Gioconda Belli es una de las voces literarias más importantes del continente. Su reconocida obra en poesía y novela ha sido traducida a más de 20 idiomas. Pero en su país, Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega le prohibió la entrada, le quitó la nacionalidad y le confiscó su casa.
"No tengo dónde vivir, escogí las palabras”, dice Belli (Managua, 1948) en uno de sus más recientes poemas de dolor y destierro. Al igual que ella, el novelista Sergio Ramírez, Premio Cervantes de Literatura 2017, y más de 200 periodistas y escritores han sido forzados al exilio en los últimos cinco años, tras la rebelión social que puso en jaque al gobierno de Ortega y su mujer, Rosario Murillo.
Radicada actualmente en Madrid, desde donde se desplaza sin descanso hacia otras ciudades del mundo en giras y recitales literarios, la autora de "La mujer habitada” acusa a Ortega de haber sofocado a sangre y fuego las protestas cívicas de 2018, de haber cerrado al menos 50 medios de comunicación y más de 3.000 ONG, y de mantener "bajo un estado de terror” a millones de nicaragüenses.
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"En mi país no hay libertad de acción, de expresión ni de movilización, de manera que el espacio de libertad que queda en Nicaragua es el espacio de libertad que hay en cada corazón nicaragüense”, señala en entrevista con DW, tras denunciar que "la población está muy amenazada y con mucho miedo, porque la represión ha tomado un carácter general, se siente una atmósfera de espionaje constante y siguen capturando y encarcelando gente”.
El miedo a la verdad
Como parte de su estrategia represiva, el gobierno de Nicaragua puso en la mira a escritores, artistas y periodistas independientes. Belli es categórica: "La palabra es una amenaza para los tiranos, como se ha visto desde el principio de la historia. Las personas que han tenido la capacidad de expresar los sentimientos populares reciben un repudio de las tiranías que quieren ocultar la verdad y dominar a la población a través de la mentira y la manipulación”.
Presidenta del centro PEN Nicaragua, adscrito a la organización mundial de escritores PEN Internacional y clausurado por el régimen de Ortega, la poeta no deja a un lado su activismo en defensa de las mujeres, la libertad de pensamiento y los derechos humanos.
Aquí les insto de nuevo a darle un rato de su tiempo a este libro donde podrán entender esa pregunta de qué le pasó a la revolución en Nicaragua y además leer sobre arte, feminismo y ensayos que he escrito y que, pienso, les interesarán. "Luciérnagas" @Seix_Barral https://t.co/dLqRi9Sl22
— Gioconda Belli (@GiocondaBelliP) April 4, 2023
Asimismo rechaza el "discurso mentiroso” del supuesto golpe de Estado con el cual el régimen ha criminalizado las protestas cívicas. "Todo el mundo pudo ver las manifestaciones de miles de personas de todas las clases sociales, repudiando a Ortega por perpetuarse en el poder y por haber destruido los logros democráticos que tanto habían costado a la sociedad nicaragüense”.
"Esa es la razón de la represión: el miedo a la palabra, a la verdad y a quienes hablan con la verdad”, subraya la autora de "Truenos y arcoíris”, "El país bajo mi piel”, "Sofía de los presagios” y "Luciérnagas”, entre otras obras.
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Tras el destierro de muchos periodistas nicaragüenses y el cierre de sus medios, Ortega impuso un "apagón informativo” para impedir que se conozca lo que ocurre dentro del país, donde todavía hay casi 40 reos de conciencia, entre ellos el obispo de Matagalpa (norte), monseñor Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel por negarse a ser desterrado junto a 222 presos políticos excarcelados el pasado 9 de febrero.
Según Gioconda Belli, son quienes han salido de Nicaragua los que "están derrotando el cerco de silencio a través de sus denuncias” de lo que ocurre en el país. Afuera, dice, "hay una comunidad muy grande de habladores y no nos van a silenciar”.
"La palabra es capaz de abrir nuevos cauces democráticos frente al poder autoritario en Nicaragua y en América Latina. Por eso los dictadores quieren aplastarla y por eso debemos luchar más que nunca por defenderla y hacerla realidad donde quiera que sea”, insiste.
"Me queda la palabra"
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Y es precisamente la palabra lo que le da fuerzas para sobrellevar su segundo e inesperado exilio. El primero lo vivió en su juventud, a fines de los años 70, por ser opositora a la dictadura de Anastasio Somoza.
"Yo soy una persona optimista”, dice. "Y aunque sé lo duro que es el exilio, a Nicaragua siempre la llevo conmigo, siempre está en mi corazón y eso me da fuerzas para seguir adelante. También porque sé que tengo una responsabilidad de contar lo que pasa y porque la solidaridad que he recibido ha sido extraordinaria”.
"Para el dolor y las emociones tengo la palabra. La palabra es mi territorio, es mi patria también y eso me ayuda a sobrevivir. Con ella le encuentro sentido a la vida”, agrega.
Con esa misma certeza, Belli confía en que la situación que hoy agobia a los nicaragüenses termine pronto, aunque tenga que ocurrir una nueva "explosión social”.
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"El nivel de descontento de la población en Nicaragua es muy grande y este es un un país explosivo, un país de volcanes, donde todas las reacciones populares han surgido de situaciones intolerables, en las que la gente ha reaccionado sorpresivamente”, comenta. Y concluye: "como nicaragüense, espero que este gobierno represor que asfixia a mi pueblo llegue a su fin más temprano que tarde”.