“Leí en el colectivo (autobús) por primera vez y fue por culpa de este libro”, dice @america.vespucia . “No fue una experiencia muy grata, pero por este libro... la vida”, exclama en su cuenta de TikTok para contagiar el entusiasmo por “The girl who fell beneath the sea”.
“Vale la pena cada página de este libro”, insiste @guada.casta en una reseña ambientada con un concierto para violín de Bach de “Las cosas que perdimos en el fuego”, una antología de terror de mujeres empoderadas, y le avisa al lector que da miedo y que la va a pasar un “poquito mal”, pero advierte: “Si lo lees de día, te juro que no te va a pasar nada”.
El diálogo directo, nada tradicional y honesto con sus pares caracteriza a los bookfluencers -la mayoría mujeres-, quienes desde hace una década evolucionan con las plataformas -YouTube, Instagram, TikTok- y alimentan la movida de la literatura juvenil que despertó Harry Potter y que crece en Argentina también de la mano de la adaptación de los libros juveniles al cine y al `streaming`.
“Hay una efervescencia que está pasando en este momento”, subrayó a Efe Cristina Alemany, presidenta de la comisión de actividades juveniles en la Fundación El Libro.
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Las ventas de literatura juvenil crecieron 48 % promedio interanual en los primeros cinco meses de 2022, según la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), pero se han duplicado en algunas editoriales que han tenido 'bestsellers' muy grandes, números que resaltan después de varios años en que las ventas de libros en general han decaído.
Y los bookfluencers argentinos “tienen un público muy amplio que tiene muchas ganas de verlos y conocerlos en persona”, describió Alemany, con una impronta que "es la típica que tiene el argentino para todo lo que hace, que es esa pasión, esas ganas y esa garra" y que además “han cumplido más con una función de socialización a través de la literatura”, ya que los chicos se hacen amigos: "Empiezan por los libros y hacen salidas juntos”.
Codo a codo
“Los bookfluencers son muy importantes para las editoriales”, afirmó a Efe la presidenta de la CAP, María Inés Redoni, quien contó que constituyen “la forma más importante para difundir las novedades”.
Las editoriales trabajan “codo a codo” con los bookfluencers, que en Argentina van por la segunda generación, de 17 a 20 años, que empezaron con un camino hecho por la primera, iniciada hace diez años, con jóvenes que hoy tienen entre 20 y 30 años.
Por un carril del vínculo corren las reseñas que hacen los bookfluencers de los libros que eligen de la lista de novedades que les envían las editoriales.
“Te brindan un parecer del libro desde sus emociones, sus sentimientos, desde su empatía”, describió Alemany, y señaló: “Lo mejor que te puede pasar es que un bookfluencer diga `este libro lo amé`, aunque también pueden decir que no les gusta para nada”.
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Tienen la capacidad de crear un `bestseller`, como @almendrada.books a partir de que se “hizo viral” la reseña que subió a TikTok de “Matilde debe morir”, un libro que no se vendía mucho, pero que se tuvo que imprimir de nuevo y pasó a estar en el tope de ventas en las librerías: “Fue un flash”, contó en el encuentro de bookfluencers en la última Feria del Libro.
A los lectores les gusta que sea alguien como ellos el que les está diciendo que lea un libro, no un padre ni un profesor.
Además, bookfluencers se han incorporado a las editoriales para hacer evaluación de textos, edición, corrección o tareas de comunicación, marketing y redes sociales o son convocados para hacer presentaciones de libros.
Motor
“Hoy el joven lector es importantísimo para las empresas editoriales. La literatura o ficción juvenil ocupa un lugar preponderante que hace unos años atrás no tenía” y, en algunos casos, “el segmento juvenil motoriza las ventas de la editorial en general”, explicó Redoni.
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Y agregó que llama la atención la "repetida presencia" de títulos para jóvenes en los rankings de `bestsellers`, que habitualmente ocupan los libros para adultos.
Los jóvenes demandan libros que tratan temas de diversidad sexual, romance, fantasía, brujas, aventuras, ciencia ficción, pero también clásicos y sus adaptaciones o nuevas versiones y poesía.
Prefieren los libros en formato físico, en parte, debido a que les gusta “compartir” la experiencia de la lectura con sus amigos, lo que “también ayuda a que el fenómeno sea más grande”, indicó Redoni.
“Ya muchos están leyendo cosas de adultos también. Bien para que las editoriales piensen que tenemos lectores para rato”, se alegró Alemany, porque “cuando entran a los 12 años a la lectura no se van más”.
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