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“Como la flor”: un lenguaje por explorar en la poesía cuir colombiana

Aquí encuentran una pequeña muestra de lo que habita en "Como la flor", en cada una de estas poetas/plantas. Para que los sentimientos no sean nunca más plantas de interior.

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Las flores son elementos de ritual. Funcionan como adornos, como ofrendas y de acuerdo a las características se asocian a un sentimiento. Los claveles, por ejemplo, debido al olor que emanan son constantemente asociados a los funerales; las rosas, han sido siempre un gesto de romanticismo y amor. Existe también un significado -apropiado y reproducido- para las demás: girasoles, lirios, gérberas, pompones. Todas tienen algo por decir.

Las flores, además, producen semillas. Es así como aseguran generaciones nuevas de plantas y funciona como el medio principal para perpetuar y propagar especies. “Como la flor”, como las flores, son las palabras. Pueden pensarse como las semillas que viajan a través del viento y crean algo nuevo en donde caen, para quien lee, se convierte en una puerta o un punto de encuentro, tienen la capacidad de conectar con los costados ocultos, con el silencio. Lea también: “La Casa de Poesía Silva: en riesgo de cerrar para siempre“.

“Como la flor” es una antología de poesía que reúne experiencias, pieles y cicatrices que toman forma en los poemas. Explora el cuerpo, el deseo y el amor, desde una perspectiva salvaje, húmeda y depurada de formas rígidas. Por el contrario, cede a la pulsión del deseo en un espacio abierto, amplio como la selva, en el que la multiplicidad de voces, plantas, pieles y seres, se encuentran para dejar claro que han estado ahí siempre, que no están guardados en ningún lugar y sobre todo, que el silencio solo fue una pausa del rugir de su corazón.

Alejandra Lerma, Alejandro Múnera, Amalia Andrade, Ana López H., Andrea Juliana Enciso, Andrea Salgado, Andrés Ardila, Carolina Dávila, Cris Tengono, Eliana Hernández, Estefanía Angueyra, Fátima Vélez Giraldo, Francisco Bárcenas Feria, Ivonne Alonso-Mondragón, Johanna Barraza Tafur, Juan de Dios Sánchez Jurado, Juan Diego Otero, Kirvin Larios,María Luisa Sanín Peña,Paula Alejandra Castillo, Pedro Adrián Zuluaga, Pedro Carlos Lemus, Pedro N. Villegas, Rodrigo Marel, Sebastián Barbosa Montenegro, Solara Sosa, Tania Ganitsky, Tina Pit, Violeta Gómez, Yenny León hacen parte de esta antología. Cada uno desde su orilla, construye un lenguaje que se convierte en un tipo de flor: frondosas, afiladas, bellas. Le recomendamos leer: “La poesía como órgano y entraña [María Paz Guerrero]“.

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Aquí encuentran una pequeña muestra de lo que habita en el cada uno, cada una, de estas poetas/plantas. Para que los sentimientos no sean nunca más plantas de interior.

El oficio del bordado

Ninguno tenía manos de bordador,
pero todos bordaron.
Con sus hilos adornaron mi pecho,
abandonaron sus tragedias y fantasmas.

Y mi cuerpo atendía sus favores,
a veces fatigado,
a veces con ternura.

Algunas noches
observaba melancólico
tantas manos bordando
y sangrando al mismo tiempo

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*

Estoy pensando en el sonido que hacen los dientes al chocar con los dientes de otra boca. No es el del impacto ni el de la conmoción. Es el encuentro de las nubes: un trueno. Es húmedo y liso, como esperanzado. Me recuerda el límite, la triste confirmación de que no estoy en el otro, y la posibilidad de cruzarlo, de hacer que los bordes desaparezcan. Me estimula más la imagen de los dientes que se chocan que la de dos manos entrelazadas. Diente a diente: sentir que los huesos se rozan. A veces creo que deberían salir chispas.

Anulación I

Cabo dentro de un árbol caído
hallo el universo recostado
mientras soy niña
he de borrar al mundo

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Los pájaros del cuartel militar

Algo se refleja en los muros de la casa
,es el lugar de las apariciones
la casa de las moscas
no es difícil encontrarlo entre las ruinas
está ahí en el filo de la noche,
tranquilo náufrago de tardes remotas
estatua de sal
eterno hombre de sueño.
Cuando levantes los muros de tu exilio
y clausuren de una vez por todas la casa,
no mires atrás.
No temas que la noche nos vigila
con sus palabras de agua
No intentes decir ni una palabra,
mira la bandera y recuerda:
son los colores de quienes te han olvidado
y persiguen para que seas un asesino.
No mires los pájaros del cuartel militar
no pienses en sus ojos panópticos
no sueñes con sus curvados picos
entre nuestros pliegues,
amor.
No te cortes las venas
reúnete con los pirómanos
que cerca en la ciudad,
encuéntrame todo humo
detrás de un poste maldiciendo
quémalo todo
y déjame,
después.

