A los 36 años de aquella protesta que contribuyó a reconocer en la Constitución el derecho de los pueblos originarios sobre las tierras ancestrales, Krenak conquistó una nueva "reparación histórica", según define, al convertirse el mes pasado en el primer indígena miembro de la Academia Brasileña de Letras, fundada en 1897.
"Vamos a poner un poco de ruido en ese silencio centenario", dice el filósofo, escritor y poeta en una entrevista con la AFP en Sao Paulo. La Academia, cuyo objetivo es cultivar la lengua y la literatura brasileñas, "siempre estuvo cerrada a los pueblos originarios y dominada por la lusofonía", destaca el activista, de 70 años.
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Ahora, este autor que escribe en portugués espera contribuir para que casi 200 lenguas nativas existentes en Brasil sean valoradas y adquieran un registro gráfico, de gramática y vocabulario, en el seno de la institución.
"A través de la lengua, la literatura o las artes, las culturas de los pueblos originarios pueden ser percibidas como culturas vivas, y no como algo del pasado", explica el pensador, vestido de camisa a rayas y un collar del que cuelgan plumas sobre la espalda.
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"Estamos vivos"
"Estamos vivos; ganamos" al colonialismo, afirma. Krenak, de ojos y cabellos oscuros, lleva el "apellido" de pertenencia a su pueblo, cuyas tierras se ubican a orillas del Rio Doce en Minas Gerais (sudeste).
De ese territorio fueron expulsados los krenak alrededor de 1970, durante la dictadura militar (1964-1985), forzándolo al exilio junto con su familia. A los 18 años estudió en el estado de Paraná (sur) "la lengua del colonizador" y se formó en periodismo.
El pueblo krenak fue torturado y sólo recuperó parcialmente sus tierras tras el gobierno militar, pero quedó esparcido por los estados de Minas Gerais, Mato Grosso y Sao Paulo, y con una población de casi 600 indígenas, según el censo de 2022. Aquellos padecimientos inspiraron la lucha de Krenak.
De hablar sereno y frases filosas, el autor que también reivindica la tradición oral de los pueblos originarios es actualmente uno de los principales intelectuales indígenas de Brasil.
Su lucha escrita se plasma en una decena de obras atravesadas por críticas al colonialismo europeo y el sistema capitalista, con títulos como el bestseller "Ideas para postergar el fin del mundo" (2019), traducido a más de diez idiomas.
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El líder indígena, que prefiere no exponer su vida privada, está casado desde 2000 con la también activista Irani Krenak, con quien tuvo tres hijos, uno fallecido en un accidente. Otra de sus hijas de una pareja anterior también falleció.
Descartar al hombre
En sus escritos de tono didáctico, Krenak rechaza la idea de "civilización" atribuida a los colonizadores que, según él, distanció al hombre de la Tierra. Eso permitió que las corporaciones se apoderaran del planeta, "devorando florestas, montañas y ríos", escribe en su texto sobre cómo aplazar el fin del mundo.
Krenak propone otra forma de existencia, como la de las comunidades originarias que resistieron "aferradas a la tierra", como parte de la naturaleza.
El líder indígena se asentó hace unos cuatro años en su tierra originaria, habitada por unos 350 indígenas. También allí se padece el "monstruo corporativo", dice, en alusión al rompimiento de una represa minera en 2015 que provocó un desastre ambiental en el Rio Doce, el "abuelo" de los krenak y hasta entonces fuente de agua y alimento.
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Pero la destrucción, señala, afecta a todos por igual: "Los daños ya no son solo una amenaza para los indígenas, ahora también lo son para el hombre blanco". A la vez que se dice "en un compás de espera" por cambios políticos y sociales, admite que su expectativa prescinde del hombre: "Mi esperanza es que seamos descartados lo más rápidamente posible para que el planeta siga su curso maravilloso".