"La tecnología de hoy día hace que cada individuo sea muy vulnerable y que no pueda hablar, pensar o actuar en ninguna manera que no sea la que marque el Partido. Ellos se sienten más fuertes y con más confianza que nunca", dijo el artista desde Portugal, donde vive ahora.
Ai Weiwei, también conocido por sus críticas cuando escribe en Twitter, pasó revista al sistema chino, que según él tiene como prioridad "mantener el control" y "asegurar que toda su gente sea de confianza".
Sobre el presidente chino, Xi Jinping, que en el Congreso aspira a un tercer mandato inédito entre sus predecesores, destacó que "vivió de pleno la Revolución Cultural (1966-76), lo que le hizo estar muy influenciado por Mao Zedong y las teorías marxistas".
"Él cree en lo que hace, tiene creencias sólidas, y eso también ha provocado que la confrontación con Occidente se haya hecho inevitable. Él simplemente cree que es el momento de China", indicó Ai Weiwei, que el año pasado publicó el libro '1000 años de alegrías y penas: memorias', en el que ilustra el poder del arte para generar cambios y la urgente necesidad de proteger la libertad de expresión.
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Sobre el XX Congreso, aseveró que "no hay ninguna posibilidad de que otra persona que no sea Xi sea el máximo líder del país durante los próximos años. No creo que haya sorpresa alguna", opinó.
"China tuvo un momento de relativa libertad después de los años de reforma. Después lo importante era hacer dinero. Luego, que nadie molestase y crecer como país. Ahora, las nuevas generaciones del PCCh creen que no se puede confiar en nadie. Eso ha provocado por ejemplo que muchos artistas se hayan ido del país. Han tenido que escapar y es en realidad una gran pena para China", comentó.
Ai Weiwei, considerado un exponente de las vanguardias del siglo XXI, al igual que lo fueron Marcel Duchamp y Andy Warhol de las avanzadas artísticas del siglo XX, dijo sentirse "como si no existiese" en China, donde no es posible "ni que se pronuncie mi nombre".
El nombre del artista plástico ha estado por años en museos, bienales y galerías del mundo en donde no deja de lado su lucha por los derechos humanos y su activismo político que, incluso, lo llevó a estar preso en una cárcel china por supuesta evasión fiscal.
"Al final, solo soy un hombre entre muchos. No soy tan importante. Hago mis exposiciones, mis entrevistas, mis documentales, y eso es todo lo que quiero y puedo hacer", dijo.
El artista es hijo del poeta chino Ai Qing, quien fue denunciado durante el movimiento antiderechista de China. Su familia fue exiliada, enviada a un campo de trabajo y finalmente trasladada a Pekín.
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"Mi padre fue un gran poeta pero lo enviaron a un campo durante veinte años. Aprendí mucho de su experiencia, tanto como para mi vida como mi arte. Dejar China me liberó para poder fijarme en otras cosas y estudiar otros países. Creo que tengo una perspectiva mucho más amplia ahora sobre todo. Lo más importante es que estamos todavía vivos", concluyó.
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