Las depravadas

Caminamos
con la boca abierta
¡Abierta!
como la piel madreperla
de las nuevas amamantadas.

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Amanecemos con una A
plena y ruidosa en los dientes.
Oscureces
tienes error al cardumen de beatas
en la otra acerca.

Mis rizos se aferran a tu oreja
como una enredadera un arete.
Atravesamos en escandalosa simbiosis pública
los parques, el barrio de tu adolescencia.
Los que te gritaron arepera
asquerosa, torcida
parecen haberse cambiado de domicilio.

… y al descubrirte
acariciando la palma de mi mano
en el semáforo germinamos
musgos, líquenes, cabellos de ángel
en las ramas de mis brazos.
No hay vergüenza cuando me deseas.

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*

No me iré a la tumba con secretos
le diré a la vecina que papá mata a su gato
cuando se le comió un canario
le diré a mi abuelo materno que mi abuela jamás lo quiso
Le confesaré al cura
que no me tragué la hostia
en mi primera comunión
y dios no entró en mí
Mi vecino sabrá
que su esposa le hacía brujería
y que el loro decía la verdad
sobre su amante
admitiré que no leí a Pizarnik
que nunca perdoné a mi hermana
por engañarme con mi ex
llamaré aquella mujer que amé
y nunca se lo dije
No me iré a la tumba
ni con los míos
ni con los de nadie
basta misterios
sálvese quien pueda
Me iré
y cuando los gusanos
vengan a comerse mi lengua
la encontrarán vacía.

Bolero del cuerpo y la razón

El cuerpo ha ido perdiendo la cuenta de los días que llevan cerrado y comienza a dudar de la efectividad del castigo. Fue condenado por desear a la razón, pero ella bulle como lava dentro de él. Lava que bulle, bulle, bulle, no para de bullir. Lava de la razón que en el borde del abismo, envuelta en fuego, arremete contra él, sonriéndole con su risita de diabla. Él debajo del peso de la razón, dejándose ir en una cadena de espasmos placenteros. Desvaneciéndose en ellos como una brizna de trigo arrastrada por el viento. Ligero. Plácido. El deseo es como la lava y el placer es como el trigo. Y la lava y el trigo son la razón. Razón en el núcleo. En su núcleo bulle la razón. La razón sigue viva dentro de él y cuando sean libres de nuevo, se miente, lo sabe, la razón lo amará por fin como un cuerpo completo, lo abrazará, le escribirá mensajes hablándole de su día, preguntándole por el suyo. Le contará historias de su pasado y le confesará sus pensamientos más profundos.

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*

Si no me hubiera dejado arrastrar por las ganas, se dice el cuerpo mientras se mira al espejo, tal vez estaría libre. Libre, pero sin la razón. Acaba de bañarse. Trae pantaloneta de corredor y una camisa esqueleto. Toma agua de un vaso. Está atrapado en el bucle del deseo y cada vez se pone más bello. Un desperdicio, resplandece para nadie en su prisión. Es como un árbol que, nacido al borde del camino, florece y da frutos para pájaros e insectos con la esperanza de llegar a través del polen y las semillas a la naturaleza que no lo espera. No hay ni un solo bosque a la distancia. No hay pájaros ni insectos, sólo su cuerpo en el reflejo del espejo y por la ventana, el cementerio.

El sol comienza a ocultarse detrás de los columbarios. De la chimenea, salen volutas grandes de humo.

Al cuerpo le pareció ver una figura sentada sobre las tejas del frontón. Deja el vaso sobre la mesa. Abre la ventana y enciende un cigarrillo. La figura se eleva, flota sobre el techo y a lo lejos lo mira; extiende sus brazos como alas y flota de barriga sobre el aire. El cuerpo, al sentirse descubierto, exhala el humo. Se dispone a botar el cigarrillo y cerrar, pero como disparada con una cauchera, a toda velocidad, viene la figura hacia él. Frena justo antes de estrellarse contra la ventana y vuelve a la posición vertical. El cuerpo la ve entonces, una mujer transparente, como hecha de vidrio color ámbar; y adentro, un útero de carne que le palpita. La mujer le sonríe al cuerpo. El cuerpo le sonríe de vuelta una mueca extraña.

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*

Puedo sentir como mi pecho
se suspende del tuyo
tu respiración hace un agujero
en mi cuello
la atención de nuestros pezones
tu cuerpo latiendo debajo del mío
todo late
todo suena
como ese reloj de bolsillo
que te empeñas en cargar contigo
y nos recuerda el tiempo.