"Mi historia es muy particular. Yo vengo del mundo del fútbol, jugué cuatro años en el Milan de Berlusconi y, tras pasar por San Siro, acabé en un manicomio. Al salir, empecé a contar la historia de los enfermos mentales", rememora el director entre bambalinas.
D'Ambrosi (Milán, 1958) fundó entonces, en 1992, todo un fenómeno: el 'Teatro Patológico', una institución que actualmente brinda la oportunidad de recitar a hombres y mujeres con todo tipo de males como el síndrome de down o el de la 'X frágil', la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el límite de la personalidad.
Su institución, con sede en el Vía Casia romana, en la periferia norte de la capital, cuenta con una compañía estable 22 actores y actrices y hace seis años creó su propio curso de formación, inédito en el mundo, homologado por la Universidad de Tor Vergata.
Ahora, su "familia" protagoniza una versión del 'Simón Boccanegra' de Giuseppe Verdi para la Ópera de Roma, que sirve estos días como antesala de la apertura de la temporada lírica, este miércoles. Y su puesta en escena en el Teatro Nacional ha entusiasmado y emocionado al público que ha pasado a verla.
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Esta ha sido la última etapa tras una gira con la que ha viajado con sus muchachos por Johanesburgo, Londres, Bruselas, Estocolmo o Nueva York y en los próximos meses volarán a Seúl, Berlín o Atenas. "Esperamos ir algún día a España", confiesa, con tono de sugerencia.
En la compañía, explica, hay "casos clínicos muy graves", incluso con intentos de suicidio por depresión. "Todos tienen unas historias increíbles pero el teatro les está salvando de verdad", asegura.
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D'Ambrosi participará el 3 de diciembre en un acto por el Día Internacional de las Personas con Discapacidad en las Naciones Unidas para lanzar un mensaje claro: "La 'teatroterapia' ayuda a estos muchachos, no solo a nivel emotivo sino también cerebral".
El director, para llevar una obra sobre las tablas, primero tiene que ayudar a sus pupilos a entender y emular sensaciones que normalmente no controlan, y lo hace mediante "ejercicios muy agresivos" que les llevan a "aprender de su dolor".
"Ellos piensan que interpretan un personaje teatral, pero con su esquizofrenia y violencia logran reconocer su dolor y gestionarlo, porque no pueden curarse", explica.
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Lo importante es superar esa fase: "Muchos padres vienen con hijos destruidos y, tras pocas semanas, veo a las madres que se maquillan o que van a la peluquería... y me dicen que desde que sus hijos hacen teatro han vuelto a dormir por las noches", afirma.
"Es lo que quiero decir a todos los países de Europa y del mundo: que cuando uno de estos chicos está bien, también los están miles de personas, el papa, la mamá, los hermanos o el barrio. Si quieres mejorar una sociedad o un país hay que comenzar por ellos", opina.
En estos años "tocando" la enfermedad, el director confiesa haber aprendido mucho porque estas personas, en su dolencia, "viven la cotidianidad sin la angustia del poder o del arribismo" tan propia del mundo contemporáneo.
"Son la sal de la vida (...) Viven en un modo antropológicamente humano que parece devolverte a la Antigüedad", afirma.
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El estreno de 'El sueño de Simón Boccanegra' en la Ópera de Roma coincide con el centenario del nacimiento del psiquiatra Franco Basaglia, impulsor de la ley que en 1978 cerró los manicomios en Italia.
Pero D'Ambrosi cree que "todavía queda mucho por hacer" para mejorar la situación de estos enfermos y sus familiares y, para ello, cree preciso educar en su respeto y tolerancia desde la infancia. De lo contrario, advierte, seguirá existiendo una "barrera" entre las personas de distinta condición.
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