El pintor, de 40 años, trabajó durante tres meses en la Tara Verde -diosa de la compasión-, siguiendo las reglas de este antiguo arte caracterizado por su imaginería religiosa, la minuciosidad, la abundancia de detalles y la intensidad de los colores.
Su práctica exige tradicionalmente el cumplimiento de rituales ancestrales de purificación y, antes de empezar a trabajar, el artista tuvo que afeitarse la cabeza y cortarse las uñas. Un sacerdote budista bendijo su lienzo y eligió el día que auguraba los mejores auspicios para el nacimiento de su obra.
Recién entonces Ujay Bajracharya pudo ponerse a trabajar, comenzando a pintar temprano, ayunando todo el día y, por la tarde, alimentándose solamente con una dieta vegetariana, en la que están prohibidos ajo, tomates y cebollas.
"Mi cuerpo se vuelve más ligero, siento una mayor concentración y motivación para pintar" gracias a esta dieta, explica a la AFP. "Cambiar mi estilo de vida fue un poco difícil al principio, pero mi familia y amigos me apoyaron y me ayudaron a mantener la disciplina", agrega.
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Si bien la práctica del Paubha sigue siendo corriente en Nepal, los rituales y el ascetismo -que antiguamente lo acompañaban- tienden a desaparecer.
Único y precioso
Ujay Bajracharya comenzó a respetar el espíritu y los ritos tradicionales de Paubha el año pasado, con el objetivo que el Museo de Arte de Katmandú, la capital, le encargara la creación de un lienzo.
Según Rajan Shakya, fundador del museo, la idea de revivir plenamente este arte -con sus rituales ascéticos- lo sedujo inmediatamente. "Esto es lo que hace que el arte Paubha sea único y valioso", explica Shakya a la AFP, "cuanto más gente lo descubra, más demanda habrá para los artistas nepalíes. Así estamos seguros de que nuestro arte y nuestra cultura sobrevivirán", estima.
La Tara Verde de Ujay Bajracharya, con la que se preparó para crear la pieza destinada al museo, está destinada a la sala de oración de su casa. "Es necesario preservar esta práctica y sensibilizar a la próxima generación, dando a conocer la dimensión espiritual de este tipo de pintura", subraya el artista.
Las obras de Paubha se pintan tradicionalmente sobre telas de algodón o seda, con pigmentos naturales extraídos de minerales y plantas. En el pasado, algunas obras podían incluso estar adornadas con oro y plata.
La pintura Paubha más antigua conservada data del siglo XIII, pero los expertos creen que la práctica es más antigua. Se piensa que es el origen del Thangka, arte pictórico religioso de Tíbet, declarado patrimonio cultural inmaterial por la Unesco.
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Una forma de meditación
Según el sacerdote Dipak Bajracharya, miembro de la misma casta que el pintor pero sin parentesco, los maestros del Paubha debían permanecer "puros" para garantizar el carácter sagrado de sus íconos. "El proceso en sí mismo es una forma de meditación", explica.
Si bien el alcance religioso tradicional sigue siendo el mismo, las obras de estilo Paubha pintadas en la actualidad gozan de un creciente éxito internacional, y son adquiridas por museos o ricos coleccionistas en China, Japón y Occidente.
"Las obras Paubha alimentan ahora un comercio, pero no es objetivo original. Son objetos de veneración y culto", detalla Dipak Bajracharya. El sacerdote regresó al domicilio del pintor -cuya cabellera volvió a crecer- para una última ceremonia religiosa, con el fin de "insuflar vida" a la representación de su Tara Verde, y permitir a la diosa encarnarse realmente y poder ser venerada.
"No es solo arte, la fe de budistas e hindúes está vinculada", asegura el pintor, "si no preservamos esta forma de arte, la fe también se extinguirá lentamente".
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