Hace 114 años, el 20 de noviembre de 1910, León Tolstói , uno de los gigantes de la literatura universal, falleció en una modesta estación de tren en Astápovo. Su muerte, a los 82 años, marcó el fin de una vida que osciló entre la aristocracia y la búsqueda espiritual radical, entre la riqueza material y la renuncia más absoluta. Tolstói no solo dejó tras de sí una obra monumental; su existencia misma fue una parábola de las contradicciones humanas, la lucha por el sentido de la vida y el compromiso ético.
Tolstói: el hombre y su contexto
Nacido en 1828 en Yasnaya Polyana, una vasta finca rural al sur de Moscú, Tolstói creció rodeado de privilegios. Hijo de una familia aristocrática, quedó huérfano a temprana edad, una experiencia que marcó su visión de la fragilidad de la existencia. A pesar de los lujos de su juventud, Tolstói llevó una vida temprana de desorden, dedicada al juego, las fiestas y los excesos típicos de su clase.
Sin embargo, su vida dio un giro durante la década de 1850, cuando sirvió como oficial en la Guerra de Crimea. Allí, entre los horrores del conflicto, empezó a reflexionar sobre las grandes preguntas de la vida: la mortalidad, la moralidad y el propósito humano. Estas experiencias cimentaron el germen de las obras que escribiría años después, donde diseccionaría con una precisión casi quirúrgica las contradicciones de la sociedad rusa y, por extensión, de la humanidad.
Tolstói se convertiría en un maestro de los detalles y de las profundidades psicológicas, características que definieron su estilo literario. Sus textos ofrecen un retrato incisivo de la sociedad rusa del siglo XIX, pero van mucho más allá de lo anecdótico: son tratados sobre las pasiones humanas, el poder, el amor y la guerra.
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Obras imprescindibles de Tolstói
1. "Guerra y paz" (1869)
A menudo descrita como la gran novela de la humanidad, Guerra y paz no es simplemente un relato de la invasión napoleónica de Rusia; es un fresco épico que examina cómo los individuos navegan las fuerzas históricas y personales que los moldean. Tolstói no solo retrata la guerra con una precisión desgarradora, sino que también indaga en las complejidades de las relaciones humanas y las preguntas más fundamentales sobre el destino y la libertad.
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2. "Anna Karénina" (1878)
Si Guerra y paz es un mural de proporciones épicas, Anna Karénina es una disección íntima de las relaciones humanas. Esta novela explora la colisión entre el deseo personal y las expectativas sociales a través de la historia de Anna, atrapada entre su pasión por el conde Vronski y el sufrimiento que su amor ilícito inflige a su familia. Tolstói no toma partido; su genio radica en presentar la tragedia de Anna con una humanidad implacable, sin juicio moral explícito.
3. "La muerte de Iván Ilich" (1886)
Una de las cumbres de la narrativa breve, esta novela corta examina la banalidad de la vida burguesa y la confrontación con la muerte. Iván Ilich, un juez de éxito, enfrenta su inminente fallecimiento, y Tolstói usa esta premisa para explorar con lucidez desgarradora la hipocresía social y la búsqueda de una vida auténtica.
4. "Resurrección" (1899)
Esta novela marcó el auge de la etapa tardía de Tolstói, dominada por su pensamiento ético y religioso. En Resurrección , el autor denuncia las injusticias del sistema judicial ruso, al tiempo que desarrolla su visión de la redención espiritual. Aunque menos conocida que sus obras mayores, es esencial para entender la evolución de su pensamiento.
La relevancia contemporánea de Tolstói
¿Por qué Tolstói sigue siendo una figura fundamental más de un siglo después de su muerte? La respuesta radica en su capacidad para articular lo que es esencialmente humano. En un mundo saturado de superficialidad, sus obras nos enfrentan a preguntas fundamentales: ¿qué significa vivir con autenticidad? ¿Cómo reconciliar nuestras aspiraciones con las restricciones sociales? ¿Es posible encontrar sentido en un universo indiferente?
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Tolstói fue un cronista de lo eterno, y su mirada no ha perdido fuerza. En un tiempo donde las narrativas rápidas y los consumos efímeros son la norma, la inmersión en Guerra y paz o Anna Karénina ofrece una pausa necesaria para explorar las complejidades de la experiencia humana.
Por último, su vida misma nos interpela. La renuncia a su aristocracia, su búsqueda de la simplicidad radical y su rechazo al poder institucional —ya fuera la iglesia, el estado o la economía— resuenan con las inquietudes contemporáneas sobre la sostenibilidad, la justicia social y la autenticidad.
León Tolstói no es un autor del pasado; es un guía, un compañero incómodo que nos recuerda que nuestras vidas están inevitablemente ligadas a los grandes dramas humanos. Como dijo en una de sus cartas: "Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo". Esa llamada a la introspección sigue siendo tan provocativa y vital como lo fue hace más de un siglo.
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