Esta ciudad, construida por el imperio austríaco de los Habsburgo, del que formó parte durante siglos , ofrece un patrimonio arquitectónico único que es fruto de siglos de convivencia entre rumanos, húngaros, serbios, judíos, gitanos y otras minorías.
Timisoara inaugurará su capitalidad el 17 de febrero, cuando comienza un calendario de espectáculos y atracciones culturales con más de un millar de eventos de todas las disciplinas artísticas entre los que destacan obras de teatro, cine, jazz y música clásica.
“Espero que el año que viene podamos contar la historia europea de Timisoara y cambiar la perspectiva sobre Rumanía” , dijo en una reciente entrevista a la prensa local el alcalde de la ciudad, Dominic Fritz.
El edil aspira así a corregir “la idea equivocada” de que Europa oriental es “una extensión” de la Europa original que representaría su mitad occidental. Para Fritz, Timisoara “no es una ciudad muy influenciada por Europa”, como suele presentarse en el extranjero, sino que “es una ciudad que ha dejado una huella importante en Europa”.
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El alcalde ve en la diversidad cultural que a lo largo de su historia ha definido a la ciudad como su principal activo y motor de creatividad. La historia del propio Fritz , que es ciudadano alemán y fue elegido edil de su ciudad de adopción sin tener la nacionalidad rumana, es un ejemplo de esta tradición viva de tolerancia.
Con unos 300.000 habitantes, Timisoara es una de las principales ciudades rumanas y está situada en el oeste del país, muy cerca de las fronteras con Hungría y Serbia.
Esta situación geográfica contribuye a la condición de puente entre culturas por la que es conocida la ciudad. Recuerde conectarse con la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.