El genio musical de Ludwig van Beethoven no estaba en sus genes. Este fue el resultado de un análisis de ADN, según anunció el Instituto Max Planck de Estética Empírica (MPIEA) de Fráncfort."La constatación de que uno de los músicos más famosos (1770-1827) de la historia de la humanidad tenía una predisposición genética bastante baja en cuanto a su capacidad de sincronización temporal ilustra los límites de las predicciones", subrayó el instituto. "Calculamos la llamada puntuación poligénica, un indicador de la predisposición genética a un determinado rasgo o comportamiento", explicó la primera autora, Laura Wesseldijk, del MPIEA.💬 Síganos en nuestro canal de Whatsapp aquí.Beethoven, discreta "puntuación poligénica" En el caso de Beethoven, se calculó la sincronización temporal, relacionada anteriormente con la habilidad musical en general. Así, se analizaron secuencias genéticas obtenidas de mechones de pelo del compositor de Bonn. Según los resultados, Beethoven, probablemente uno de los músicos más famosos de la historia, mostraba una discreta "puntuación poligénica" para la musicalidad.Un equipo de investigadores de los dos Institutos Max Planck de Estética Empírica de Fráncfort y de Psicolingüística (MPI-PL) de Nimega (Países Bajos) había analizado el ADN de Beethoven en relación con la predisposición musical. Los resultados se publicaron en la revista Current Biology. El resultado no sorprendió a los científicos, teniendo en cuenta los límites actuales del valor informativo de las "puntuaciones poligénicas"."Antes de realizar cualquier análisis, preinscribimos el estudio e hicimos hincapié en que no teníamos ninguna expectativa previa sobre la puntuación que obtendría Beethoven", explicó Wesseldijk. "En lugar de eso, nuestro objetivo era utilizarlo como ejemplo de los retos de hacer predicciones genéticas para un individuo que vivió hace más de 200 años", agregó.Dudar de las malas lecturas de las pruebas genéticas"Por supuesto, sería erróneo deducir de la baja puntuación poligénica de Beethoven que sus habilidades musicales no eran excepcionales", subrayó el coautor Simon Fisher, del MPI-PL.La discrepancia encontrada entre la predicción basada en el ADN y el genio musical de Beethoven es una valiosa lección. "Demuestra que hay que ser escéptico cuando, por ejemplo, alguien afirma que una prueba genética puede determinar con fiabilidad si un niño estará especialmente dotado musicalmente o en otra área", aseguró.Aunque el uso de datos de ADN para predecir las capacidades o el comportamiento de un individuo sigue siendo inexacto, la investigación de las influencias genéticas en grandes muestras podría aportar datos sobre cómo y por qué difieren las capacidades musicales y el comportamiento musical.🔴 No olvide conectarse a la señal en vivo de la HJCK, el arte de escuchar.
Al compositor minimalista Philip Glass a veces le gustaba experimentar fuera de la música contemporánea que podríamos incluir en el New Age o la clásica, y se acerca a reputados músicos de otros estilos, especialmente de música tradicional, para experimentar sonoridades.Lo hizo en el álbum "Passages" al lado de Ravi Shankar, y luego en el álbum "Uakti", al lado de un grupo brasileño que maneja un combo de viento, cuerda y, sobre todo, percusión de forma magistral. Con ellos se embarcó en una obra descriptiva que recorre con sus sonoridades los ríos de Brasil.Tras estudiar con Nadia Boulanger y trabajar estrechamente con Ravi Shankar en Francia, Philip Glass viajó en 1966 al norte de la India, principalmente por razones religiosas, donde entró en contacto con los refugiados tibetanos. Se hizo budista y conocería al Dalái Lama en 1972 así como al poeta Allen Ginsberg, quien es un gran defensor de la causa tibetana.Fue su trabajo con Ravi Shankar y su percepción del ritmo aditivo en la música india, lo que le condujo a su singular estilo. Cuando volvió a Nueva York en 1967, renunció a todas sus composiciones anteriores al estilo de Darius Milhaud y de Aaron Copland y empezó a escribir piezas austeras basadas en ritmos aditivos y con un sentido del tempo influido por Samuel Beckett, cuyo trabajo descubrió componiendo para obras de teatro experimentales."The Light", es una composición suya de 1987, cuya estructura musical está inspirada en el famoso experimento de Michelson–Morley de 1887, (el resultado de este experimento constituiría la base experimental de la teoría de la relatividad especial de Einstein) una investigación sobre la velocidad de la luz, que marcó un punto de inflexión en la ciencia moderna.
