podría ser un sistema pleno de posibilidades comunicativas".

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Hasta aquí las palabras de Escher, sin lugar a duda, el compositor holandés más importante de su generación.

De su primer trabajo coral Le vraivisage de paix (El verdadero rostro de la paz), basado en una poesía homónima del poeta francés Paul Eluard se desprende también el por qué Rudolf Escher debe ser considerado como compositor por mérito propio. La obra surgió por encargo de la ciudad de Amsterdam, donde ese mismo año fue galardonado con el premio musical capitalino. Al igual que en muchos trabajos de Escher, la música está directamente relacionada con la poesía, ambas poseen un estilo libre. El propio Escher escribió: "La poesía de Eluard es ideal como fuente de inspiración para la música vocal, porque nunca hay ‘descripción’, sino sólo evocación y semejanza".

Tras componer las obras corales basadas en textos de Pierre de Ronsard, Rudolf Escher tardó casi 20 años en componer un nuevo trabajo para coro. En el período que abarca entre ‘Cielo aire y viento’ y su composición sobre textos de Willian H. Auden, se dedicó a estudiar nuevos medios para el desarrollo de su idioma musical. En los años sesenta, el serialismo deja su sello en el lenguaje de Rudolf Escher, pero esta influencia sólo contribuyó a que Escher continuara su propio camino. Por la calidad de las obras que escribió no es exagerado considerar a Rudolf Escher como el más ilustre compositor que produjo la escuela de Willem Pijper.

Podrá escuchar obras maravillosas de Rudolf George Escher en la nueva edición de El Músico de la semana el lunes 17 de marzo a las 3:00 p.m. por la señal en vivo de la HJCK.

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