
Para evitarlo, el grupo de activistas palestino-israelí Standing Together ha organizado proyecciones en Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades por todo el país, una iniciativa que continuará a lo largo de todo el mes.
Los pases tienen lugar en las "casas moradas", espacios que el grupo mantiene en diferentes localidades, y, de momento, están siendo un éxito.
Lea también:
"Sentimos que era importante, porque el Gobierno (...) y todos los medios de comunicación están intentando ocultar esta victoria, que supone un llamamiento a la paz, la convivencia y la igualdad", explica a EFE Muhammad Jabareen, un activista palestino que trabaja en el grupo de Tel Aviv de Standing Together.
Ninguna cadena de cines de Israel está proyectando el documental, por lo que estos pases informales son la única manera de ver la película en comunidad.
Publicidad
"Sirve a los enemigos del Estado"
A raíz de la victoria del documental en los Óscar, el ministro israelí de Cultura, Miki Zohar, solicitó a los cines y las instituciones culturales del país no exhibir la película, a la que acusó de "servir a los enemigos del Estado", en una carta recogida por los medios locales.
"Es gracioso que el Gobierno diga que somos la única democracia de Oriente Medio, cuando uno de los principios fundamentales de la democracia es el arte crítico con el sistema", opina Jabareen, que no duda en calificar la supresión de películas como "un tipo de fascismo".
Publicidad
El activista cuenta que más del 90 % de los asistentes a las proyecciones son judíos israelíes, la mayoría de los cuales no han visto aún la cinta. Lo sabe porque todos sueltan un suspiro al final, cuando tiene lugar uno de los episodios de violencia más impactantes del documental.
"La respuesta ha sido genial, mucho mejor de lo que esperaba", dice sobre la última proyección que organizaron en Tel Aviv, este sábado. La sala, que tiene capacidad para unas cien personas, se llenó, por lo que los organizadores tuvieron que añadir un segundo pase este martes, al que asistió EFE.
La casa morada de Tel Aviv, en la tercera planta de un edificio de apartamentos, se va llenando en la hora previa al pase. Muchos de los asistentes son personas mayores y ninguno ha visto antes la película.
"Estar con otras personas que quieren ver esta película me parece una manera de ser más optimista", reconoce Silvie, una profesora universitaria judía que lleva más de veinte años viviendo en Israel.
Publicidad
Abraham, cuya familia lleva más de siete generaciones viviendo en Israel, reconoce que él siempre ha apoyado la solución de los dos Estados y no entiende por qué las autoridades israelíes prefieren la guerra. "Siempre fue la mejor solución, desde 1947 hasta ahora", asegura este octogenario.
💬 Síganos en nuestro canal de WhatsApp aquí
Trabajar juntos
Jabareen, que nació en una aldea palestina cerca de Yenín, pero en el lado israelí de la frontera, reconoce que le duele cuando ve a los palestinos de la diáspora criticar la película por "normalizar" la ocupación, al tratarse de una coproducción con periodistas israelíes.
El joven, que tiene 23 años y nació en el seno de una familia de activistas, ha participado en manifestaciones y programas desde muy pequeño y dice haberse dado cuenta de que la mejor manera de lograr resultados es trabajar juntos.
Publicidad
"Quiero decirle a la gente: 'Ven a Masafer Yatta, ven a Cisjordania a ver la realidad por ti mismo, y mira cómo sufre la gente. Lo que quieren es paz'", dice.
El óscar es un éxito "para todos los palestinos", asegura, un sentimiento que comparten los vecinos de Al Tuwani, la aldea que protagoniza el documental, según pudo comprobar EFE sobre el terreno.
"Nuestro enemigo es el sistema, no la gente. Para alcanzar la paz y la justicia social tenemos que trabajar juntos, hablar entre nosotros. Es la única forma de que ambas partes podamos vivir como queremos", asegura.
🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Publicidad