El piso vibraba al ritmo del salto y el bajo de Juan Galeano, los corazones unidos en el ritual de la música iluminaron la ciudad que es la casa y la furia del mundo. Bogotá, una oda al amor y a la monstruosidad, esa misma que vio por primera vez al Diamante hace doce años y que ahora lo recibe con los brazos abiertos como el padre con el hijo pródigo.
Diamante Eléctrico está celebrando su doceavo año de carrera con una gira por Colombia y Latinoamérica, el cierre de su tour por el país se realizó en Bogotá en el Chamorro City Hall en el que tres mil personas se unieron para cantar Oro y unir las manos en un aplauso al unísono.
Esta gira es, también, para celebrar el lanzamiento de su disco Malhablado , completando ocho álbumes de estudio. La banda cuenta con cuatro Latin Grammys, dos de ellos a Mejor álbum rock.
La cita en Bogotá fue un abrazo a la ciudad y al amor, así como lo ha sido su trabajo musical. Con un repertorio que incluía temas como Amalia, Ella no es así y Rotos , el Diamante logró conmover a sus asistentes con una ejecución músical que levantó en un solo coro las voces de quienes aman y lloran.
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La previa del evento fue una simulación de un “septimazo” con tejo, billar, rana, comida y bebida para preparar la garganta para lo que vendría después. Antes de que el Diamante regresara a casa en el escenario cantó el argentino Sir Hope y la española Marilia Monzón.
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La banda interpretó El amor es un juego de perdedores , una de las canciones del Malhablado , junto al mariachi e hizo bailar a todos con un cover de Casi un hechizo de Jerry Rivera con el toque auténtico de su estilo. La gente bailaba al ritmo de la voz de Juan Galeano y las manos prodigiosas de Daniel Álvarez en la guitarra, hubo quienes se amaron en medio del sonido y quienes se enamoraron en el instante.
En medio del show una pareja se declaró el amor eterno frente a todos, poniendo una argolla en la promesa de quererse y compartir el resto de sus días, después gritamos juntos Mi persona favorita .
El cuerpo individual se convirtió en uno solo cuando escuchamos Gobiérname , el calor de la voz nos acogió en el fuego y la música nos envolvió con ternura cuando Daniel Álvarez entonó el himno de la belleza con Que bonito es lo bonito .
Para cerrar con broche de oro cantamos a todo pulmón Suéltame Bogotá junto a Duplat que adornó la canción con el saxofón, nos despedimos de la tristeza y volvimos a la noche en la ciudad, nuestra casa eterna.
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