En 1904 William Ramsay recibió el Premio Nobel de Química por su trabajo en la identificación de distintos gases nobles. Ramsay se convirtió en uno de los químicos más importantes del siglo pasado: sus descubrimientos aportaron nuevos elementos a la tabla periódica como el helio o el argón y sus investigaciones en la radioactividad consolidaron todo un nuevo campo de estudio.Sin embargo, lo que me importa de Ramsey no es su destacado trabajo en la química, sino su pasatiempo favorito. Desde muy joven, el escocés recorría distintos desiertos de Europa y Asia en búsqueda de yacimientos arqueológicos. Ramsey tenía un afán especial: encontrar en alguna área de Asia menor una evidencia física que le permitiera refutar el relato bíblico de Lucas. Habiendo estudiado en las famosas escuelas históricas de Alemania a mediados del siglo XIX, aprendió que el Nuevo Testamento era un tratado religioso escrito a mediados de los 200 d.C., y no un documento histórico escrito en el primer siglo. Estaba convencido de esa enseñanza. Pero quería pruebas.Entonces en 1883 decidió viajar a Éfeso, una de las doce ciudades jónicas a orillas del mar Egeo, en Turquía. Ese año hizo numerosas exploraciones hasta que un día se encontró un cilindro de mármol con inscripciones griegas. Cuando tradujeron el mensaje tallado en la roca, se dieron cuenta de varias cosas: que databa del siglo primero y que era una canción. La canción completa más antigua descubierta hasta ahora. Ramsey, que veinte años después ganaría el Premio Nobel de Química por descubrir elementos, había, también, descubierto el génesis de la composición musical.¿El tema de dicha letra era un canto de guerra? ¿A caso esas letras eran una alabanza a los dioses o a los emperadores? No. William Ramsay encontró enterrada bajo catatumbas jónicas la primera canción de amor. Unas palabras que ascendían desde el centro de la tierra hasta traspasar el desierto en orgullosos espirales, haciendo cabriolas estridentes, punteadas por cálidas modulaciones de llanto que eran como el latir de un corazón.Mientras vivas, brilla, / no sufras por nada en absoluto. / La vida dura poco, /y el tiempo exige su tributo. Es una de las estrofas de la canción que escribió Sícilo a su esposa Euterpe después de su muerte. El amor viaja en todo lo que toca el espíritu y la muerte es el principio de la creación, aunque pensemos lo contrario. Soy una imagen de piedra. / Sícilo me pone aquí, / donde soy por siempre, / señal de eterno recuerdo.El Epitafio de Sícilo, como nombraron la pieza, es un templo del corazón. Esa roca es el pecho de un hombre que ha perdido a su amada. Una escribe para saber donde está y una canta para saber dónde queda el corazón. El corazón de Sícilo, como el de Euterpe, se convirtió en mármol.El epitafio fue conservado en un museo de Esmirna hasta que se perdió durante el Holocausto de Asia Menor entre 1919 y 1922 tras la destrucción de la ciudad. Una ciudad en ruinas entierra un corazón enamorado. Años más tarde, en ese mismo lugar donde las ruinas fueron casa, encontraron la base con la última línea del texto borrada, en poder de una mujer del pueblo que la usaba para apoyar una maceta. Ningún destino habría sido más apropiado que eso: unas flores sobre un canto de despedida.Esta no es la historia de un nobel de química. Tampoco de un descubrimiento arqueológico. A esas letras, que se juntaron y formaron un pregón contra la muerte, solo les queda la textura del tiempo, que es la de la eternidad. Todas esas palabras no hablan de Sícilo y Euterpe, sino de la intemperie, el pánico, la fragilidad, el fin y el principio de todo, el profundo malestar y amor por la vida.¿Quiere escuchar El Epitafio de Sícilo interpretado en griego por un hombre y una mujer? ¿Quiere conocer cómo el sonido se convirtió en música? Bienvenidos a Máster Class, en este espacio hablaremos de música y de historia, pero sobre todo del tiempo. Este texto es un acompañante al nuevo podcast de HJCK Radio y El Espectador que podrán escuchar en www.elespectador.com