"Se siente de pronto que las bases sobre las que reposan las libertades se están quebrantando" declaró el artista a los periodistas al presentar su exposición titulada "En busca de humanidad", que se inaugura el miércoles en el museo Albertina Modern.
A los 64 años, Ai Weiwei expresa temor por "nuestra vida en apariencia apacible desde la Segunda Guerra mundial" y califica de "inaceptable" la invasión rusa. Esta exposición en Austria es la que, a su entender, mejor refleja su obra hasta hoy, así como la evolucion de su activismo político.
Son presentadas varias obras que evocan a quienes huyen de la guerra y de las persecuciones. Entre ellas, varios chalecos salvavidas, recogidos de las costas de la isla griega de Lesbos, dispuestos en torno a una gigante bola de cristal, en una instalación en forma de loto.
Lo que el artista, conocido por su compromiso político, llama la actual "crisis de los derechos humanos y de la libertad de expresión", se encarna en un réplica de tamaño real de la celda donde fue detenido e interrogado tras ser arrestado por la policía china en 2011.
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En este mismo tema de privación de libertad, se descubre la cinta de correr utilizada por su amigo Julian Assange durante su estancia en la embajada de Ecuador en Londres.
La irreverencia y el humor están también presentes, como en la serie de fotos del célebre gesto obsceno con el dedo de Ai Weiwei dirigido a lugares como la puerta de ceremonia de la plaza Tiananmen en Pékin. Las fotos están colocadas bajo un insulto de cuatro letras ("FUCK") iluminadas al neón.
Ai Weiwei hace asimismo un uso intensivo de los Lego como soporte, en especial para recrear la bandera saudí. En lugar de la profesión de fe islámica, la bandera lleva las últimas palabras pronunciadas por el periodista Jamal Khashoggi durante su asesinato en 2018 en el consulado saudí de Estambul: "No puedo respirar".