En 1492 Cristobal Colón llegó al Nuevo continente. En 1492 se abre uno de los procesos más violentos y que aún hoy tiene vigencias en nuestras formas de habitar y relacionarnos. En 1492 de la mano de la colonización se crea la modernidad y la colonialidad. A partir de 1492 se constituye una idea de diferenciación, donde los postulados eurocéntricos son la única forma concebible de existencia. Parafraseando a Paul B Preciado, el libro de Huaco Retrato es una obra magistral que explora temas de filiación y amor en la contemporaneidad descolonial. Gabriela Wiener a partir de su literatura reafirma su lucha descolonial desde el cuerpo; el género; se pregunta sobre las relaciones sexo-afectivas heteronormativas y poliamorosas. Demuestra cómo desde el arte se lucha contra la violencia eurocéntrica. En este capítulo Wiener sintetiza el ejercicio colonial, eurocéntrico, católico, heterosexual, patriarcal y blanco.
Todos tenemos un padre blanco. Quiero decir, Dios es blanco. O eso nos han hecho creer. El colono es blanco, La historia es blanca y masculina . Mi abuela, la madre de mi madre, llamaba a mi padre, al marido de su hija, «don» porque ella no era blanca sino chola. Me resultaba rarísimo oír a mi abuelita tratando con ese excesivo e inmerecido respeto a mi papá. «Don Raúl» era mi padre.
En la época en que los niños del colegio me gritaban negra como insulto encontraba refugio cogiéndole de la mano para que todo el mundo supiera que ese señor solo un poco blanco era mi papá, eso me hacía menos negra, menos insultable. Supongo que ahora que está muerto lo poco de blanco que hay en mí se ha ido con él, aunque siga usando solo su apellido, y nunca el de mi madre, para firmar todo lo que escribo.
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Durante mucho tiempo pensé que lo único que tenía de blanca era ese apellido, pero mi marido dice que mi «mancha humana» es inversa a la de Coleman, el personaje del profesor universitario de esa novela de Philip Roth, que quiere esconder su negritud. Mi identidad marrón, chola y sudaca intenta
disimular la Wiener que llevo dentro.
Bonus
(...)
Lo intento, juro que lo intento. Pero cada vez que me empeño, el culo pequeñito suave y blanco de Roci cobra vida en mi imaginación, le salen ojitos y me mira como un personaje de Bob Esponja. Hablamos sobre los y las follaindias y follanegras, blancos embargados de una culpa blanca que hace que se acerquen a nuestros cuerpos solo para fetichizarnos; pero también de lo que ocurre en nosotros, cuerpos racializados, por ese mandato por haber aprendido que los cuerpos deseables son los blancos, delgados y normativos, mientras despreciamos lo que se parece a nosotros. La teoría me la sé. Pero cómo me la meto al cuerpo
Cristóbal Colón me susurra al oído cada noche con voz de genovés su típica frase de pelotudo descerebrado: "Nunca se llega tan lejos, como cuando no sabes hacia dónde te diriges". Deseo a Roci en parte por eso, por el síndrome de Estocolmo. Porque ella no deja de avanzar sobre mi isla de mierda. Y ella me desea a mí porque le avudó a borrar en parte la mancha colonial de su ADN. Al revés de cuando Colón supo que había oro en las Indias porque vio a una mujer llevando un piercing brillante, ella supo que me amaba cuando vio todo lo que me habían quitado. La conmueva
-Estamos aquí para poner en cuestión el deseo y descolonizar nuestras camas. Trabajemos duro en perder la fascinación por aquello que se nos enseñó como bello.
Vale, me cuestiono el deseo, lo hago con consciencia, pero me embarga la angustia. Cuando desaprenda esta fascinación por el colono, ¿seguiré queriendo hacer el amor con ella, compartir con la española mi vida, o tendré que dejarla? ¿Será esta la solución a mis problemas? Si la blanquitud es un régimen político, ¿soy como el negro de Vox?
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