"La novela recoge la vida de Jaime y su pensamiento y también pone en contexto los hechos que terminaron en su homicidio", afirma en una entrevista con Efe su hermano, el dibujante y caricaturista Alfredo Garzón, coautor junto con la actriz y dramaturga Verónica Ochoa de "Garzón, un duelo imposible", que será publicado en ediciones digital e impresa en los próximos meses.
Según Alfredo, esta novela gráfica "es una memoria, un documento de esos diez años en que Jaime estuvo en los medios, en la radio, en la televisión, y pone en contexto su asesinato como un caso contra la libertad de pensamiento y de expresión".
Jaime Garzón, también abogado y periodista, fue asesinado en Bogotá por sicarios mandados por el entonces jefe de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Carlos Castaño, con la complicidad de agentes del Estado, entre ellos José Miguel Narváez, en la época subdirector del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), la policía secreta.
Castaño, ya fallecido, fue condenado por el crimen, al igual que Narváez, pero éste "sigue estando protegido por el aparato estatal y nunca ha estado en la cárcel", recuerda Alfredo, quien critica la impunidad reinante porque aunque al proceso han sido vinculadas cerca de 20 personas, la justicia no llega.
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"El libro se llama 'Garzón, un duelo imposible' porque este proceso de más de tres años de trabajo ha sido para mí la elaboración de un duelo y el darme cuenta de que ese duelo es imposible, entre otras razones porque lo que le sucedió a Jaime le sigue sucediendo a muchos colombianos", como por ejemplo a los líderes sociales asesinados.
Investigación editorial
La idea de hacer un libro sobre ese popular personaje que llegaba a los hogares colombianos por el programa de sátira política y humorística "Quack, el 'noticero'", dio vueltas en la cabeza de Alfredo durante años hasta que se encontró con Verónica Ochoa, que había hecho una obra teatral sobre Jaime Garzón, llamada "El corruptour", para lo cual hizo "una investigación muy juiciosa del caso" y así nació este proyecto editorial.
El resultado de esta novela gráfica, en la que participa también un equipo de dibujantes y editores con edades que van desde los 18 hasta los 70 años, "es un libro muy bello de 500 páginas, en una edición también preciosa, con un objetivo social" que es ponerlo al alcance de cualquier persona.
"Más que componer un relato anecdótico o biográfico queríamos configurar una especie de pensamiento sobre lo que pasó con el magnicidio de Jaime y lo que eso dejó en la sociedad y cómo eso hizo que sus palabras, lejos de perder vigencia, cada día como que tienen mayor pertinencia", complementa Ochoa.
La coautora añade que Jaime Garzón parece haber "tenido una mirada del país muy adelantada" a su tiempo, "como si tuviera claridad de a dónde nos dirigíamos", lo que se puede constatar en su crítica política.
Malestar social vigente
El grupo ya estaba trabajando en el libro cuando se produjeron las protestas sociales de 2021, episodio que se cuenta en la obra en unas escenas en las que "está el dibujante contando el paro cívico de 1977 en el que participé con Jaime, y de pronto se le meten por las ventanas y de la calle entra el estallido social de 2021", explica su hermano.
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"Esta fue la juventud que Jaime soñó (...) en ese sentido este relato sigue siendo parte de lo que está sucediendo en este momento", agrega.
Ochoa, por su parte, señala que la construcción del libro les ha permitido "entender este país en su complejidad y poder hilar las transformaciones" que se han ido dando, relatadas en "una serie de secuencias, hechos y reflexiones" para que esté al alcance de cualquier persona.
"Está dirigido a todos, pero especialmente, dedicado a los jóvenes que han convertido la figura de Jaime en un ejemplo a seguir y que lo han dimensionado en la historia reciente del país", señala Alfredo.
El libro comienza con el asesinato, continúa con los recuerdos de infancia de su hermano "y al final, para poner en contexto el crimen, se cuentan los eventos de los últimos diez años (de su vida), de 1989 a 1999", cuando Jaime se convirtió en una figura nacional por su capacidad para imitar y criticar con humor al presidente del país, al embajador de EE.UU., o al portero del "Edificio Colombia", entre otros personajes.
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"Jaime significó muchas cosas para mucha gente (...) Entendí, en mis conversaciones con Alfredo, que él tenía un proyecto político, pero no la política entendida de esa manera restrictiva, mezquina y pobre como la entendemos a veces, sino política en el sentido real, de ponernos de acuerdo en lo fundamental y lograr construir un país que no se agreda", concluye Ochoa.
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